Los sacramentos: presencia viva de Jesús
La promesa del Señor de estar con nosotros todos los días hasta el fin del mundo (Mt 28,20b) se manifiesta de forma clara en los sacramentos, que son presencia viva de Jesús que se ofrece a cada persona que llama y a toda la comunidad de creyentes.
Los sacramentos, símbolos de encuentro con Jesucristo
El término "sacramento" designa los rituales centrales en la vida de la Iglesia, los "signos eficaces de la gracia". El signo es un objeto material que podemos ver, oír, tocar, y que representa un fenómeno o acción no material, es decir, que no está al alcance de los sentidos.
Los sacramentos son mucho más que signos, son experiencias profundas que nos acercan a Dios. El símbolo es comunicación de una "experiencia", especialmente cuando comunica experiencias que dan sentido a nuestra vida.
Los sacramentos son símbolos del encuentro con Jesucristo en la Iglesia. El encuentro con Jesús se da en el contexto de su Cuerpo, que es la Iglesia; son experiencias de comunidad, de pueblo. Cuando los pueblos se encuentran con el Dios verdadero, su historia se convierte en símbolo, sacramento del Reino.
Penitencia y Unción, sacramentos de curación
Los sacramentos de la Penitencia y Unción responden ante necesidades concretas.
La Penitencia es el sacramento que nos permite reencontrarnos con lo que profesamos, asumimos y celebramos en la Iniciación cristiana y que por el pecado opacamos.
La Unción hace presente al enfermo el amor y el poder de Jesucristo, que se compadeció de muchos enfermos, ya que vino a librar al hombre de todo mal.
Penitencia y Unción comparten la necesidad de la salud, curación y sanación, ayudando a que la Eucaristía exprese toda riqueza como don de la misericordia divina.
La Unción de los enfermos
La Unción de los enfermos es un sacramento que nos permite acercarnos a Dios en momentos de necesidad. Dios no manda la enfermedad, pero nos ofrece su presencia y amor para acompañarnos en la enfermedad.
En el Profeta Isaías se exponen las señales de la manifestación de Jesús, el Mesías: "Los ciegos ven, los cojos caminan, los sordos pueden oír" (Is 35, 5-6).
La presencia de Dios junto a nosotros es para luchar contra el mal. San Mateo cuenta que Jesús recorría Galilea enseñando, proclamando la buena noticia y curando a "todos" los enfermos (Mt 4,23).
El rito de la Unción
El rito de la Unción consta de cuatro momentos:
- Ritos iniciales (saludo al enfermo y a los presentes y el acto penitencial).
- Liturgia de la Palabra (lectura bíblica, reflexión y oración de los fieles).
- Liturgia del sacramento (imposición de manos y unción del enfermo).
- Rito de conclusión (bendición del enfermo y de los presentes).
El ministro de la Unción
El ministro de la Unción de los enfermos es el presbítero y el obispo. El sacerdote no sustituye la función del médico, mucho menos ha de esperarse de él un acto de magia. El ministro es quien preside la comunidad, signo de la presencia de la Iglesia solícita y cercana a los enfermos.
El sujeto de la Unción
El sujeto de la Unción es el enfermo. La santa unción debe ser conferida a los fieles que, por enfermedad o avanzada edad, vean en grave peligro su vida.
Importancia de la comunidad
La participación de la comunidad o de la familia es necesaria para que, como Iglesia, manifestemos la solidaridad con el enfermo y nos recuerde nuestra misión de servirlos y ayudarlos.
Prepararse para la enfermedad
La presencia de los enfermos en nuestra comunidad suscita en nosotros preguntas como: ¿Qué enfermedad voy a padecer? ¿Qué hacer para vivirla con actitud cristiana? Son preguntas que no podemos responder del todo por ahora; sin embargo, la mejor respuesta es prepararse para cuando llegue el momento.
Esto se puede lograr sabiendo vivir las enfermedades que se presentan frecuentemente, aprendiendo de las actitudes de los enfermos, unas para evitarlas y otras para vivirlas, y recordando que somos limitados, que Dios no quiere el mal para nosotros, pero nos acompaña cuando se presenta.