María en las persecuciones y la Patristica
Características y criterios generales de los Padres de la Iglesia.
En la historia de la mariología la doctrina mariana ha sido siempre un lugar privilegiado para que todos los criterios fundamentales se hayan mantenido para la recta interpretación de la fe de la Iglesia en la revelación divina trasmitida en la tradición. Las distintas confesiones de la fe, desde el comienzo de la vida de la Iglesia hasta hoy, han mantenido un hilo conductor en este desarrollo. Sus diferentes formulaciones cristológicas, trinitarias y eclesiológicas han ayudado a mantener intacta la tradición de la era apostólica, explicando lo que se ha ido aclarando a lo largo del tiempo de la historia de la doctrina cristiana, y la han ampliado incluyendo la totalidad de las verdades que vive el cristiano de hoy, cómo por ejemplo el credo de Pablo VI que contiene los dos dogmas recientes marianos Inmaculada Concepción y Asunción. Los primeros padres de la Iglesia son todos aquellos que vivieron en los primeros siglos que presentaban estas características comunes: la cercanía histórica a los acontecimientos originales de la revelación, fidelidad a la tradición y a la correcta interpretación de la Sagrada Escritura, el testimonio personal auténtico de vida cristiana y de pertenencia a la Iglesia, la capacidad de ser puente evangelizador entre la cultura judeo-cristiana y las diferentes culturas correspondientes en esos primeros siglos. Se puede decir que ellos ubicaron preferiblemente el misterio de María entre el misterio de Cristo y el misterio de la Iglesia. Los elementos mariológicos de los padres de acuerdo a la tradición y la Sagrada Escritura más importantes son: 1. En María se cumplieron las escrituras, los profetas y la ley 2. María Hija de Sión 3. María Nueva Eva 4. La realidad personal de María y su singularidad en la Historia de la salvación 5. La virginidad de María y la virginidad de la Iglesia 6. La purificación de María con relación a su concepción y a la concepción y parto de Jesús 7. María Madre de Dios 8. María madre de los discípulos 9. La asunción de María 10. María en los relatos apócrifos 11. María y la Iglesia Cuerpo místico de Cristo De todos estos elementos mariológicos propios de los Padres vamos a centrar el discurso sobre el principio teológico de la maternidad de María: la divina ó Theotokos (San Cirilo, San Atanasio entre otros), la maternidad espiritual ó Nueva Eva-Hija de Sión, y la relación de esta maternidad con la virginidad y con la Iglesia (San Ambrosio, San Agustín entre otros).
MARÍA THEOTOKOS: MADRE DE DIOS
Los primeros Padres se enfrentaron a muchas dificultades para defender la doctrina y permitir un auténtico desarrollo de las comunidades cristianas frente a los primeros errores sobre la naturaleza divina y humana de Cristo, sobre todo a causa del influjo de las religiones paganas, del sincretismo gnóstico dentro de alguna corriente del judeo-cristianismo. Unos negaban a Jesús como el mesías y por tanto como Dios, los otros creían en la divinidad de Jesús pero negaban que fuese solo uno. El verbo de Dios no podía haberse encarnado dado que la materia no era parte del plan divino. Dentro de estas visiones de Cristo María como madre-virgen del Hijo de Dios según la revelación no tenía ninguna cabida, por lo cual los padres, al reafirmar la doctrina trasmitida desde Cristo por los Apóstoles fueron desarrollando la doctrina de la maternidad divina. San Ignacio obispo de Antioquía (+110) habló de la verdadera maternidad de María como garantía de la encarnación del Hijo de Dios y de que esta maternidad fue debido a una concepción verdaderamente virginal y esto hizo parte del núcleo primitivo del símbolo de la fe. La economía de Dios tenía establecido el misterio de la concepción embarazo y parto de María como la muerte y la resurrección de Cristo y esto significa que existe una unidad del acontecimiento de Cristo: él es el hijo de Dios y el Hijo de María. Justino (+165) e Ireneo (+200) insisten sobre el cumplimiento de la sagrada Escritura en Jesús sobre todo de Is 7, 14 que avala la realización del plan divino de la nueva creación en la encarnación. María virgen nueva Eva es la semilla de mujer que da el fruto que contrarresta el pecado original de la primera Eva y concibe y da a luz al hijo varón nuevo Adán. Por esto el signo dado por Dios de la virgen-madre vale para toda la humanidad. Ya en las primeras fórmulas de fe aparece incluida la concepción virginal de Cristo por obra del Espíritu Santo en María. Tertuliano a su vez habla de (160-240) la utilidad de la venida del Espíritu Santo sobre María para justamente realizar el misterio de la encarnación del ser divino en la carne de María. Desde Nicea a Calcedonia (325-451) en los diferentes Sínodos se fue progresivamente reafirmando la maternidad divina de María, junto a su virginidad fecunda por obra del Espíritu Santo: en el Concilio Constantinopolitano I (381), en el Concilio de Éfeso (431) donde se proclamó María Theotokos, título defendido por San Cirilo, patriarca de Alejandría, frente a la propuesta de Nestorio patriarca de Constantinopla, de definir a María como Cristotokos (la que ha dado a luz a Cristo). Este segundo título fue condenado por el Concilio. María fue proclamada como madre de la única persona de Jesús, verdadero hombre por la carne de María y verdadero Dios por la obra del Espíritu Santo, sin concurso de semilla de varón. Por último el Concilio de Calcedonia (451) reafirma las dos naturalezas de Jesús en la unidad de la única persona de Jesús. San Atanasio (373) dentro de la doctrina trinitaria que desarrolló, defendió la unidad personal entre la naturaleza divina y la humana, unidad realizada después de la encarnación y que se expresaba en María Madre de Dios Theotokos. Así él habla de la triple maternidad de María: maternidad real dado que Cristo en María asumió la naturaleza humana, virginal porque María se hizo madre sin concurso de varón y por obra del Espíritu Santo, y única aporque nunca María perdió su virginidad y hasta el final perseveró en ella como lo atestigua el hecho que el mismo Jesús la entregó a Juan en la cruz. También los padres capadocios defienden la maternidad divina: Basilio el Grande (+379), Gregorio de Nisa (+394) y Gregorio Nacianceno (+390). En conclusión la doctrina de la maternidad divina de María fue siempre afirmada desde el comienzo, defendida y trasmitida por todos los padres, tanto griegos como latinos y dio pie para la comprensión de la maternidad espiritual y la maternidad de los miembros del cuerpo místico de Cristo.
MARÍA NUEVA EVA
El contenido esencial de lo que se encuentra en el Nuevo Testamento y generalmente se entiende por la maternidad espiritual de María, con su significación cristológica, eclesiológica correspondiente, a partir de la realización en ella de las tipologías de la figura de la Hija de Sión, de Eva madre de los vivientes y de la ciudad madre de Jerusalén ; se supone fue comunicado de forma oral y escrita por medio de los hechos y de las palabras de María relacionadas a nuestro Señor y además por su presencia histórica post-pascual entre sus discípulos a la espera del Espíritu prometido. Tal realidad se vio reflejada directamente e indirectamente en el desarrollo de la tradición apostólica, sub apostólica y de los Padres de la Iglesia, que le fue dando cuerpo y continuidad a este hecho maternal. A pesar de que el concepto teológico de la maternidad espiritual como tal y la generalización de la práctica devocional correspondiente se desarrollaron más tardíamente al respecto, es valorable la sutil hilación en los Padres que paulatinamente fueron expresando esta dimensión mariana y maternal de la salvación con respecto al misterio de Cristo y de la Iglesia, y no como un tema teológico autónomo. Lo más evidente es que la característica de la patrología en general fue más por sus razones apologéticas sistemáticas en orden a Cristo y a la Iglesia que propiamente mariológicas, por lo cual los elementos mariológicos se utilizaron para ese fin y no al revés. La cercanía de los Padres a las fuentes le permitió asumir y expresar a lo largo del primer milenio la realidad explicita o subyacente de la doctrina de la maternidad espiritual de María, y que después fueron utilizados teológicamente en los siglos posteriores, sobre todo tomando en cuenta a María Nueva Eva causa de salvación; la maternidad con respecto a la vida del alma y de la Iglesia; subdivisión que de una manera agrupa los distintos autores utilizados, sin con eso haber querido abarcar todo el universo patrístico. Con respecto al desarrollo de María Hija de Sión aparece novedosamente en San Atanasio como madre de Sión que se considera posiblemente como la más antigua correlación con el tema de la Hija de Sión y posteriormente San Ambrosio. Entre los aportes en germen a la maternidad espiritual de María en esta época, el elemento asuncionista presente en la manuscritos apócrifos y muchas homilías de origen patrístico, que desde sus comienzos expresan la relación original entre María madre nuestra y los discípulos y apóstoles, y que se dilató en su misión maternal celestial a partir de su gloriosa asunción.
MARÍA MADRE DEL CUERPO MÍSTICO DE CRISTO
San Agustin (+ 430), fue obispo de Hipona, padre de la Iglesia es muy utilizado en la mariología con respecto a su maternidad relacionada con Cristo y con la Iglesia. Esta visión de la maternidad de Agustín tiene su origen en los escritos de San Pablo sobre el tema del cuerpo místico de Cristo. Hay una evidente relación de continuación teológica entre Pablo y Agustín en el desarrollo de la doctrina del cuerpo. Cristo tomó el cuerpo de la carne, lo sometió a la ley, a semejanza de la carne del pecado, se hizo pecado por nosotros, sometido al poder de la muerte dio muerte al pecado para siempre. Para San Agustín, de la carne de María el Señor tomó esta carne; ha caminado, y esta misma carne nos la ha dado a comer para la salvación. En la realidad de este cuerpo se realiza la función de cada quien con miras al bien del conjunto; implicación eclesiológica; el cuerpo de cada cristiano tiene que resucitar como el Señor; implicación soteriológica; es miembro de Cristo; implicación Cristológica, templo del Espíritu Santo; implicación pneumatológica. Por eso seguimos el mismo destino de Cristo, que tomó el cuerpo de la carne que lo sometió a la ley y permitió la reconciliación con el Padre por la muerte de su propio cuerpo entregado, implicación soteriológica, haciendo nacer Cristo y formándolo en nosotros, implicación mariológica. Esta visión corporal, muy cercana a la experiencia eucarística de la comunidad, integra el significado cristológico y soteriológico con una dimensión subyacente que mira al fin del hecho que se ha generado en la obra de la salvación a partir de Cristo, y que es la realización del misterio de Cristo y de la Iglesia por obra del Espíritu.