¿Porqué debo leer la Biblia?
En muchas ocasiones nos hemos hecho esta pregunta, ¿Por qué debo de leer la Biblia?, y para responder a esta interrogante, vamos a recurrir a ella misma.
En el libro de Josué nos dice:
“Que no se aparte de tus labios el libro de esta Ley. Medítalo día y noche para llevar a la práctica todo lo que está escrito en él. Así triunfarás en tus caminos y tendrás éxito. “(Jos. 1,8)
Primeramente, las escrituras nos señalan que Dios le recomienda a Josué que, si quiere triunfar en sus caminos que tenga presente la escritura todo el tiempo, es decir que debe de vivir inmerso en las escrituras, que se debe de entregar a su contenido sin excepción. Por lo tanto, debe de confiar total y plenamente en ella.
Veamos lo que nos dice San Pablo en la segunda Carta Timoteo:
“Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para argumentar, para corregir y para educar en la justicia” (2Ti 3,16)
Aquí podemos ver que las escrituras sirven para lo siguiente:
a. Enseñar. Dentro de nuestro caminar debemos de asumir diferentes roles que el Señor nos ira revelando, en algún momento nos convertiremos en maestros, pero para ello debemos de aprender a degustar las palabras que están explicadas en sus páginas. “Me dijo entonces. -Hijo de hombre, alimenta tu vientre con el rollo que te doy y llena con él tus entrañas. Lo comí y fue en mi boca dulce como la miel.” (Eze 3,3)
b. Argumentar. En otras ocasiones es necesario para defender nuestra fe, la doctrina en la cual nosotros creemos y hemos creído para nuestra salvación, es aquí donde se hace necesario un estudio profundo y eficaz de las escrituras bajo la guía del magisterio de la Iglesia y de esta manera evitar crear confusión a quienes nos oyen. “y considerad que la longanimidad de nuestro Señor es nuestra salvación. Así os lo escribió también nuestro querido hermano Pablo según la sabiduría que se le otorgó, y así lo enseña en todas las cartas en las que trata estos temas. En ellas hay algunas cosas difíciles de entender, que los ignorantes y los débiles interpretan torcidamente -lo mismo que las demás Escrituras- para su propia perdición. “(2Pe 3,15-16)
c. Corregir. En ocasiones es necesario reprender a los hermanos que pertenecen a nuestra comunidad, y para ello tendremos que advocarnos a las escrituras para hacer de una manera fraternal, es decir en el amor de Dios, y poder de esta manera salvar un alma, la de nuestro hermano. “Hermanos míos, si alguno de vosotros se desvía de la verdad y otro le convierte, sepa que quien convierte a un pecador de su extravío salvará su alma de la muerte y cubrirá sus muchos pecados. “(Stg 5,19-20)
d. Educar. Otro de los papeles que se nos presenta en la vida es de ser catequistas, es decir de formadores de la fe, ya que los creyentes deben de ir conociendo más a profundidad, la fe en la cual han empezado a creer y de esta manera crecer espiritualmente, por eso es importante ir conociendo más cada día las escrituras. En ocasiones nos encontraremos con hermanos que han empezado el camino de la fe y será necesario orientarlos para que puedan conocer correctamente las escrituras. “Corrió Felipe a su lado y oyó que leía al profeta Isaías. Entonces le dijo: – ¿Entiendes lo que lees? Él respondió: – ¿Cómo lo voy a entender si no me lo explica alguien? Rogó entonces a Felipe que subiera y se sentase junto a él. “(Hch 8,30-31)
También el magisterio de la Iglesia nos invita a la lectura de la Biblia para ello podemos revisar en el Catecismo los numerales del 101 al 141 y en la Constitución dogmática DEI VERBUM sobre la divina revelación del Concilio Vaticano Segundo, que nos indican varias razones por las cuales nosotros debemos de emprender la lectura, meditación y comprensión de la Escritura.
CIC 101 “En la condescendencia de su bondad, Dios, para revelarse a los hombres, les habla en palabras humanas: «La palabra de Dios, expresada en lenguas humanas, se hace semejante al lenguaje humano, como la Palabra del eterno Padre asumiendo nuestra débil condición humana, se hizo semejante a los hombres»”
Numeral 26 Constitución dogmática DEI VERBUM sobre la divina revelación. Así, pues, con la lectura y el estudio de los Libros Sagrados «la palabra de Dios se difunda y resplandezca» y el tesoro de la revelación, confiado a la Iglesia, llene más y más los corazones de los hombres. Como la vida de la Iglesia recibe su incremento de la renovación constante del misterio Eucarístico, así es de esperar un nuevo impulso de la vida espiritual de la acrecida veneración de la palabra de Dios que «permanece para siempre» (Is., 40,8; cf. 1 Pe., 1,23-25).
Que bellas palabras las que nos expresa el catecismo, que nos debe de motivar al estudio de la palabra de Dios, ya que en ella Él nos habla personalmente a cada uno de nosotros, dentro de ello debemos entender que es Jesús mismo es quien está presente a cada hoja de la Biblia, “En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios. “(Jua 1,1), como vemos en la Biblia habita nuestro Señor. Si en verdad amamos a Jesús que entregó su vida para salvación de todos aquellos que en Él creen (San Juan 3,16), debemos de amar leer todos esos versos de amor que nos dice al corazón todos los días por medio de su palabra Escrita.