Error en la doctrina protestante: salvo siempre salvo
Muchos grupos protestantes creen que una persona que acepta a Jesucristo como su Salvador es salvo, y lo es para siempre, pues creen que la salvación no se puede perder. Así que puedes hacer lo que quieras, al fin y al cabo, la salvación no se pierde.
Respuesta católica.
Esta doctrina es nueva, apareció a partir del año 1980, y se trata de una mala interpretación. En ninguna parte de la biblia encontramos que Jesucristo haya enseñado esta doctrina, ni siquiera se conocía esta doctrina entre los primeros cristianos. Así que, vayamos a la biblia y veamos qué es lo que enseña realmente respecto a este tema.
¿Qué enseñó nuestro Señor Jesucristo?
««Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el viñador. 2.Todo sarmiento que en mí no da fruto, lo corta, y todo el que da fruto, lo limpia, para que dé más fruto. Vosotros estáis ya limpios gracias a la Palabra que os he anunciado. 4.Permaneced en mí, como yo en vosotros. Lo mismo que el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid; así tampoco vosotros si no permanecéis en mí. 5.Yo soy la vid; vosotros los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto; porque separados de mí no podéis hacer nada. 6.Si alguno no permanece en mí, es arrojado fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen, los echan al fuego y arden.» (Juan 15, 1-6)
Jesucristo es claro, no basta estar en él, también hay que dar frutos, porque quien no da frutos será cortado y arrojado al fuego. Si la salvación no se perdiera, entonces las ramas que no dan fruto no serían cortadas. Si una rama que no da fruto es cortada, entonces un cristiano que no vive con tal también pierde su unión a Jesucristo y por ende pierde su salvación. Además, Jesucristo dijo que no basta decir: “Señor, Señor”.
««No todo el que me diga: «Señor, Señor, entrará en el Reino de los Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial. 22.Muchos me dirán aquel Día: «Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre expulsamos demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?» 23.Y entonces les declararé: «¡Jamás os conocí; apartaos de mí, agentes de iniquidad!». (Mateo 7, 21-23)
Es claro, no basta hablar de Jesucristo, ni obrar milagros en su nombre, tenemos que llevar una vida de acuerdo a la voluntad de Dios; de lo contrario nos dirán: «¡Jamás os conocí; apartaos de mí, agentes de iniquidad!».
Que quede claro, la doctrina de salvo, siempre salvo no es cristiana.
¿Qué enseñaron los primeros cristianos?
«Os recuerdo, hermanos, el Evangelio que os prediqué, que habéis recibido y en el cual permanecéis firmes, por el cual también sois salvados, si lo guardáis tal como os lo prediqué… Si no, ¡habríais creído en vano!» (1 Corintios 15, 1-2)
Si basta creer para ser salvo para siempre, entonces ¿Por qué Pablo les pide que se mantengan firmes? Porque si la salvación no puede perderse, entonces la perseverancia no tendría sentido.
San Pablo dice que si alguien no se mantiene firme ha creído en vano, eso demuestra que la salvación sí se puede perder. Así que no basta creer para salvarse, también hay que perseverar hasta el final. Por lo tanto, la doctrina de salvos para siempre, no es apostólica.
Si los que han aceptado la gracia de Cristo, ya no pueden perderla, entonces no tendría sentido la exhortación de Pablo cuando dice:
«Así pues, queridos míos, de la misma manera que habéis obedecido siempre, no sólo cuando estaba presente sino mucho más ahora que estoy ausente, trabajad con temor y temblor por vuestra salvación…» (Filipenses, 2 , 12)
Si una vez que he creído en Cristo soy salvo para siempre, ¿Por qué tendría que seguir trabajando por mi salvación? Si hay que seguir trabajando con temor y temblor por la salvación, es porque nadie tiene asegurada la salvación, sólo se salvarán quienes se mantengan firmes hasta el momento de la muerte. Los que hemos creído en Cristo y aún estamos vivos, necesitamos seguir trabajando por nuestra salvación, porque aún corremos el riesgo de caer.
«Así, pues, el que crea estar en pie tenga cuidado de no caer.» (1 Corintios 10, 12)
Salvos, siempre salvo, no es una doctrina de los primeros cristianos, si fuera así Pablo no hubiera dicho que el que está de pie puede caer. San Pablo dice que el mismo puede quedar fuera de la salvación.
«Castigo mi cuerpo y lo tengo bajo control, no sea que después de predicar a otros yo me vea eliminado». (1Corintios 9, 27)
Así que no debemos confiarnos, porque muchos después de haber sido iluminados y haber probado el don sobre natural volvieron a caer.
«Porque es imposible que cuantos fueron una vez iluminados, gustaron el don celestial y fueron hechos partícipes del Espíritu Santo, saborearon las buenas nuevas de Dios y los prodigios del mundo futuro, y a pesar de todo cayeron, se renueven otra vez mediante la penitencia, pues crucifican por su parte de nuevo al Hijo de Dios y le exponen a pública infamia.» (Hebreos 6, 4-6)
«Fíjate que Dios es a la vez bondadoso y severo: severo con ellos, que cayeron, y bondadoso contigo, siempre que perseveres en el bien, pues de lo contrario tú también serás cortado.» (Romanos 11, 22)
Así que, todos corremos el riesgo de caer y perder la salvación, no dejes que el mal ponga en riego tu salvación con la falsa idea de que la salvación no se pierde, recuerda que la mejor forma que el demonio tiene de robarte la salvación es hacerte que bajes la guardia, haciéndote creer que todo está bajo control.
Ten siempre presente la Palabra de Nuestro Señor: «Estén despiertos y recen para que no caigan en la tentación. El espíritu es animoso, pero la carne es débil.» (Mateo 26, 41)
Pidamos al Señor el don de la perseverancia, para que podamos estar de pie hasta el final.