El don de la fortaleza
El don de la fortaleza es un espíritu divino, un hábito sobrenatural que fortalece al cristiano para que pueda ejercitar sus virtudes heroicamente y superar con invencible confianza todas las adversidades de este tiempo de prueba y lucha, que es su vida en la tierra.
Cuando el Espíritu Santo activa en los fieles el don de la fortaleza, se ven asistidos por la fuerza misma del Omnipotente y superan con facilidad y seguridad toda clase de pruebas, sean internas o externas. Los cristianos que reciben este don prestan servicios que exigen una abnegación heroica con naturalidad y soportan sin queja alguna la soledad, el desprecio, la marginación y toda clase de adversidades, ordinarias o extraordinarias.
El Catecismo de la Iglesia Católica nos dice que la fortaleza asegura, en las dificultades, la firmeza y la constancia en la práctica del bien. Las Sagradas Escrituras nos dicen:
"Por lo demás, fortaleceos en el Señor y en la fuerza de su poder. 11. Revestíos de las armas de Dios para poder resistir a las acechanzas del Diablo."
Efesios 6, 10-11
"Yo te amo, Señor, tú eres mi fortaleza, Señor, mi roca, mi alcázar, mi libertador; Dios mío, peña mía, refugio mío, escudo mío, mi fuerza salvadora, mi baluarte"
Salmo 17,2-3
"El Señor es mi fuerza y escudo; en Él confía mi corazón. El Señor es fuerza para su pueblo, apoyo y salvación para su Ungido"
Salmo 27,7-8
"11. Fortalecidos plenamente con el poder de su gloria, adquirirán una verdadera firmeza y constancia de ánimo,"
Colosenses 1, 11
"13. Todo lo puedo en aquel que me fortalece."
Filipenses 4,13
El don de la fortaleza nos llena de un deseo insaciable que nos sostiene y nos da el poder de oponernos a los males y seguir adelante con los actos virtuosos que nos llevan a Dios y al cielo. Y por eso el don de la fortaleza nos acompaña hasta la vida de gloria, donde el acto de valor es el gozo de verse absolutamente libre de los afanes y los males.