Grupos cismáticos en la Iglesia católica
Una amplia variedad de grupos cismáticos asumen doctrinas y costumbres heterodoxas. La reciente aparición en algunos medios de comunicación españoles de una mujer gallega que afirma ser “presbítera” de la Iglesia católica y la natural respuesta oficial del arzobispado que le corresponde, el de Santiago de Compostela, ha vuelto a poner sobre la mesa no sólo la cuestión del sacerdocio femenino –algo definitivamente zanjado en el catolicismo, como explica con claridad dicho arzobispado–, sino también la existencia de una variedad de grupos que dicen ser “católicos no romanos”.
Orígenes y denominaciones
Se trata de una realidad que, si bien no abarca un número grande de fieles, sí acapara la atención, en ocasiones como ésta, por lo llamativo de sus planteamientos y, muchas veces, por lo estrafalario de sus acciones. Asumiendo el riesgo que tiene simplificar un fenómeno tan complejo, presentaremos los datos principales sobre estas corrientes cismáticas.
Su denominación es muy plural, según los autores o las perspectivas de los diversos estudios. Se habla de pequeñas iglesias, iglesias episcopales independientes, iglesias irregulares o no canónicas… Para simplificar, podemos hablar de “iglesias católicas no romanas”, formadas por creyentes que se confiesan católicos pero que rechazan de forma grupal la autoridad jerárquica del obispo de Roma.
Veterocatólicos
El conjunto más significativo es el de los “viejos católicos” o veterocatólicos. Su origen más actual está en el cisma que tuvo lugar en 1870 cuando rechazaron el dogma de la infalibilidad papal, definido por el Concilio Vaticano I, afirmando que estaba “en contradicción con la fe de la Iglesia antigua”. Ya de paso, se rebelaron contra el dogma de la Inmaculada Concepción de María y contra el Concilio de Trento.
Obispos “independientes”
Después de este grupo más destacado, podemos encontrar diversas agrupaciones que, como afirma Manuel Guerra en su Diccionario enciclopédico de las sectas, “son las iglesias de los ordenados válida, pero ilícitamente; en algunos casos se han separado de la Iglesia católica romana después de haber sido ordenados válida y lícitamente”. Aquí se encontraría, en primer lugar por su importancia, la Fraternidad Sacerdotal San Pío X, fundada por el arzobispo Marcel Lefèbvre, que actualmente parece cada vez más cerca de volver a la comunión católica.
Lo más habitual es encontrarnos con grupos que dependen de obispos (ya que hay movimientos que proponen su propio “Papa”, pero que merecen un estudio aparte). Como acabamos de ver, todos ellos habrían sido ordenados válidamente, pero en cuanto a la licitud de su consagración episcopal, habría diferencias. Respecto a su situación canónica, desde el punto de vista católico deberíamos hablar de episcopi vagantes, prelados sin sede ni nombramiento, al estar fuera de la comunión con el obispo de Roma.
Tendencias y motivaciones
La seriedad de todo este panorama es diversa según los grupos de los que hablemos. No es lo mismo pensar en movimientos más asentados como los veterocatólicos o el lefebvrismo, por ejemplo, que pensar en realidades en las que se pueden sospechar motivaciones más o menos explícitas de buscar llamar la atención, alimentar el narcisismo o la egolatría de sus dirigentes o trasladar una protesta contra la Iglesia católica.
Lo que sí está claro, en la mayor parte de los casos, es que nos encontramos con grupos que se sitúan por lo general en los dos extremos de un movimiento pendular. Unos consideran que la Iglesia católica “Romana” se ha plegado al modernismo y ha perdido su esencia, y defienden posturas tradicionalistas tanto en las formas como en el fondo, aunque a veces se trata de un simple sentimiento nostálgico de formas estéticas y litúrgicas antiguas.
Otros, situándose en el extremo contrario, miran a una Iglesia anclada en el pasado con desdén y se creen con el derecho de hacer avanzar el catolicismo tanto en cuestiones de exégesis bíblica y dogmática como en aspectos más eclesiásticos y disciplinarios, y renovando ya de paso lo tan manido de la moral sexual.
La realidad en Iberoamérica
Si bien en España no se trata de una realidad significativa, en Iberoamérica sí hay gran profusión de grupos que aparentan ser católicos y se aprovechan de esta confusión para llegar a la gente. Ya sean de tipo tradicionalista, ya progresista.
La llamada de atención de la Iglesia católica
La Iglesia católica pide cautela con respecto a estas corrientes cismáticas. En 2012, el boletín informativo sobre sectas de la diócesis católica de Dijon (Francia) ofrecía una reflexión sobre este tema. Reconocía en primer lugar la seriedad de dos agrupaciones presentes en su país –la “Pequeña Iglesia” y los veterocatólicos–, con diálogo ecuménico en vigor con la Iglesia católica.
Pero alertaba sobre numerosos grupos que utilizan, como adjetivos, los de católica, apostólica, galicana, tradicional, autocéfala, liberal… y que ni son reconocidas como interlocutoras en el diálogo por la Iglesia católica, ni tienen el reconocimiento de la Unión de Utrecht, que validaría la autenticidad de su sucesión apostólica.
El regreso a la comunión
Nada serio, por tanto, pero sí una llamada de atención a la Iglesia católica y a sus pastores a preocuparse por estas personas –no por sus fantasiosas pseudo-iglesias– y ofrecerles la puerta abierta, que ellos un día aprovecharon para salir –y normalmente provocando un escándalo–, también para el regreso a casa, en la comunión con los obispos presididos por el de Roma.