La Tradición y la Sagrada Escritura están íntimamente unidas y compenetradas entre sí. En efecto, ambas hacen presente y fecundo en la Iglesia el Misterio de Cristo, y surgen de la misma fuente divina: constituyen un solo sagrado depósito de la fe, del cual la Iglesia saca su propia certeza sobre todas las cosas reveladas.
La relación entre la Tradición y la Sagrada Escritura se basa en la unidad de la revelación divina. Ambas se complementan y se iluminan mutuamente, permitiendo a la Iglesia profundizar en su comprensión del Misterio de Cristo.
La Iglesia, bajo la guía del Espíritu Santo, tiene el papel fundamental de interpretar y transmitir la Tradición y la Sagrada Escritura. Esto se refleja en la magisterio de la Iglesia, que busca garantizar la fidelidad a la revelación divina y la coherencia en la enseñanza de la fe.