La Justificación: Un Enfrentamiento entre Fe y Obras
La enseñanza de la justificación por la sola fe es una creencia común entre las distintas denominaciones protestantes. Sin embargo, la Iglesia Católica enseña que aunque la fe es importante, la justificación es un proceso que tiene etapas y un final. La fe sólo inicia el proceso de justificación, no es un acontecimiento singular de sola fe.
¿Qué significa la justificación?
La justificación es el término teológico que se refiere a la base sobre la que el hombre puede entrar en la vida eterna. Es el medio por el cual un pecador es justificado o hecho justo ante Dios. Como Dios es perfecto, trascendente y santo, y el hombre imperfecto, mortal y pecador, debe haber una razón justificable por la que Dios permita a la criatura baja vivir con Él para siempre.
Fe y "sola"
¿Enseñó el apóstol Pablo la justificación por la sola fe? La respuesta es no. San Pablo usó la palabra "fe" más de doscientas veces en el Nuevo Testamento, pero nunca la juntó con las palabras "sola" o "sólo". Si Pablo no pretendió enseñar la "sola fe", entonces, ¿cómo explicamos su afirmación en Romanos 3:28 de "... que el hombre es justificado por la fe aparte de las obras de la ley"?
El principio de obligación de San Pablo
Para entender la relación entre fe y obras, necesitamos entender uno de los más fundamentales principios en la teología de Pablo - el principio de obligación legal o deuda. Pablo usa el ejemplo del empleador que está obligado a pagar a su empleado por su trabajo. La obligación se refiere a una compensación medida que es legalmente debida por el empleador al empleado.
La fe: el comienzo de la salvación
En contraste con las obras realizadas en un intento de obligar a Dios, Pablo habla de la justificación por la gracia de Dios por medio de nuestra fe. Dios es un ser personal que quiere que el hombre se relacione con Él personalmente. La fe es intrínsecamente personal, es la palabra ideal para describir a quien reconoce la verdadera identidad de Dios; a quien se interesa sinceramente por los propósitos y planes de Dios.
¿Pero acaso justifican las obras?
A pesar de que en muchos pasajes de la Escritura Pablo se esfuerza por distinguir entre fe y obras, en otros crea la más íntima conexión entre fe y obediencia a la ley de Dios. La conexión es tan fuerte que es verdaderamente bíblico afirmar que sin obediencia a la ley es imposible ser justificado y entrar en el Reino del Cielo.
Las obras de la ley
Pablo no enseña que las obras de la ley, entendidas en el sentido apropiado, sean siempre la antítesis de la justificación. Las obras que Pablo requiere en Romanos 2:5-10 no son las que considera que ponen a Dios en una posición de obligación a pagar al individuo con la vida eterna. Antes bien, se presume que aquellos que "perseveran en hacer el bien" y que "buscan gloria, honor e inmortalidad" están haciéndolo bajo el impulso de la gracia y misericordia de Dios.
Romanos 2: 5-10: la recompensa de las buenas obras es la vida eterna
S. Pablo es claro al afirmar que Dios salva o condena basándose en las obras realizadas por el individuo. Consecuentemente, es también verdad que "ira e indignación" se refiere a lo contrario a la vida eterna, a saber, a la condenación eterna. Las buenas obras de Romanos 2:6-8, hechas en el contexto del arrepentimiento del pecado, son obras que presuponen la fe en Dios, así como un reconocimiento del pecado personal.
La conclusión
La conclusión debe ser que las obras son necesarias para la justificación, y, de hecho, son uno de los fundamentales factores determinantes para obtener o no la salvación. Decimos esto con la salvedad de que Pablo condena rotundamente las obras hechas jactándose con la intención de obligar a Dios a pagar al trabajador con la salvación.