María guardó y cumplió la palabra de Dios
Si alguno me ama, guardará mi palabra, y mi padre le amará, vendremos a él, y haremos morada en él (Jn 14,23)
Estás expresiones se dirigen a los discípulos, pero se pueden aplicar al máximo grado a Aquella que es la primera y perfecta discípula de Jesús. María de hecho observó primera y plenamente la palabra de su hijo, demostrando así que lo amaba no solo como madre, sino antes como sierva humilde y obediente; por esto Dios Padre la amó y tomo morada en ella la Santísima Trinidad.
La Anunciación a María inaugura «la plenitud de los tiempos»(Ga 4, 4), es decir, el cumplimiento de las promesas y de los preparativos. María es invitada a concebir a aquel en quien habitará «corporalmente la plenitud de la divinidad» (Col 2, 9). La respuesta divina a su «¿cómo será esto, puesto que no conozco varón?» (Lc 1, 34) se dio mediante el poder del Espíritu: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti» (Lc 1, 35).
Y aún más, allí donde Jesús promete a sus amigos que el espíritu santo les asistirá ayudándoles a recordar cada una de sus palabras y a comprenderlas profundamente (Jn 14,26)
¿Cómo no pensar en María, que en su corazón, templo del Espíritu meditaba e interpretaba fielmente todo lo que su hijo decía y hacía?
La santísima virgen María es la más Santa de todas las criaturas, llena de gracia y de virtudes, concebida sin pecado original, que es madre de Dios y madre nuestra.
María es la criatura más excelsa salida de las manos de Dios.
Podemos imaginarnos cómo será María qué es la mujer proyectada y realizada por un Dios Omnipotente, para ser su propia madre. La bienaventurada virgen María es madre de la iglesia en el orden de la gracia, porque ha dado a luz a Jesús, el hijo de Dios.
Por eso fue dotada de tantas gracias y privilegios.
Ya en el siglo II se decía: «María, por encima de Ti, sólo Dios; por debajo de Ti, todo lo que no sea Dios.
Lucas 11,27 Mientras él decía estas cosas, una mujer de entre la multitud levantó la voz y le dijo: Bienaventurado el vientre que te trajo, y los senos que mamaste. 28 Y él dijo: Antes bienaventurados los que oyen la palabra de Dios, y la guardan.
María no es solo bienaventurada y llena de Gracia por ser la Madre de Dios, sino que es la primera criatura que recibe el anuncio del Ángel San Gabriel, enviado por Dios, para ser la Madre del Hijo, el Mesías y salvador del mundo, dando su Sí incondicional y sometiéndose a su Voluntad. Cf (LC, 11,27-28)
Lucas 2,19 Pero María guardaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón. María escucha la Palabra y la hace suya, la guarda celosamente en silencio dentro de su corazón y la cumple hasta los pies de la Cruz.
María es el ejemplo primero que siempre se le ocurre al Hijo cuando recibe un piropo o un aviso de la cercanía de su Madre. María es la primera en cumplir la Voluntad del Padre de una manera incondicional, decidida, voluntaria y humilde: «Hágase en mí según tu palabra» (Lc 1,38) fue un asentimiento de fe que abrió todo un mundo de salvación.
Ya había sucedido en otra ocasión algo parecido, y Jesús vuelve a poner a su Madre como ejemplo: Esta bienaventuranza de la Palabra nos recuerda también aquel otro pasaje en el que Jesús llama familiar suyo a todo el que escucha la Palabra de Dios y la pone en práctica: «Mi madre y mis hermanos son aquellos que oyen la Palabra de Dios y la cumplen» (Lc 8,21).
María es Madre y ejemplo para todos sus hijos, y nos anima a recorrer el camino junto a ella en silencio, guardándonos de no caer en tentación y de perseverar unidos en el Espíritu Santo, perdonándonos y escuchándonos y, sobre todo, esforzándonos en escuchar la Palabra de Dios para ponerla en práctica. Y no caminar en tinieblas. ( Salmo 118)
Oración:
Te rogamos, Señor, que a cuantos hoy honramos la gloriosa memoria de la Santísima Virgen María, nos concedas, por su intercesión, participar, como ella, de la plenitud de tu gracia.
Por nuestro Señor Jesucristo…
Un abrazo fraterno en el nombre de Jesucristo y María a todas las madres del mundo.