La Conversión y Misión de San Pablo
Cuando se habla de San Pablo, no se puede empezar más que por la misión que el mismo Señor le asigna cuando se le revela a Ananías. “El Señor le dijo: -Vete, porque éste es mi instrumento elegido para llevar mi nombre ante los gentiles, los reyes y los hijos de Israel. Yo le mostraré lo que deberá sufrir a causa de mi nombre.” Hechos 9,15-16
El Señor le asigna la misión de evangelizar a los gentiles, es decir a los que no pertenecen al pueblo judío. Sin embargo, nos detenemos un momento para reflexionar sobre la conversión de San Pablo.
Saulo, conocido también como Pablo, era un judío de la tribu de Benjamín, nacido en la ciudad de Tarso. Era descendiente de Fariseos y también era un Fariseo. “Sabiendo Pablo que unos eran saduceos y otros fariseos, gritó en medio del Sanedrín: -¡Hermanos, yo soy fariseo, hijo de fariseos, y se me juzga por la esperanza en la resurrección de los muertos!” Hechos 23:6
Como estudiante notable de Gamaliel, Pablo se convirtió en un experto en la Ley judía. “-Yo soy judío, nacido en Tarso de Cilicia, educado en esta ciudad e instruido a los pies de Gamaliel según la observancia de la Ley patria, y estoy lleno de celo de Dios como lo estáis vosotros en el día de hoy.” Hechos 22,3
Pablo comienza a perseguir a los cristianos, hasta el punto que se encuentra el martirio de Esteban. “Lo sacaron fuera de la ciudad y le lapidaron. Los testigos dejaron sus mantos a los pies de un joven llamado Saulo, y se pusieron a lapidar a Esteban, que oraba diciendo: -Señor Jesús, recibe mi espíritu. Puesto de rodillas clamó con fuerte voz: -Señor, no les tengas en cuenta este pecado. Y con estas palabras murió.” Hechos 7,58-60
Algunos teólogos piensan que el proceso de conversión de Saulo empezó en este momento, cuando presenció el martirio de Esteban. Pablo comienza una persecución incansable sobre la Iglesia en Jerusalén, lo cual provoca que muchos se fueran huyendo a otras regiones.
Es aquí donde observamos que muchos que hoy se hacen llamar cristianos conocedores de las escrituras, que persiguen a la Iglesia Católica, creen que están haciendo lo correcto y lo único que están haciendo es luchar contra la obra de Dios.
La conversión de Pablo no fue fácil, ya que no se le facilitó el proceso de aceptación por parte de los cristianos. Sin embargo, Ananías recibe una revelación del mismo Señor para que fuera donde Saulo se encontraba orando y le explica cuál es la misión que tiene preparada para él. Le impone las manos y este recobra la vista, no solo la física sino la espiritual.
Pablo se bautizó y el cambio ha comenzado a tomar fuerza. Un dato que llama la atención es la comparación que el escritor bíblico, San Lucas, hace el de los tres días que pasa Saulo ciego y que no come nada durante ese tiempo, ya que Jesús paso tres días en la tumba.
Los hermanos que lo acogieron en Damasco lo comenzaron a orientar sobre el Señor Jesús, hasta el punto que comprendió y empezó a predicar en este sitio. Demostraba con las escrituras que Jesús es el Hijo de Dios.
Lo intentaron matar, pero sus discípulos lo sacaron de allí. Regresa a Jerusalén e intentaba hablar con los discípulos, pero por su pasado le temía, hasta que Bernabé se arriesgó y lo presentó ante ellos.
Desde este punto comienza la misión de evangelización por varios sitios y ciudades por todas las regiones conocidas y otras desconocidas, proclamando el evangelio. Pablo creyó tener la autoridad suficiente como para decidir sobre el asunto de la circuncisión, pero obedece y va donde los apóstoles y les expone el problema.
Es importante tener en cuenta que Pablo, con el conocimiento de las escrituras que poseía, se sometió a la autoridad de los apóstoles, y sobre todo la de Pedro. Pablo nos invita a que tengamos los sentimientos de Cristo en nuestra vida: “Tened entre vosotros los mismos sentimientos que tuvo Cristo Jesús,” Filipenses 2:5. Solo aquel que ha tenido un encuentro cercano con Dios, puede buscar la verdad, amar a sus enemigos y tener los sentimientos de Cristo por todos aquellos que los rodean.