Sola gracia, error de la teología luterana
La sola gracia, es uno de los pilares de la doctrina protestante creada por Martin Lutero, la cual sostiene que para la salvación del hombre no hace falta realizar obras ya que Jesucristo ya lo hizo todo, por tanto, el hombre no puede salvarse a sí mismo.
Hay varios textos bíblicos que hacen mención del pecado original y la incapacidad del hombre de poderse salvar a sí mismo, veamos algunos:
*“No entres en juicio con tu siervo, pues ante ti ningún viviente es justo.” Salmos 143;2*
*“Pues como por la desobediencia de un solo hombre todos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno solo todos serán constituidos justos.” Romanos 5;19*
Veamos que también existe textos que nos presentan que la salvación es una gracia otorgada por Dios, como por ejemplo los siguientes:
*“Aunque estábamos muertos por nuestros pecados, nos dio vida en Cristo -por gracia habéis sido salvados-, y con él nos resucitó y nos hizo sentar en los cielos por Cristo Jesús, a fin de manifestar a los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia, por su bondad con nosotros por medio de Cristo Jesús. Así pues, por gracia habéis sido salvados mediante la fe; y esto no procede de vosotros, puesto que es un don de Dios:” Efesios 2;5-8*
*“Pues se ha manifestado la gracia de Dios, portadora de salvación para todos los hombres,” Tito 2;11*
Como podemos observar existen textos para sustentar la doctrina de la sola la gracia, que creo Martin Lutero, pero al mismo tiempo existen citas bíblicas que muestran que Dios tiene en su plan de salvación la colaboración de la libertad humana, aun así, hay que tener cuidado de excluir la gracia de Dios en la salvación del hombre solo por el hombre, es una herejía denominada pelagianismo, sino que es una armonización de la gracia de Dios y la colaboración de la libertad humana. La doctrina de Lutero ignora pasajes que se oponen directamente a su doctrina, podemos ver el siguiente:
*“No todo el que me dice: «Señor, Señor», entrará en el Reino de los Cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre, que está en los cielos. Muchos me dirán aquel día: «Señor, Señor, ¿no hemos profetizado en tu nombre, y hemos expulsado los demonios en tu nombre, y hemos hecho prodigios en tu nombre?» Entonces yo declararé ante ellos: «Jamás os he conocido: apartaos de mí, los que obráis la iniquidad». Por lo tanto, todo el que oye estas palabras mías y las pone en práctica, es como un hombre prudente que edificó su casa sobre roca; y cayó la lluvia y llegaron las riadas y soplaron los vientos: irrumpieron contra aquella casa, pero no se cayó porque estaba cimentada sobre roca.» Pero todo el que oye estas palabras mías y no las pone en práctica es como un hombre necio que edificó su casa sobre arena; y cayó la lluvia y llegaron las riadas y soplaron los vientos: se precipitaron contra aquella casa, y se derrumbó y fue tremenda su ruina.” San Mateo 7;21-27*
Existen muchos textos como estos que están en contra de la doctrina de Lutero, en los cuales observamos que se realizan muchos milagros e incluso expulsan demonios, y son reprochados, debido a que no realizan la voluntad de Dios Padre. Dentro de esto nos daremos cuenta que poner en practica la Biblia, es decir la Palabra de Dios en nuestras vidas, esa es la voluntad del Padre. Y para esto es necesario estudiarla y conocerla, veamos algunos pasajes:
*“Pero tenéis que ponerla en práctica y no sólo escucharla engañándoos a vosotros mismos. Porque quien se contenta con oír la palabra, sin ponerla en práctica, es como un hombre que contempla la figura de su rostro en un espejo: se mira, se va e inmediatamente se olvida de cómo era.” Santiago 1;22-24*
*“Por tanto, el que sabe hacer el bien y no lo hace, comete pecado.” Santiago 4;17*
Como observamos las obras es poner en practica la palabra de Dios, pero cuando decimos que sola la gracia nos salva y que las obras no son necesarias para tener acceso a ella, estamos dejando una fe vacía y/o muerta, ya que se quita la responsabilidad de hacer el bien o realizarlo de mala gana, porque se considera incluso que quien a recibido la salvación, no la puede perder nunca, y esto es un gran error , es decir considerarse salvo sin necesidad de trabajar por ello, debido a que se ha caído en una pereza, para poner en práctica las escrituras.
*“¿De qué sirve, hermanos míos, que uno diga tener fe, si no tiene obras? ¿Acaso la fe podrá salvarle? Si un hermano o una hermana están desnudos y carecen de sustento cotidiano, y alguno de vosotros les dice: «Id en paz, calentaos y saciaos», pero no le dais lo necesario para el cuerpo, ¿de qué sirve? Así también la fe, si no va acompañada de obras, está realmente muerta. Pero alguno podrá decir: «Tú tienes fe, y yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin obras, y yo por mis obras te mostraré la fe. ¿Tú crees que hay un solo Dios? Haces bien; pero también los demonios lo creen, y se estremecen».” Santiago 2;14-19*
Como podemos ir observando las escrituras, nos plantean la necesidad de las obras, principalmente las de misericordia, para alcanzar la salvación, hay que observar un detalle, que Lutero consideraba la carta de Santiago como la epístola de paja, ya que pone hincapié en las obras, y solamente pasajes seleccionados consideraba de inspiración divina, pero veamos los que el mismo Jesucristo, explica que sucederá en el juicio final.
*“»Cuando venga el Hijo del Hombre en su gloria y acompañado de todos los ángeles, se sentará entonces en el trono de su gloria, y serán reunidas ante él todas las gentes; y separará a los unos de los otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos, y pondrá las ovejas a su derecha, los cabritos en cambio a su izquierda. Entonces dirá el Rey a los que estén a su derecha: «Venid, benditos de mi Padre, tomad posesión del Reino preparado para vosotros desde la creación del mundo: porque tuve hambre y me disteis de comer; tuve sed y me disteis de beber; era peregrino y me acogisteis; estaba desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme». Entonces le responderán los justos: «Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te dimos de comer, o sediento y te dimos de beber?; ¿cuándo te vimos peregrino y te acogimos, o desnudo y te vestimos?, o ¿cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y vinimos a verte?» Y el Rey, en respuesta, les dirá: «En verdad os digo que cuanto hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí me lo hicisteis». Entonces dirá a los que estén a la izquierda: «Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles: porque tuve hambre y no me disteis de comer; tuve sed y no me disteis de beber; era peregrino y no me acogisteis; estaba desnudo y no me vestisteis, enfermo y en la cárcel y no me visitasteis». Entonces le replicarán también ellos: «Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento, peregrino o desnudo, enfermo o en la cárcel y no te asistimos?» Entonces les responderá: «En verdad os digo que cuanto dejasteis de hacer con uno de estos más pequeños, también dejasteis de hacerlo conmigo. Y éstos irán al suplicio eterno; los justos, en cambio, a la vida eterna».” San Mateo 25;31-46*
Como podemos observar el juicio será sobre las obras que cada uno realizo, ya que, si fuera solo por la gracia, el pasaje debería de decir “Venid, benditos de mi Padre, tomad posesión del Reino preparado para vosotros desde la creación del mundo: porque vosotros habéis aceptado mi gracia”, pero no es así en pasaje es claro y conciso en que será sobre las obras, además podemos observar que en el apocalipsis lo que contiene el libro de la vida.
*“Vi a los muertos, grandes y pequeños, en pie ante el trono, y fueron abiertos los libros. También fue abierto otro libro, el de la vida. Y los muertos fueron juzgados por lo que estaba escrito en los libros, según sus obras.” Apocalipsis 20;12*
De esta manera queda demostrado que no solo por la gracia somo salvados, sino que debemos de ir trabajando día a día por esta, un punto que se debe de entender es que las obras no son un pago por la salvación, sino un reflejo del amor que le tenemos a Dios y por lo tanto cumplimos con su palabra, además la salvación se puede perder si no nos esforzamos por conservarla, y lo vemos reflejado en la preocupación del apóstol San Pablo, que nos dejo en la primera carta a los corintios:
*“Los que compiten se abstienen de todo; y ellos para alcanzar una corona corruptible; nosotros, en cambio, una incorruptible. Así pues, yo corro no como a la ventura, lucho no como quien golpea al aire, sino que castigo mi cuerpo y lo someto a servidumbre, no sea que, después de haber predicado a otros, quede yo descalificado.” 1 Corintios 9;25-27*