Jesús, Hijo de Dios y Dios mismo
Es necesario hablar de Jesús como Hijo de Dios y como Dios mismo, ya que este tema abarca un aspecto fundamental de nuestra fe. Al meditar los pasajes bíblicos que nos muestran esta realidad, podemos comprender el misterio de la divinidad de Jesús.
En los Evangelios, al narrar el bautismo de Jesús, siempre mencionan la voz de Dios diciendo: "Tú eres mi Hijo Amado". Esta afirmación se repite en diferentes evangelios:
- Mateo 3, 17: "Este es mi Hijo amado, en quien me complazco."
- Marcos 1, 11: "Tú eres mi Hijo amado, en ti me complazco."
- Lucas 3, 22: "Tú eres mi hijo; yo hoy te he engendrado."
Incluso en el momento de la transfiguración, Dios llama a Jesús como su Hijo.
Marcos 9, 7: "Este es mi Hijo amado, escuchadle."
Es evidente que Dios mismo llama a Jesús su Hijo, por lo que no necesitamos una exégesis bíblica para entender que Jesús es el Hijo de Dios. Además, cuando meditamos el pasaje bíblico más mencionado, Juan 3, 16, podemos leer:
"Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna."
Dicho esto, procedemos a explicar lo que es más difícil de comprender y aceptar para muchos. El hecho de que Jesús es Dios.
Para comprender este punto, necesitamos remontarnos al pasaje bíblico en el que Moisés le pregunta a Dios, cómo podrá hacer que el pueblo de Israel crea que él va de parte de Dios, para anunciarles que Dios les dará la libertad. Al preguntarle el nombre suyo, Dios le dice en Exodo 3, 14:
"Yo soy el que soy." Y añadió: "Así dirás a los israelitas: 'Yo soy' me ha enviado a vosotros."
La importancia de este pasaje bíblico es que Jesús hará ciertas referencias sobre sí mismo, que son un eco de lo dicho por Dios a Moisés. La única diferencia es que en este caso Jesús lo dirá a todas las personas presentes en sus discursos. Esto lo testifican los Evangelios, donde Jesús constantemente dice la expresión "Yo Soy", la cual pertenece a Dios.
Juan 6, 35: "Yo soy el pan de la vida. El que venga a mí, no tendrá hambre, y el que crea en mí, no tendrá nunca sed."
Juan 8, 12: "Yo soy la luz del mundo; el que me siga no caminará en la oscuridad, sino que tendrá la luz de la vida."
Juan 10, 7: "En verdad, en verdad os digo: yo soy la puerta de las ovejas."
Juan 10, 11: "Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas."
Juan 11, 25: "Yo soy la resurrección El que cree en mí, aunque muera, vivirá."
Juan 14, 6: "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí."
Juan 15, 1: "Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el viñador."
Los judíos tenían claro que ese atributo del "Yo Soy" pertenecía única y exclusivamente a Dios. Cuando preguntaron a Jesús en Lucas 22, 70, dijeron todos: "Entonces, ¿tú eres el Hijo de Dios?" El les dijo: "Vosotros lo decís: Yo Soy."
Más aún, en Juan 8:24-25,28 podemos leer lo siguiente:
[24]Ya os he dicho que moriréis en vuestros pecados, porque si no creéis que Yo Soy, moriréis en vuestros pecados."
[25]Entonces le decían: "¿Quién eres tú?" Jesús les respondió: "Desde el principio, lo que os estoy diciendo."
[28]Les dijo, pues, Jesús: "Cuando hayáis levantado al Hijo del hombre, entonces sabréis que Yo Soy, y que no hago nada por mi propia cuenta; sino que, lo que el Padre me ha enseñado, eso es lo que hablo."
También nos dice Jesús en Juan 13:19:
"[19]Os lo digo desde ahora, antes de que suceda, para que, cuando suceda, creáis que Yo Soy."
Lo interesante del caso es que cuando a Jesús lo fueron a apresar, la Biblia nos dice lo siguiente, cuando Jesús pregunta a quién buscan en Juan 18:5-6:
[5]Le contestaron: "A Jesús el Nazareno." Díceles: "Yo Soy." Judas, el que le entregaba, estaba también con ellos.
[6]Cuando les dijo: "Yo Soy", retrocedieron y cayeron en tierra.
Por esta razón acusaron de hereje a Jesús. Podemos ver en Mateo 26:63-65
[63]Pero Jesús seguía callado. El Sumo Sacerdote le dijo: "Yo te conjuro por Dios vivo que nos digas si tú eres el Cristo, el Hijo de Dios."
[64]Dícele Jesús: "Sí, tú lo has dicho. Y yo os declaro que a partir de ahora veréis al hijo del hombre sentado a la diestra del Poder y venir sobre las nubes del cielo."
[65]Entonces el Sumo Sacerdote rasgó sus vestidos y dijo: "¡Ha blasfemado! ¿Qué necesidad tenemos ya de testigos? Acabáis de oír la blasfemia."
Algo irónico en todo esto es que los judíos conocían la profecía del profeta Isaías con referencia al Mesías, la cual se cumple en Jesús. Esto lo testifica Mateo 1:22-23 al decir:
[22]Todo esto sucedió para que se cumpliese el oráculo del Señor por medio del profeta:
[23]Ved que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrán por nombre Emmanuel, que traducido significa: "Dios con nosotros".
Entonces, si Jesús es el Emmanuel, o sea, Dios con nosotros, ¿por qué algunas personas le pesa tanto reconocer esta realidad? Es importante recalcar que no fue hasta el siglo IV que alguien negó la divinidad de Jesús en la Iglesia Primitiva.
Para el año 318 Arrio propagó la idea de que no hay tres personas en Dios sino una sola persona, el Padre. Según Arrio, Jesucristo no era Dios, sino que había sido creado por Dios de la nada como punto de apoyo para su Plan. Claro está, la historia nos muestra que fueron condenados los escritos de Arrio y tanto él como sus seguidores desterrados. Esto se debe a que en el Concilio de Nicea, el 20 de mayo del 325 D.C., donde el partido anti-arriano bajo la guía de San Atanasio, diácono de Alejandría, logró una definición ortodoxa de la fe y el uso del término homoousion (consustancial, de la misma naturaleza) para describir la naturaleza de Cristo:
"Creemos en un solo Dios Padre omnipotente… y en un solo Señor Jesucristo Hijo de Dios, nacido unigénito del Padre, es decir, de la sustancia del Padre, Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no hecho, consustancial al Padre…"
(Mando de Doctrina Católica Denzinger – Dz 54).
Más aún, bajo el gobierno del emperador Valentiniano (364-375), el cristianismo ortodoxo fue restablecido en Oriente y Occidente, y la ejemplar acción de los Padres Capadocios (San Basilio y San Gregorio Nacianceno) condujo a la derrota final de la herejía arriana o arrianismo en el Concilio de Constantinopla en el año 381.
Como podemos ver, tanto la Biblia como la historia nos muestra que Jesús es Dios Hijo y en consecuencia, la Segunda Persona de La Santísima Trinidad.