La parábola de la Red
Abrimos nuestra Biblia y nos dirigimos a San Mateo 13, 47 al 50.
Un llamado a la conversión
47 En la parábola del Reino de los Cielos, se nos presenta una figura que simboliza la invitación de Dios a la conversión: una red que se ha echado al mar y recoge peces de todas clases.
48 Cuando esta llena, los pescadores la sacan a la orilla, se sientan, escogen los buenos peces y los echan en canastos, y devuelven al mar los que no sirven.
49 Así pasará al final de los tiempos: vendrán los Ángeles y separarán a los malos de entre los buenos, y los arrojarán al horno ardiente.
50 Allí será el llanto y el rechinar de dientes.
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.
El Reino de los Cielos
Es el hogar de Dios, de su Hijo y del Espíritu Santo, acompañados con Santa María, la madre de Jesús, los Santos Ángeles y todos los bienaventurados que eligieron a Dios por sobre todas las cosas.
Es un lugar donde no hay ni habrá hambre ni muerte, ni dolor ni llanto, solo Amor, Alegría y una eterna Paz que recibiremos de Dios por siempre.
La Red Barredera
Es la invitación, el llamado de Jesús a la conversión, es el pedido de Dios encaminado a la Santidad.
Es la voz del Espíritu Santo que nos dirige a Jesús y todo eso ministrado en la Iglesia Universal de Cristo: La Iglesia Católica Apostólica Romana.
Lanzada al mar
Y el mar es nuestro mundo, con tormentas y corrientes que nos llevan allí y nos llevan allá.
Cada corriente que muchas veces nos arrastra y nos acerca más al abismo que a la luz.
Jesús no pertenece a nuestro mundo, pero descendió y se hizo igual a nosotros en naturaleza pero no en el pecado.
Y así lanzó su red que es el llamado a la Conversión.
Recogiendo peces de todas clases
Allí es donde el Amor de Dios es increíblemente notable.
Su misericordia y el afecto que tiene por la humanidad no puede medirse.
No excluye ni se detiene a pensar: "¿A quién quiero salvar?" o "¿Quién merece ser sanado?"
Cristo salva a injustos y pecadores, sana a enfermos de todas clases.
Llama y ofrece su Amor a todos, incluyendo a los ladrones, mentirosos, estafadores, prostitutas, asesinos y a todos aquellos que, a pesar de sus errores y equivocaciones, gritan: "Jesús, hijo de David, ten compasión de mí!"
Para que cada uno de nosotros tenga la oportunidad de redimirnos y encaminarnos en dirección a Jesús.
Devolviendo al mar los peces que no sirven
En algunas traducciones se utiliza el término "Malos peces..."
No justamente quiere decir que sean malas personas, sino que son aquellos que no acogieron la Palabra de Jesús, son aquellos que prefirieron ser como son y no dejarse moldear por el gran Alfarero.
Ellos son libres para volver al mundo, ese mundo donde muchos son conquistados por el brillo del oro y por el poder de la riqueza a costa del intenso trabajo y sufrimiento de las personas con menos recursos, un mundo donde son entretenidos con el encanto de la carne y seducidos por el perfume del placer.
Y así ciegos, lentamente nos arrastra, como dice en el versículo 50 del mencionado capítulo: "...y los arrojarán al horno ardiente. Allí será el llanto y el rechinar de dientes"
Un llamado a la conversión
Mi hermano, hermana, amigo, amiga, no pierdas más tiempo, sin importar quién seas, de dónde seas, tu credo o forma de pensar, tu clase social o sin importar lo que hayas hecho, Jesús y con su sincero Amor te invita constantemente a la perfecta felicidad, a la Paz eterna.
Déjate llevar por esta gran Red de Amor, y con seguridad te digo que te acercarás a Jesús, y te prometo que Él a ti llegará primero.
Que Dios te bendiga hoy y siempre.