SHDC,O

San Heriberto de Colonia, obispo

16 de marzo

San Heriberto, uno de los prelados m谩s distinguidos de la di贸cesis de Colonia, naci贸 en Worms, en el Palatinado del Rin. Como se mostr贸 ansioso de estudiar, fue enviado a la c茅lebre abad铆a de Gorze en Lorena. Ah铆 hubiera entrado gustoso a la Orden de los Benedictinos, pero su padre, que ten铆a otras ambiciones, lo llam贸 definitivamente a Worms, donde se le dio una canonj铆a y fue elevado al sacerdocio. Heriberto se gan贸 la confianza del emperador Ot贸n III, de quien lleg贸 a ser canciller, y en 998, fue elevado a la sede de Colonia en medio de la aprobaci贸n general. El 煤nico que disinti贸 fue el propio Heriberto, quien declar贸 y firmemente cre铆a, no ser merecedor de tan alta dignidad. De Benevento (a donde fue enviado por Ot贸n) pas贸 a Roma y all铆 el Papa Silvestre II le dio el 芦palio禄. Un fr铆o d铆a de diciembre, lleg贸 humilde y descalzo a Colonia a donde hab铆a enviado el 芦palio禄 con anterioridad. El d铆a de Navidad fue consagrado arzobispo en la Catedral de San Pedro de Colonia, y desde ese momento se dedic贸 infatigablemente a los deberes de su alta vocaci贸n. Los asuntos de Estado nunca le impidieron predicar y consolar a los enfermos y pobres, as铆 como el actuar de pacificador en su di贸cesis. No despreciaba el esplendor externo que su alta posici贸n ped铆a, pero bajo sus vestiduras bordadas de oro siempre usaba un cilicio. Cuanto m谩s los asuntos del mundo le entreten铆an, m谩s extremadamente se esforzaba por alimentar su vida espiritual.

Poco despu茅s de tomar posesi贸n de su sede, Heriberto acompa帽贸 al emperador en su 煤ltima visita a Italia, pues Ot贸n falleci贸 all铆 probablemente a consecuencia de las viruelas y no envenenado, como se ha cre铆do. De acuerdo con los deseos del finado, san Heriberto llev贸 su cuerpo a Aachen, donde se le dio sepultura. Habiendo previsto la disputa por la corona, san Heriberto tambi茅n crey贸 su deber llevar consigo la insignia imperial con objeto de entregarla al nuevo soberano. El pretendiente m谩s cercano al trono, el duque Enrique de Baviera, infortunadamente malinterpret贸 la actitud de san Heriberto, y lleg贸 a la conclusi贸n de que 茅ste prefer铆a el trono para otro. Como consecuencia, san Heriberto se vio privado del favor del duque, aun despu茅s de que san Enrique fuera elegido emperador, a pesar de haberse mostrado leal a 茅l. Parece que san Enrique no le quit贸 el cargo de canciller, pues en los edictos de 1007 y 1008 aparece su firma. No fue sino al final del reinado de Enrique, cuando 茅ste se dio cuenta de la virtud y buena fe del gran arzobispo y aun lleg贸 a tener una reconciliaci贸n p煤blica con 茅l. San Heriberto gustosamente hubiera dejado todos los asuntos seculares para tener libertad de dedicarse a las propias necesidades espirituales y a las de su di贸cesis. Con el dinero que Ot贸n III le leg贸, termin贸 de construir un monasterio y una iglesia al otro lado del Rin. Sus rentas las divid铆a entre la Iglesia y los pobres, reservando para s铆 lo estrictamente indispensable. A menudo se escabull铆a para ir a ver a los enfermos y pobres a sus casas y hospitales, los consolaba y lavaba sus pies. Su ejemplo inspir贸 a muchos a hacer lo mismo. No limit贸 su caridad a Colonia, sino que enviaba dinero a los sacerdotes de otras ciudades para ayudar a los pobres e indigentes. Durante una gran sequ铆a, organiz贸 una procesi贸n de la iglesia de San Severino a la de San Pantale贸n, exhortando a la gente a hacer penitencia y confiar en Dios. Algunos de los presentes aseguraron haber visto una paloma blanca volar sobre la cabeza del santo durante la procesi贸n. Al llegar a la iglesia de San Severino, Heriberto se dirigi贸 hacia el altar mayor y, haciendo una profunda reverencia, comenz贸 a orar fervorosamente por su gente. Apenas termin贸, una lluvia torrencial cay贸 sobre la regi贸n, que as铆 fue salvada del hambre. Organiz贸 otra procesi贸n alrededor de las murallas de la ciudad en la semana de Pascua para alejar las plagas y el hambre. Esta costumbre se llev贸 al cabo hasta fines del siglo dieciocho.

Celoso del mantenimiento de la disciplina entre el clero, hac铆a frecuentes visitas en su di贸cesis. En una de ellas contrajo una fiebre que deb铆a ser fatal. Con gran fervor, el santo recibi贸 el vi谩tico y luego permiti贸 lo transportasen a Colonia. Despu茅s de encomendarse a Dios, a los pies de un crucifijo en la Catedral de San Pedro, fue trasladado a su casa, donde poco despu茅s exhal贸 su 煤ltimo suspiro. Su cuerpo fue colocado en Deutz, donde muchos milagros fueron atribuidos a su intercesi贸n. El arzobispo fue fundador de la abad铆a y el santuario del monasterio de Deutz y desde luego los monjes estaban deseosos de que su memoria se guardara en veneraci贸n. As铆 una corta biograf铆a suya fue escrita por Lambert, uno de los monjes.

Esa biograf铆a fue impresa por los bolandistas, as铆 como en el vol. IV de MGH. (Scriptores). La misma biograf铆a, pero un poco m谩s extensa, se puede encontrar en el Acta Sanctorum, marzo, vol. II y en Migne, PL. vol. CLXX, cc. 384-428, escrita por el famoso Ruperto de Deutz. El texto que sirvi贸 para su canonizaci贸n hab铆a sido aceptado sin suspicacias, pero en los 煤ltimos a帽os se demostr贸 que era una falsificaci贸n del siglo diecisiete. Ver Analecta Bollandiana, vol. XXVII, (1908) p. 232 y vol. XXXII (1913), p. 96. Tambi茅n se puede encontrar bastante sobre la vida del santo en Kleinermanns, Die Heiligen auf den erzb, Stuhl von Koln, vol. II. Nota de ETF: no parece que haya habido ninguna canonizaci贸n formal, aunque algunos sitios indican en 1075 o en 1147.

San Heriberto de Colonia, obispo | Creemos