El Evangelio de Juan: Un Misionero en el Mundo
El Evangelio de Juan es distinto a los otros tres evangelios. Su visión de Jesús, su lenguaje misterioso y el enfoque de su obra lo convierten en un evangelio singular. Se ha dicho que es un evangelio espiritual, y con razón. Sin embargo, también es el evangelio que más insiste en la encarnación de Jesús y en los detalles más humanos de su vida. La divinidad y la encarnación aparecen así como dos caras de un mismo misterio.
Consta de 21 capítulos y 879 versículos. Es una respuesta a la situación que vive su comunidad y contiene una profunda reflexión acerca del misterio de Jesús. Los que se encuentran con Él y lo aceptan van descubriendo progresivamente la hondura de este misterio, mediante la fe. Y los que lo rechazan, por falta de fe, terminan en la oscuridad y ceguera de su pecado.
El autor es Juan, el discípulo amado de Jesús. Su madre Salomé es del grupo de las mujeres que seguían a Jesús para servirlo y está presente en el Calvario. Juan figura siempre en la lista después de Pedro y es uno de los tres íntimos de Jesús.
Juan escribió la sustancia de su Evangelio a fines del siglo I, cuando ya habían muerto los demás apóstoles y evangelistas. Y luego fue completado y redactado por sus discípulos.
La comunidad a la que se dirige Juan vivía una situación difícil y compleja: había grupos que no aceptaban la superioridad de Jesús sobre Juan Bautista, y otros que no aceptaban la divinidad de Jesús.Externamente, había rechazo y persecución. Sus perseguidores son los judíos que aparecen en cada página de su evangelio y que expulsaban de la Sinagoga a los cristianos de esa comunidad. Por eso, esos cristianos vivían atemorizados; algunos tenían miedo de aparecer como discípulos; otros habían abandonado la comunidad.
En este contexto, Juan escribió su Evangelio para responder a la polémica sobre la divinidad y humanidad de Jesús, profundizando en el misterio de su encarnación y muerte. Y ante la tentación de huir del mundo, exhorta a los discípulos para que afiancen su fe en Jesús y, unidos a él, salgan al mundo para dar testimonio de la verdad.
El Lenguaje y la Estructura del Evangelio de Juan
El Evangelio de Juan es rico en discursos y tiene una manera de hablar profunda, reflexiva, abstracta, en ocasiones. Juan parece un teólogo. Por eso, su lenguaje es para adultos en la fe. Habla con los nuevos conceptos que se manejaban en la cultura helenística: luz-tinieblas, vida, amor, logos…y los adapta a la concepción cristiana de la fe. Parte de realidades concretas: el agua, el pan, el nacimiento, la vida, la luz…pero luego las transforma y nos transporta a otras realidades superiores, a través del símbolo.
Juan emplea mucho el diálogo: Nicodemo-Jesús, Samaritana-Jesús; judíos-Jesús, ciego de nacimiento-Jesús, etc. para exponer su enseñanza de una forma más viva y participativa.
El Evangelio se presenta separado en dos grandes secciones, precedidas de un prólogo y seguidas de un epílogo:
Prólogo y Testimonios (1, 1-51)
Anticipa los grandes temas del evangelio: la Palabra, la Vida, la Luz, la Verdad, el mundo, las tinieblas…y junto a él, los primeros testimonios, que presentan a Juan como el último gran profeta que señala a Jesús como el Mesías.
El Libro de los Signos (2-12)
Se narran siete milagros-signos. Lo importante no son los milagros en sí, sino revelar a Jesús como Vino nuevo, como Hombre Nuevo, como Luz, como Agua viva, como Resurrección, etc.
El Libro de la Pasión y Pascua (13-20)
Tiene dos secciones: los discursos de despedida (13-17) y la pasión y gloria (18-21).
Epílogo (21, 1-25)
Reúne diversas apariciones de Jesús, en las que el discípulo amado ocupa un lugar importante, junto con Pedro.
La Teología del Evangelio de Juan
El Evangelio de Juan es una respuesta a la situación que vive su comunidad. A la polémica sobre la divinidad y humanidad de Jesús, el evangelista responde profundizando en el misterio de su encarnación y muerte. Y ante la tentación de huir del mundo, exhorta a los discípulos para que afiancen su fe en Jesús y, unidos a él, salgan al mundo para dar testimonio de la verdad.
Ante Jesús hay que decidirse: o se acepta a Jesús o se lo rechaza. Los que se encuentran con Jesús y lo aceptan van descubriendo progresivamente la hondura de este misterio: lo reconocen como Señor, Profeta, Mesías y Salvador del mundo, y, sobre todo, como Hijo de Dios. Y los que no lo aceptan, siguen en su oscuridad, en la ceguera de su corazón.
La Oración del Padre
Oremos:
- Señor, si Tú eres la Palabra, háblanos.
- Si Tú eres la Luz, ilumínanos.
- Si Tú eres la Vida, vivifícanos.
- Si Tú eres la Verdad, enséñanos.
- Si Tú eres el Camino, condúcenos al Padre.
- Si Tú eres la Resurrección, resucítanos.
- Si Tú eres el Pan vivo, aliméntanos.
- Si Tú eres el Agua viva, sácianos.
- Si Tú eres el Pastor, guíanos a tus pastos de salvación.
- Si Tú eres el Hombre Nuevo, haznos hombres nuevos a nosotros.
- Si Tú eres el Vino Nuevo, embriáganos.
- Amén.