Apóstol Pedro
nMuchos conocemos como éstos dos hermanos llegaron a ser discípulos de Jesús y como entregaron sus vidas a Dios (San Juan 1,35-42).
Pero ahora vamos a ver que tareas tenían éstos hermanos dentro de la Iglesia, que herencia nos dejaron y como era su relación antes y como es hoy en día.
Pero antes de profundizar en esto, debemos entender que es la Iglesia y como estaba organizada.
IGLESIA : Proviene del griego EKKLESIA, que significa Asamblea, o congregación.
La Iglesia fue fundada por Jesucristo cerca del año 33 d.C, aproximadamente. La Iglesia es una especie de organización con una Jerarquía (Jerarquía: conjunto de personas que encabezan de forma ordenada y subordinante una organización)
Y esta Jerarquía es uno de los tesoros más maravillosos que tiene la Iglesia.
Y aquí es cuando empezamos a ver que tarea tenían Andrés y Pedro dentro de la Jerarquía de la Iglesia.
«PEDRO»: Todo comienza en Mateo 16,18-19 que dice:
«Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella.
A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos».
En este pasaje vemos a Jesús hablandole a Simón, y le dice algunas cosas importantes.
1) Le cambia el nombre. Simón ya no es más Simón, sino que ahora es Cefas, Pedro (Roca, Piedra).
2) Le dice que sobre él va a estar edificada la Iglesia. Osea que Pedro queda encargado de la Iglesia.
3) Le dice que le dará las llaves (poder, autoridad) del Reino de los Cielos.
Pero esto no queda así. En Lucas 22,31-32, Jesús le dice a Pedro:
«¡Simón, Simón! Mira que Satanás ha solicitado el poder cribaros como trigo;
pero yo he rogado por ti, para que tu fe no desfallezca. Y tú, cuando hayas vuelto, confirma a tus hermanos».
Aquí vemos, nuevamente, un interés particular de Jesús por Pedro. Jesús no quería que la fe de Pedro muera y él vuelva atrás. Lo quería firme en la fe, para poder cumplir su propocito en él. Y no sólo eso, sino que ahora le encomienda otra misión y es la de «Confirmar a sus hermanos» (los demás Apóstoles). Esta sentencia confiere a Pedro, en relación con los demás Apóstoles, una función directiva en la Fe.
Ahora aún más maravilloso es lo que leemos en Juan 21, 15-17:
«Después de haber comido, dice Jesús a Simón Pedro: Simón de Juan, ¿me amas más que éstos? Le dice él: Sí, Señor, tú sabes que te quiero. Le dice Jesús: Apacienta mis corderos.
Vuelve a decirle por segunda vez: Simón de Juan, ¿me amas? Le dice él: Sí, Señor, tú sabes que te quiero. Le dice Jesús: Apacienta mis ovejas.
Le dice por tercera vez: Simón de Juan, ¿me quieres? Se entristeció Pedro de que le preguntase por tercera vez: ¿Me quieres? y le dijo: Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te quiero. Le dice Jesús: Apacienta mis ovejas».
El puesto Jerárquico que tenía Pedro dentro de la Iglesia es más que claro.
Éstos tres pasajes Biblicos nos muestran como Jesús deja a la Iglesia, incluyendo a los Apóstoles, al cuidado de Pedro.
«ANDRÉS»: Andrés, junto con su hermano, pertenecían a un grupo selecto de doce hombres, conocidos como los Doce Apóstoles.
Y su cargo de Apóstol lo obligaba a predicar el Evangelio y la Sana Doctrina. Levantando comunidades cristianas y ordenando a Obispos y Presbíteros que sean los pastores de cada comunidad.
Andrés fue primeramente discípulo de Juan Bautista, siguió después a Cristo y le presentó también a su hermano Pedro. Él y Felipe son los que llevaron ante Jesús a unos griegos, y el propio Andrés fue el que hizo saber a Cristo que había un muchacho que tenía unos panes y unos peces. Según la tradición, después de Pentecostés predicó el Evangelio en muchas regiones.Una tradición muy antigua cuenta que el apóstol Andrés fue crucificado en Patrás, capital de la provincia de Acaya, en Grecia. Que lo amarraron a una cruz en forma de X y que allí estuvo padeciendo durante tres días, los cuales aprovechó para predicar e instruir en la religión a todos los que se le acercaban. Dicen que cuando vio que le llevaban la cruz para martirizarlo, exclamó: «Yo te venero oh cruz santa que me recuerdas la cruz donde murió mi Divino Maestro. Mucho había deseado imitarlo a Él en este martirio. Dichosa hora en que tú al recibirme en tus brazos, me llevarán junto a mi Maestro en el cielo».
La tradición coloca su martirio en el 30 de noviembre del año 63, bajo el imperio cruel de Nerón.
«LA UNIDAD, SU CARACTERÍSTICA MÁS EJEMPLAR»
A éstos hombres no solo los unían el hecho de ser hermanos, sino qué también los unían la misma fe, ya que ambos eran discípulos y servidores de Jesucristo. Ambos adoraban al mismo Dios, pertenecían a la misma y única Iglesia de Jesucristo, predicaban un sólo Evangelio y enseñaban una sola doctrina.
La unidad era su característica más grande. Su relación era la unidad. Y cada comunidad que ellos establecieron compartían esta unidad de la fe, esta hermandad.
Andrés y Pedro murieron, partieron a la casa del Padre, y los que se encargaron de mantener esta unidad, de mantener viva esta hermandad, fueron sus sucesores.
El Obispo de Roma (el Papa), sería el sucesor de Pedro (el sucesor de Pedro no solo tendría que ser Obispo de Roma, ya que fue dónde murió Pedro, sino que también sería su sucesor como Pastor general de la Iglesia. La Iglesia Católica), y el Patriarca (una especie de Obispo) de Constantinopla, sería el sucesor de Andrés(El Patriarca de Constantinopla es el patriarca ecuménico de la Iglesia ortodoxa, con sede en Constantinopla)
Por muchos años los sucesores de Andrés y Pedro conservaban la unidad.
Pero lamentablemente esta unidad que los caracterizaba un día se termino. Este hecho es conocido como «El gran Cisma de Oriente y Occidente», que ocurrió el 16 de Julio de 1054. La Iglesia Católica Apostólica Ortodoxa (Andrés) se separa de la Iglesia Católica Apostólica Romana (Pedro)
Es lamentable ver como esta hermandad que unía a Andrés y a Pedro hoy está disuelta.
Oremos como Jesús, para que la reconciliación sea posible.
Y nuevamente junto a nuestros hermanos ortodoxos podamos ser parte de una sola Iglesia.
«Para que todos sean uno. Como tú, Padre, en mí y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado». San Juan 17,21.