¿Qué es la Verdad?
Paz y bien amados hermanos, bendiciones a todos ustedes en el nombre del Señor Jesucristo, el día de hoy tenemos un tema muy bello e importante para nuestra formación, y es necesario entonces preguntarnos hoy:
Que es la verdad?, iniciamos con un texto de San Juan 18, 37-38
“Pilato le preguntó: «Entonces, ¿tú eres rey?» Jesús respondió: «Tú lo has dicho: yo soy Rey. Yo doy testimonio de la verdad, y para esto he nacido y he venido al mundo. Todo el que está del lado de la verdad escucha mi voz.» Pilato dijo: «¿Y qué es la verdad?»…”
Hermanos, la verdad existe, y nos toca hacer todo lo posible para encontrarla, teniendo siempre esa hambre de Verdad.
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Pero….¿Qué es la verdad? El tomismo, nos lo define como el acto por el cual el intelecto capta la realidad.
Sin embargo Jesús nos da otra definición a quienes creemos en Él: «Yo soy el camino, la verdad y la vida; (Jn 14, 6). Para nosotros los cristianos, Dios es la suma verdad y el fundamento de toda verdad. Esa hambre que siente el ser humano de la verdad a final de cuentas es hambre de Dios, es el hombre que por su naturaleza tiende a Dios.
Es necesario que también nos preguntemos Cual es el Valor de la Verdad?
Esto es hablar bien y siempre con la verdad y comportarse de acuerdo con lo que se piensa.
Dice la Biblia en el libro del Eclesiástico 20,26: La mentira es una tacha infame en el hombre.
El Octavo mandamiento nunca caduca, aunque sea común en la actualidad decir que: “Hoy día ya no es posible vivir sin mentira, ya no es posible hacer política y llevar negocios sin mentir”
El octavo mandamiento entonces salvaguarda nuestro honor y nuestra fama.
En la Sagrada Escritura se llega incluso a identificar a Dios con la verdad y al demonio con la mentira. Cristo vino a dar testimonio de la verdad. Es más, Él se autodefinió como el Camino, la Verdad y la Vida. Lo puedes consultar en el evangelio de san Juan, capítulo 14, versículo 6.
Los seres humanos somos pecadores, y es común la mentira en la humanidad, mentimos cuando decimos que amamos a Dios y sólo nos amamos a nosotros mismos. Mentimos cuando nos engañamos a nosotros para encontrar razones para no ir a Misa el domingo. Mentimos cuando justificamos nuestros pequeños o grandes robos.
Hermanos, lo que expresamos es algo que debe coincidir con lo que pensamos. La mentira es mala en sí misma, y algo que es malo no puede producir nada bueno, aunque sean muy buenas las intenciones de quien actúa.
En la actualidad, mucho se alaba al mentiroso y se le quiere llamar como aquel que “tiene chispa”, tiene “aptitud para la vida” o tiene “aptitudes de negociación” o “viveza”. Pero: el mentiroso se daña a sí mismo, daña a los demás, daña a la sociedad y, sobre todo, desfigura la imagen de Dios en su alma.
Es por eso muy importante cuidar lo que decimos, ya que con nuestra lengua podemos alabar a Dios, consolar al triste, aconsejar a un amigo…pero también podemos herirnos, herir el honor y la fama del prójimo, y esto último es grave porque se está pisoteando también la caridad.
“¡No mentirás!” –nos dice Dios.
Si somos de Cristo, y Cristo es la Verdad… andemos pues en la verdad.
El P.Antonio Rivero, colaborador de Catholic.net de quien he tomado gran parte de este tema nos propone los siguientes puntos a seguir
I. HABLEMOS DE LA VERACIDAD Y DE LA VERDAD
Desarrollemos en nosotros la virtud de la veracidad, la cual nos inclina a hablar bien siempre con la verdad y a comportarnos de acuerdo con lo que pensamos.
La veracidad es una forma de justicia, pues los demás se merecen la verdad y no el engaño.
Vivimos en un mundo donde nos venden la mentira, en las noticias de algunos medios de comunicación; respecto de la verdad del amor, de la familia, de la sexualidad; incluso en algunas Universidades y algunos maestros esconden la verdad del mundo, de las cosas; se niega a veces la existencia de Dios.
Pero……, Por otro lado, el hombre, hoy más que nunca, busca la verdad; busca el sentido de las cosas, sus leyes, y aplicarlas. Parece como si un fuerte instinto le moviera a buscar la verdad en todo.
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El hombre es una unidad perfecta. Todo lo que es mentira, falsedad, fingimiento, inautenticidad, rompe esta unidad. El rompimiento se da entre el ser y el actuar, entre el pensar y el decir, entre el decidir y el cumplir. Esto último solo genera: infelicidad, insatisfacción, ruptura de la armonía de la personalidad.
Jesucristo se denomina a sí mismo “La Verdad” (Juan 14,16). Y su misión se resume en dar testimonio de la verdad (Juan 17, 37). Su vida es idénticamente igual a su mensaje. Por eso, podemos decir, ser fiel a Cristo es ser fiel a la verdad, respetarla, propagarla, defenderla, asimilarla.
Y el Espíritu Santo es el Espíritu de la verdad, y el que nos descubre la verdad del hombre y de Dios, la verdad de ti mismo. Es el que te enseña a apreciar en su justo valor las realidades de este mundo, su fugacidad, el valor de la vida ante la eternidad. El Espíritu Santo guía hacia la verdad, a quien lo escucha y pone en práctica sus inspiraciones.
En medio de las mayores dificultades, el Espíritu Santo da fuerza para profesar y testimoniar la verdad, como lo hicieron los mártires de la fe.
El término verdad se le suele colocar al lado de otros términos sinónimos: autenticidad, coherencia, honestidad, sinceridad, integridad, transparencia, hombre o mujer de una sola pieza.
Y contrapuesto a verdad, tenemos: mentira, hipocresía, fariseísmo, doblez, engaño, duplicidad de vida, fachada, ocultamiento, ambivalencia, inescrupulosidad, incoherencia.
II. Las Exigencias de la Verdad
Son el tener una conciencia recta y bien formada es la exigencia para vivir en la verdad, decir la verdad, hacer la verdad en la vida.
Urge, pues, formar la conciencia, para poder discernir entre lo bueno y lo malo, la verdad de la mentira, pues sólo la conciencia debe ser el faro único que guíe tus pasos en la oscuridad.
2. Los obstáculos en la búsqueda de la verdad son entre otros:
• El escepticismo radical moderno 47 : afirma que la verdad no existe, o que, si existe, el hombre es incapaz de conocerla..
• El Relativismo: donde se afirma que no hay nada de lo que podamos decir que sea bueno o malo absolutamente, y donde todas las verdades dependen de variadas condiciones y circunstancias que las hacen cambiantes, el relativismo niega la posibilidad de establecer verdades objetivas
• El utilitarismo o pragmatismo: dice que es verdad sólo lo que te sirva y te es práctico.
• Permisivismo: con su filosofía de “todo está permitido”, al final es contrario a la verdad de las cosas, a la verdad de la naturaleza. El aborto, la unión de homosexuales no es una verdad, solo porque está permitido por alguna ley civil.
• Manipulación social: en parlamentos, gobiernos y organismos internacionales o nacionales.
• La falta de formación humanística y filosófica: es un obstáculo para encontrar la verdad porque la formación humanística busca el equilibrio de las facultades humanas, la recta apreciación de las cosas, la capacidad de juicio, la madurez humana, la formación de la inteligencia, etc. La la filosofía nos lleva a conocer las causas últimas de las cosas; nos lleva a descubrir la verdad total de las cosas.
• El subjetivismo: Dice que la verdad no es objetiva, sino subjetiva, y que cada persona puede determinar por sí misma lo que es verdadero o no.
III. LA MENTIRA Y LOS ATROPELLOS CONTRA ESTE MANDAMIENTO
¿Qué es la mentira? La mentira es decir o hacer lo contrario de lo que se piensa, con intención de engañar. Sólo se miente cuando hay intención real de engañar. Por tanto, va contra la caridad, pues busca confundir y engañar al otro.
Caretas de la mentira
La mentira puede presentar varias caretas:
• La hipocresía: mentir con la vida. Lee el evangelio de San Mateo capítulo 23.
• La calumnia: culpar al prójimo sobre una falta que sabes que no ha cometido.
• La simulación: mentir con hechos. Por ejemplo, delante de tus papás, del maestro, de tu jefe, del sacerdote… eres correcto, pero se van y comienzas a portarte mal.
• Adulación: adular, para conseguir algo.
Atropellos contra este octavo mandamiento
Hay también pecados contra la fama o el honor del prójimo, unos son de pensamiento, otros de palabra. Todos atropellan la virtud más importante que tenemos los cristianos: la caridad.
Podemos afectar a los demás con la mentira:
Cuando dudamos de las buenas intenciones de los demás sin tener una razón sólida para ello donde se considera a los demás incapaces de hacer el bien. Por eso Debemos siempre pensar bien del prójimo y no Juzgar ¿Quién somos nosotros para juzgar el interior del otro? Te dice Cristo: “No juzguéis y no seréis juzgados…con la misma medida con que midiereis seréis medidos vosotros” (Mateo 7, 1-2)
Cuando murmuramos o difamación, es decir cuando comentamos en público sin necesidad, defectos o pecados de los demás, que son ciertos, pero no es de tu competencia hacer esto. ¡Es falta de caridad ! Y ya sabes que la caridad es la virtud principal del cristiano
Cuando damos Falso testimonio
Cuando injuriamos o atacamos al otro en su presencia.
Cuando nos Burlamos por algún defecto que tenga la otra persona.
Cuando lanzamos una Maldición, que consiste en pedir un mal contra el prójimo.
Cuando hablamos sin pensar y caemos en mentiras, exageraciones.
Cuando sembramos cizaña entre los demás. El típico “¿Sabes lo que fulanito dijo de ti?” El susurrador suscita el odio y la venganza. Causa graves daños en las relaciones personales y familiares y puede llegar a ocasionar guerras, divorcios o peleas.
Perdonarnos y amarnos: ese será el mejor remedio para erradicar, dentro de nuestro mundo, el síndrome de la calumnia, para vivir con salud, en autenticidad, nuestra fe en el Señor Jesús.
IV. ¿PUEDES OCULTAR LA VERDAD?
La obligación del octavo mandamiento de decir siempre la verdad no te obliga a decir todas las verdades que conoces. Hay muchas cosas que tal vez sabes y que la prudencia, la discreción o la caridad te dictan no decirlas a menos que sea indispensable.
Tu seguridad y la de los demás, el respeto a la vida privada y el bien común, son causas suficientes para no sentirte obligado a decir las verdades que conoces. Nadie está obligado a revelar una verdad a quien no tiene derecho a conocerla, nos dice el Catecismo de la Iglesia católica, 2489.
Hay cosas que puedes callar si quieres y otras que no debes decir de ninguna manera. Tus pecados no tiene por qué conocerlos nadie sino tu confesor.
¿Qué sabes del secreto?
Si alguien te cuenta un secreto, aunque es una verdad que conoces, debes callarlo y guardarlo por lealtad a quien te lo contó, a menos que el no decirlo, pusiera en peligro la vida de alguien o el bien común, pues el callar, te convertirías en cómplice del daño.
Por tanto, aunque la mentira es un pecado, sin embargo, no lo es el ocultar la verdad49 . Muchas veces se dan situaciones en las que no conviene decir la verdad. Así, por ejemplo, la prudencia puede aconsejar no revelar a un paciente la gravedad de su enfermedad o no hacer públicos los problemas por los que atraviesa una familia. Esta reserva, siempre que no sea mentira, se puede y a veces se debe hacer.
Todo hombre tiene derecho a mantener reservados todos aquellos aspectos de su vida que no servirían al bien común, y si los dijera, le vendrían dañarían gravemente intereses personales, familiares o de otra persona.
El día del juicio, ¿qué sentiremos cuando todas nuestras mentiras se encuentren con la gran Verdad, que es Dios? Ese día se vendrán abajo las bambalinas de todo este gran teatro del mundo. Y te encontrarás ante Él, desnudo, sin todas estas caretas con las que en la tierra hoy a veces te disfrazas. ¿No sería bueno empezar a quitártelas ya ahora?
¿¿¿Que nos ofrece la verdad???
• Libertad: La verdad te hará libre. Así lo dijo Jesús. Con la verdad te despojas de prejuicios, liberas tu mente de estereotipos y así te posesionarás de la realidad tal como es, no como te la quieren presentar.
• Apertura hacia la realidad y así ganas en perspectiva y claridad
• La verdad es dulce y amarga. Al ser dulce perdona, al ser amarga cura, dice san Agustín. Nada hay más dulce que la luz de la verdad, dirá Cicerón.
• La verdad y coherencia te aleja de toda falsedad, incoherencia y doblez, y te confiere una sólida identidad personal. .
• La verdad misma y la honradez se defenderá por sí misma y habla por sí misma..
Pidamos entonces a Cristo nuestro Señor quien es la Verdad, el vivir siempre en él, y que en esta vida seamos comprensivo para con las debilidades de nuestro prójimo.