El Sacramento de la Reconciliación: Un Camino hacia la Liberación
Reconociendo nuestros pecados para reconciliarnos con Dios
Todos tenemos la satisfacción de haber hecho muchas cosas buenas en nuestra vida, pero también hemos realizado cosas malas. Tenemos inclinación al mal y por eso cometemos errores y pecados. No podemos negarlo. Los demás lo ven. Y sobre todo, lo ve Dios, que todo lo sabe y ve en lo más profundo de nuestro corazón. No hay nadie que, con amor a la verdad, pueda decir: “Yo no tengo nada de qué arrepentirme”. Si miramos con honradez en nuestro interior encontraremos muchas cosas de las que arrepentirnos y pedir perdón, a Dios y a los demás.
La parábola del fariseo y el publicano nos enseña que la humildad y la honestidad con nosotros mismos son fundamentales para nuestra reconciliación con Dios. El fariseo oraba de pie diciendo que no era como los demás hombres, mientras que el publicano se daba golpes en el pecho y decía: “Oh Dios, ten compasión de mí que soy un pecador”. Como dice Jesús, “Os digo que éste bajó justificado a su casa y aquél no. Porque todo el que se ensalza será humillado, y todo el que se humilla será ensalzado” (Lucas 18, 10-15).
Historia del Sacramento de la Confesión
La Iglesia primitiva y la Penitencia
La Iglesia por medio de sus ministros en el nombre de Jesús otorga el perdón tal como lo hacía Jesús. En la Iglesia primitiva, la Penitencia se convirtió en una tabla de salvación para el pecador bautizado. Sin embargo, se propagó la práctica de limitar el frecuente acceso al sacramento para evitar abusos. San Juan Crisóstomo se veía reprochado por sus adversarios por otorgar sin cansarse la penitencia y el perdón de los pecados a los fieles que venían arrepentidos.
La herejía de Montano y la disciplina sacramental
En el siglo III, el rigor del que hablábamos da paso a excesos y herejía. Se propaga la herejía de Montano, que predicaba que el final del mundo estaba cerca y decía: “La Iglesia puede perdonar los pecados, pero yo no lo haré para que los demás no pequeen ya”. Tertuliano y muchos otros se adhieren al “montanismo”. Con grandes dificultades, la Iglesia superó esta herejía, poniendo en claro el estatuto del penitente y la forma pública y solemne en que debía desarrollarse la disciplina sacramental de la penitencia.
La penitencia privada y los manuales de pecados
Mientras, en las Islas Británicas, especialmente en Irlanda, se iba abriendo paso a un nuevo procedimiento de reconciliación con penitencia privada con un sacerdote y utilizando los famosos manuales de pecados (penitenciales), confeccionados por algunos Padres de la Iglesia, como San Agustín o Cesareo de Arlés. Desde las Iglesias Celtas, esta forma de penitencia se propaga por Europa.
La reconciliación en la Iglesia Católica
La confesión íntegra, por parte del penitente, y la absolución, por parte del sacerdote que preside el Sacramento y que hace de mediador del juicio benévolo y regenerador de Dios sobre el pecador, vienen siendo las dos columnas de la disciplina del Concilio de Trento hasta nuestros días, (Código de Derechos Canónicos, Canon 960).
Qué es el Sacramento de la Reconciliación
El Sacramento de la Reconciliación es uno de los aspectos más singulares y bellos de la Iglesia Católica. Jesucristo, en Su abundante amor y misericordia, estableció el Sacramento de la Confesión, para que nosotros como pecadores tuviéramos la posibilidad de obtener el perdón de nuestros pecados y reconciliarnos con Dios y la Iglesia.
“Jesús les dijo nuevamente, ‘La paz sea con vosotros. Como el Padre me envió, también yo os envío.’ Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: ‘Recibid el Espíritu Santo, a quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.’” (Juan 20:21-23).
Objetiones protestantes
Existen numerosas objeciones de parte de las diferentes denominaciones protestantes respecto al Sacramento de la Penitencia. Sin embargo, estas objeciones cometen errores y desvirtúan el significado real y completo del texto bíblico.
El protestantismo en general declara que no es necesaria la intervención humana para que Dios perdone el pecado y que este debe ser confesado en privado sólo a Dios. Sin embargo, Jesucristo concedió a los apóstoles la facultad de perdonar pecados, y el pecador no se limitaba a la confesión interior.
La Escritura habla de confesión de pecados, no solo de pedir perdón a los hermanos que hemos ofendido, sino también de reconocer y declarar nuestros pecados ante Dios y la Iglesia. Algunos ejemplos bíblicos que echan por tierra estas afirmaciones son:
- Acudía a él gente de toda la región de Judea y todos los de Jerusalén, y eran bautizados por él en el río Jordán, confesando sus pecados (Marcos 1, 5)
- Muchos de los que habían creído venían a confesar y declarar sus prácticas (Hechos 19, 18)
En resumen, el Sacramento de la Reconciliación es un camino hacia la liberación de nuestros pecados y la reconciliación con Dios y la Iglesia. Dios nos ha dado la facultad de perdonar pecados a través de los apóstoles y los sacerdotes, y la confesión de nuestros pecados es un paso fundamental en nuestro camino hacia la conversión y la reconciliación.