Parábola de la perla
Hoy quiero compartir con ustedes un tema muy bonito y es de las “perla preciosa”.
Y empiezo con esta introducción: muchas veces no sabemos lo que tenemos en las manos y andamos buscando otras cosas por fuera de lo que Dios nos estas ofreciendo, un hombre pescador de Filipinas tuvo una perla de gran tamaño por más de 10 años debajo de su cama, sin saber que realmente tenia, hasta que un día se incinero su cabaña y todo se quemó, menos la perla, las autoridades hicieron pruebas de ese material y encontraron que era una perla no muy común, hoy día vale más de cien millones de dólares. Cuantas veces ese pescador no se quejó de su condición y pedía a Dios una oportunidad para salir de la pobreza y así ofrecer algo mejor a su familia.
Bueno el caso es que la palabra de Dios es muy clara y nos dice en:
Mateo 13, 44-46
«El Reino de los Cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo que, al encontrarlo un hombre, vuelve a esconderlo y, por la alegría que le da, va, vende todo lo que tiene y compra el campo aquel.» «También es semejante el Reino de los Cielos a un mercader que anda buscando perlas finas, y que, al encontrar una perla de gran valor, va, vende todo lo que tiene y la compra.
Jesús quiso que sus discípulos valorarán en todo lo posible la importancia del reino de los cielos en su vida. El Señor buscó por todos los medios que sus seguidores entendieran el valor incalculable que seguir tenía y lo hizo por medio de ilustraciones claras y precisas.
“El reino de los cielos” fue su expresión favorita para luego señalar “es semejante” o es comparado con algún relato esclarecedor. En el caso de la parábola o historia de la perla de gran precio la mente judía captó el sentido exacto de su significado porque era común encontrar mercaderes ocupados en buscar esa clase de artículos.
Toda la historia gira en torno al mercader, algunas versiones traducen la palabra “mercader” como “vendedor” o “comerciante”. La palabra procede de la raíz griega “emporos” y se traduce de las dos formas anteriormente escritas. Este mercader busca, halla, vende y compra.
1. El mercader busca perlas preciosas
2. El mercader halla una perla preciosa
3. El mercader vende todo lo que tiene por la perla
4. El mercader compra la perla preciosa
• El mercader busca perlas preciosas
La historia de Jesús comienza con un mercader que “busca buenas perlas”, lo que irremediablemente nos lleva a considerar que existen perlas no tan buenas o definitivamente malas. Las perlas son muy valoradas en la joyería desde los tiempos antiguos. En la época de Jesús ya se valoraban mucho.
Este mercader, entonces, no era un comerciante o vendedor común. Estaba abocado a buscar lo mejor y no se conformaba con cualquier clase de perla.
• El mercader halla una perla preciosa
La búsqueda del mercader rinde sus frutos cuando al fin logra encontrar una perla de gran precio, pero aún ha concluido su labor. Es interesante notar que la historia contada por Jesús nos lleva a pensar que lo valioso nunca está a la mano y siempre, como una ley en la vida, se tiene que esforzarse para encontrarlo.
El comerciante ni se cruzó de brazos ni se sentó a esperar que llegara la perla. Tuvo que salir a buscarla.
• El mercader vende todo lo que tiene por la perla preciosa
El mercader está ante una perla cuyo valor sobrepasa su presupuesto y se ve obligado a vender todas sus posesiones con tal de adquirirla. Él puede renunciar a tenerla, pero sabe que está ante una oportunidad única y tal vez irrepetible, por eso decide comprarla, aunque en esa decisión se vaya toda su riqueza.
¿Qué lo lleva a esta determinación? Lo lleva la seguridad de estar ante algo que tiene muchísimo valor y difícilmente podrá encontrar otra igual como esa y por eso renuncia a todo lo que tiene sabiendo que en la vida hay oportunidades que se presenta sólo una vez.
Al final de cuenta el mercader lo único que está haciendo es invertir. Él sabe que su inversión la recuperará con creces. Hoy se queda sin nada, pero mañana tendrá lo que necesita.
• El mercader compra la perla preciosa
Finalmente, el mercader haciendo un esfuerzo superior compra la perla. No estaba en condiciones de hacerlo, pero finalmente lo ha hecho y tiene en su posesión algo muy valioso que en la primera oportunidad rendirá sus frutos o traerá bendición a su existencia.
Jesús usó está historia para enseñarnos varias verdades.
1. El evangelio tiene un valor incalculable. El reino de los cielos es algo valiosísimo para quienes le dan cabida en su vida o para aquellos que se deciden a volverse súbditos de Cristo, quien es el Señor de ese reino. Contrario a lo que muchos pensaban en aquella época y hoy piensan algunos no es una perdida.
2. Se tiene que dejar todo o se tiene que pagar un precio. Por supuesto que es un precio alto porque ese es su valor. Lo que se encuentra a la mano o pulula no necesariamente tiene valor. El evangelio vale y vale mucho. Hay que “pagar” con una vida incondicional al Rey de ese reino.
3. Demanda esfuerzo. Vivir para Dios jamás podrá ser sinónimo de cruzarse de brazos y sólo esperar. Hay un “hacer y un quehacer” que sus seguidores deben realizar.
Lo mismo pasa también con el Reino de los Cielos. La Buena Nueva de ese Reino conmueve los corazones, despierta una alegría desbordante, causa una entrega apasionada. Los que oyen y comprenden esta noticia, arriesgan todo lo que tienen para ganar a Dios y su Reino.
Es la oportunidad única de toda su vida. Esta suerte incomparable hay que aprovecharla a riesgo de todos los medios y todas las posibilidades. Es el verdadero y único valor que vale la pena en este mundo. Una ganancia extraordinaria y eterna espera a los que se juegan la vida por Dios y su Reino.
Además, la parábola doble quiere decirnos que Dios ofrece a cada uno de sus hijos esta ocasión única para la salvación: al rico mayorista en este caso.
También hoy en día Dios da esta oportunidad. Porque la humanidad de nuestro tiempo sigue buscando su suerte duradera, lo mismo como en el tiempo de Jesús. Me parece que también todos nosotros estamos todavía en camino, en busca de este tesoro.
• ¿Quién de nosotros puede decir que ya encontró en Dios la dicha para siempre?
• ¿Quién de nosotros realiza su vida con esa alegría desbordante que caracteriza a los que hallaron la felicidad en Dios?
• ¿Y quién de nosotros está dispuesto a arriesgar todo lo suyo para ganar ese tesoro celestial?.