La importancia del don del entendimiento en nuestra fe católica
El don del entendimiento es un don precioso que nos permite comprender las escrituras, lo que Dios quiere con nosotros y cómo responder a sus llamados. A través del bautismo y la confirmación, recibimos los dones del Espíritu Santo, pero el don del entendimiento es un don que sigue siendo un misterio en la totalidad de su complejidad.
Dios revela amorosamente a quien lo pide, y Jesús mismo nos enseña que el entendimiento viene con el tiempo. En el Evangelio de Juan, Jesús dice: "Ahora tú no comprendes lo que yo hago, pero lo entenderás después" (Juan 12:16). Sus discípulos no entendieron esto al principio, pero después, cuando Jesús fue glorificado, entonces se acordaron de que esto se había escrito de Él, y de que le habían hecho estas cosas.
El don de entendimiento tiene como principal objeto las verdades reveladas. Es indudable que Jesús, ya desde niño, lo poseía perfectísimamente. A los doce años, en el Templo, producía la mayor admiración entre los doctores de la ley: "Cuantos le oían quedaban estupefactos de su inteligencia y de sus respuestas" (Lucas 2:47). Y como Jesús "crecía en sabiduría y edad y gracia ante Dios y ante los hombres" (Lucas 2:52), aún se acrecentó en él con los años este don de entendimiento.
Sin embargo, para muchos, el entendimiento de Dios no llegará a crecer o madurar. Según la Escritura, "para los incrédulos, cuyo entendimiento cegó el Dios de este mundo para impedir que vean brillar el resplandor del Evangelio de la gloria de Cristo, que es imagen de Dios" (2 Corintios 4:4).
También hay quienes niegan creer en la Iglesia y la única verdad, y tienen verdades pero no reconocen la presencia verdadera de la carne y sangre de Cristo en el pan y el vino, aunque Jesús repitió que es verdadera comida y vida. Es el caso de muchos sectarios que por interpretaciones de hombres confundidos caen hasta blasfemar contra Dios.
En otros casos, el entendimiento puede tardar más en llegar, pero llega finalmente, como se ve en el caso de muchos que les contó mucho pero por tener un corazón abierto lograron entender la verdad y muchas cosas que antes dudaban ahora las tienen como certeza firme.
Es importante destacar que el entendimiento de las escrituras no se puede hacer de manera privada y sin ayuda de alguien que tenga autoridad. En Hechos 8:31, se nos dice que "el contestó: '¿Cómo lo puedo entender si nadie me hace de guía?'" Y rogó a Felipe que subiese y se sentase con él.
Además, según 2 Pedro 3:16, "lo escribe también en todas las cartas cuando habla en ellas de esto. Aunque hay en ellas cosas difíciles de entender, que los ignorantes y los débiles interpretan torcidamente – como también las demás Escrituras – para su propia perdición."
Los dones que nos permiten buscar la unidad nos permiten llegar a la unidad de verdad, no a miles, como Cristo sobre Pedro estableció su Iglesia y no miles. El don del entendimiento nos lleva a creer en una sola y singular verdad, como se ve en Efesios 4:3-8:
"Poniendo empeño en conservar la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz.
Un solo Cuerpo y un solo Espíritu, como una es la esperanza a que habéis sido llamados.
Un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo,
un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos, por todos y en todos.
A cada uno de nosotros le ha sido concedido el favor divino a la medida de los dones de Cristo.
Por eso dice: Subiendo a la altura, llevó cautivos y dio dones a los hombres."