Santo Tomás, el apóstol del valor y la fe
Tomás significa "gemelo", nombre que se traduce como "el doble" en griego. Según la tradición antigua, Santo Tomás Apóstol fue martirizado en la India el 3 de julio del año 72.
El valor de Tomás
El primer episodio que narra el santo evangelio sobre Tomás sucede cuando Jesús se dirige por última vez a Jerusalén. Los discípulos sienten un impresionante temor acerca de los graves sucesos que pueden suceder y dicen a Jesús: "Los judíos quieren matarte y ¿vuelves allá?". En este momento, Tomás intervino, llamado Dídimo, y dijo: "Vayamos también nosotros y muramos con Él". Tomás demuestra su admirable valor y su fe inquebrantable en Jesús. Un escritor llegó a decir que en esto, Tomás no demostró solamente "una fe esperanzada, sino una desesperación leal".
La respuesta de Jesús a Tomás
La segunda intervención de Tomás sucedió en la Última Cena. Jesús les dijo a los apóstoles: "A donde Yo voy, ya sabéis el camino". Tomás le respondió: "Señor, no sabemos a donde vas, ¿cómo podemos saber el camino?" (Jn. 14, 15). Jesús respondió con una de las respuestas más formidables de su vida: "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí". Esta frase es demasiado importante como para que se nos pueda olvidar.
El hecho más famoso de Tomás
Los creyentes recordamos siempre al apóstol Santo Tomás por su famosa duda acerca de Jesús resucitado y su admirable profesión de fe cuando vio a Cristo glorioso. Dice San Juan (Jn. 20, 24): "En la primera aparición de Jesús resucitado a sus apóstoles no estaba con ellos Tomás. Los discípulos le decían: 'Hemos visto al Señor'. El les contestó: 'Si no veo en sus manos los agujeros de los clavos, y si no meto mis dedos en los agujeros sus clavos, y no meto mi mano en la herida de su costado, no creeré'". Ocho días después, Jesús se presentó ante Tomás y le dijo: "Acerca tu dedo: aquí tienes mis manos. Trae tu mano y métela en la herida de mi costado, y no seas incrédulo sino creyente".
La lección de Tomás
Tomás cometió un error al apartarse del grupo. Nadie está informado de lo que sucede cuando se está ausente. Separarse del grupo de los creyentes es exponerse a graves fallas y dudas de fe. Sin embargo, Tomás tenía una gran cualidad: se negaba a creer sin más ni más, sin estar convencido. Quería estar seguro de su fe. Y cuando se convencía de sus creencias, las seguía hasta el final, con todas sus consecuencias.
San Matías, el apóstol del montón
San Matías es el apóstol número 13. Es un apóstol "póstumo", ya que fue elegido después de la muerte y Ascensión de Jesús para reemplazar a Judas Iscariote. La S. Biblia narra de la siguiente manera su elección:
La elección de San Matías
Después de la Ascensión de Jesús, Pedro dijo a los demás discípulos: "Hermanos, en Judas se cumplió lo que de él se había anunciado en la Sagrada Escritura: con el precio de su maldad se compró un campo. Se ahorcó, cayó de cabeza, se reventó por medio y se derramaron todas sus entrañas". Los discípulos presentaron dos candidatos: José, hijo de Sabas y Matías. Entonces oraron diciendo: "Señor, tú que conoces los corazones de todos, muéstranos a cual de estos dos eliges como apóstol, en reemplazo de Judas". Echaron suertes y la suerte cayó en Matías. Fue admitido desde ese día en el número de los doce apóstoles.
La santidad del montón
San Matías se puede llamar un "apóstol gris", que no brilló de manera especial, sino que fue como tantos de nosotros, un discípulo del montón. Y a muchos nos anima que haya santos así porque esa va a ser nuestra santidad: la santidad de la gentecita común y corriente. Y de estos santos está lleno el cielo: San Chofer de camión y Santa Costurera, San Cargador de bultos y Santa Lavandera de ropa. San Colocador de ladrillos y Santa Vendedora de Almacén, San Empleado y Santa Secretaria, etc. Esto democratiza mucho la santidad, porque ella ya no es para personajes brillantes solamente, sino para nosotros los del montón, con tal de que cumplamos bien cada día nuestros propios deberes y siempre por amor de Dios y con mucho amor a Dios.