Características y criterios generales de los Padres de la Iglesia en la mariología
La doctrina mariana ha sido siempre un lugar privilegiado para que todos los criterios fundamentales se hayan mantenido para la recta interpretación de la fe de la Iglesia en la revelación divina trasmitida en la tradición. Sus diferentes formulaciones cristológicas, trinitarias y eclesiológicas han ayudado a mantener intacta la tradición de la era apostólica, explicando lo que se ha ido aclarando a lo largo del tiempo de la historia de la doctrina cristiana.
Los primeros Padres de la Iglesia
Los primeros padres de la Iglesia son aquellos que vivieron en los primeros siglos que presentaban las siguientes características comunes:
- Cercanía histórica a los acontecimientos originales de la revelación
- Fidelidad a la tradición y a la correcta interpretación de la Sagrada Escritura
- Testimonio personal auténtico de vida cristiana y de pertenencia a la Iglesia
- Capacidad de ser puente evangelizador entre la cultura judeo-cristiana y las diferentes culturas correspondientes en esos primeros siglos
Se puede decir que ellos ubicaron preferiblemente el misterio de María entre el misterio de Cristo y el misterio de la Iglesia.
Elementos mariológicos de los Padres
Los elementos mariológicos de los padres de acuerdo a la tradición y la Sagrada Escritura más importantes son:
- En María se cumplieron las escrituras, los profetas y la ley
- María Hija de Sión
- María Nueva Eva
- La realidad personal de María y su singularidad en la Historia de la salvación
- La virginidad de María y la virginidad de la Iglesia
- La purificación de María con relación a su concepción y a la concepción y parto de Jesús
- María Madre de Dios
- María madre de los discípulos
- La asunción de María
- María en los relatos apócrifos
- María y la Iglesia Cuerpo místico de Cristo
María Theotokos: Madre de Dios
Los primeros Padres se enfrentaron a muchas dificultades para defender la doctrina y permitir un auténtico desarrollo de las comunidades cristianas frente a los primeros errores sobre la naturaleza divina y humana de Cristo, sobre todo a causa del influjo de las religiones paganas, del sincretismo gnóstico dentro de alguna corriente del judeo-cristianismo.
Para defender la doctrina de la maternidad divina, los padres reafirmaron la doctrina trasmitida desde Cristo por los Apóstoles. San Ignacio obispo de Antioquía (+110) habló de la verdadera maternidad de María como garantía de la encarnación del Hijo de Dios y de que esta maternidad fue debido a una concepción verdaderamente virginal.
La economía de Dios tenía establecido el misterio de la concepción embarazo y parto de María como la muerte y la resurrección de Cristo, lo que significa que existe una unidad del acontecimiento de Cristo: él es el hijo de Dios y el Hijo de María.
María Nueva Eva
El contenido esencial de lo que se encuentra en el Nuevo Testamento y generalmente se entiende por la maternidad espiritual de María, con su significación cristológica, eclesiológica correspondiente, a partir de la realización en ella de las tipologías de la figura de la Hija de Sión, de Eva madre de los vivientes y de la ciudad madre de Jerusalén.
A partir de la realización en ella de estas tipologías, se supone que María fue comunicada de forma oral y escrita por medio de los hechos y de las palabras de María relacionadas a nuestro Señor y además por su presencia histórica post-pascual entre sus discípulos a la espera del Espíritu prometido.
María Madre del Cuerpo Místico de Cristo
San Agustin (+ 430), fue obispo de Hipona, padre de la Iglesia es muy utilizado en la mariología con respecto a su maternidad relacionada con Cristo y con la Iglesia.
Esta visión de la maternidad de Agustín tiene su origen en los escritos de San Pablo sobre el tema del cuerpo místico de Cristo. Hay una evidente relación de continuación teológica entre Pablo y Agustín en el desarrollo de la doctrina del cuerpo.
Para San Agustín, de la carne de María el Señor tomó esta carne; ha caminado, y esta misma carne nos la ha dado a comer para la salvación. En la realidad de este cuerpo se realiza la función de cada quien con miras al bien del conjunto; implicación eclesiológica; el cuerpo de cada cristiano tiene que resucitar como el Señor; implicación soteriológica; es miembro de Cristo; implicación Cristológica, templo del Espíritu Santo; implicación pneumatológica.
Por eso seguimos el mismo destino de Cristo, que tomó el cuerpo de la carne que lo sometió a la ley y permitió la reconciliación con el Padre por la muerte de su propio cuerpo entregado, implicación soteriológica, haciendo nacer Cristo y formándolo en nosotros, implicación mariológica.