Evangelización en América – Perú
Se puede citar que la cristianización y la conquista del Perú, como en otras partes de América, como dos hechos simultáneos, pues desde la perspectivas de los Papas y de la Corona Española, la conquista de estas tierras sólo se justificaba por el hecho evangelizador por el que muchas almas idólatras enpoder del maligno serían liberadas de la idolatría al entrar en conocimiento del verdadero Dios, mientras que desde la perspectiva de los colonizadores, los fines de la conquista con independencia de la fe de los mismos, era conseguir nuevos territorios, riquezas, dominio y prestigio social.
Mas, esto al devenir del tiempo, generó las quejas de los propios sacerdotes, pues era evidente que la mayoría de indígenas bautizados no habían sido realmente evangelizados y esto permitía la supervivencia de sus creencias, como consecuencia entre otras a la ignorancia de las lenguas indígenas por parte de los curas y la avidez por explotar a los indígenas.
Esto fue tratado de subsanar con sucesivas misiones de las órdenes religiosas que llegaron a estas tierras, siendo una de las primeras en asentarse en Lima (la nueva capital del naciente virreynato) la Orden de los Mercedarios, quienes trabajaron mucho en esta nueva diócesis (elevada a dicho rango en 1541) y Trujillo (arquidiócesis en 1943), la
Orden de Predicadores en el Cuzco (primera diócesis en el Perú en 1536) y la Orden de los Franciscanos básicamente con labor misionera.
Órdenes Religiosas Año de Llegada
Orden de los Predicadores (Dominicos) 1532
Orden de los Frailes Menores (Franciscanos) 1532
Orden Real y Militar de Nuestra Señora de la Merced y la Redención de los Cautivos (Mercedarios) 1532
Orden de San Agustín (Agustinos) 1551
Compañía de Jesús (Jesuitas) 1568
Orden de Nuestra Señora del Monte Carmelo (Carmelitas) 1592
Recién en el siglo XVII los misioneros ingresaron a la selva a evangelizar, con el objetivo de convertir a los indígenas aún paganos, siendo los primeros que desarrollaron dicha labor los franciscanos, inicialmente desde Huánuco y posteriormente desde el colegio misionero de Ocopa. Los Dominicos partiendo de la diócesis de Cuzco, establecieron misiones en la selva central, ellas enfrentaron grandes dificultades por las características del hábitat, las epidemias y por los conflictos con Portugal, que impulsó un constante proceso de expansión de sus fronteras amazónicas.
Sin embargo uno de los grandes impulsores de la labor evangelizadora en el Perú, fue Fray Jerónimo de Loayza O.P. primer arzobispo de Lima, quien convocó los dos primeros concilios de Lima, el primero en 1551 del cual emanan los primeras directrices de esta: “por primera vez una orientación general que marcaría los primeros pasos de la iglesia católica nacida en los Andes” (Urbano: 1999, XXVII).
Siendo su primera medida a tomar fue el bautizo de indígenas, que en el acto debían abandonar las prácticas idolátricas y todas las formas que iban contra las leyes eclesiásticas y contradecían los mandamientos católicos. Se ocupó de reglamentar el funcionamiento de las doctrinas repartiendo las provincias entre el clero secular y las órdenes religiosas, para evitar roces y conflictos.
En el Segundo Concilio Limense (1567-1568) se retoma la idea de destruir las huacas y de colocar en su lugar cruces o levantar una iglesia o ermita (en caso de que la huaca haya sido un importante lugar de culto). Este concilio fijó también en 400 indios casados el número máximo que podía tener a su cargo cada doctrinero, aunque en algunos lugares y circunstancias se amplió hasta 800 e incluso 1000.
Para el Tercer Concilio Limense (1582-1583) se tuvo la figura del segundo arzobispo de Lima: Santo Toribio de Mogrovejo, quien asumió la reorganización eclesiástica de la ciudad que había quedado sin arzobispo durante seis años, de 1575 a 1581 y estaba en una grave decadencia espiritual.
Este concilio, reafirmó lo proclamado por los dos anteriores; pero innovó en materia de textos y catecismo, donde las distintas órdenes debían utilizar los mismos materiales de enseñanza y adoctrinamiento y para ello se debía conocer a fondo la lengua quechua (y sus variantes), siendo los jesuitas quienes fueron los más entusiastas con esta nueva metodología de evangelización debido a que el catecismo era una de sus principales virtudes.