La Iglesia desde sus orígenes
Desde que Jesús encomienda el fundamento de la Iglesia a los apóstoles, la Iglesia mantiene ciertas cualidades desde el principio. Aunque los apóstoles y sus seguidores no tenían escritos más que el Antiguo Testamento, iban citando hechos y tomando notas para entender y poner de acuerdo sobre lo que era esta religión que surgía de la continuación del judaísmo.
La situación no era fácil y muchos escritos se perdieron, era un tiempo de cambio y persecución. Sin embargo, surgieron santos mártires que dieron un testimonio radical de fe, que hoy son parte del cimiento para lo que hoy llamamos Iglesia universal.
Los apóstoles y sus seguidores
Los apóstoles murieron de distintas formas como mártires, menos Juan que murió a edad avanzada. A pesar de la persecución, los apóstoles y sus seguidores se esforzaron por dejar un legado de sus enseñanzas y de su fe.
Escritos de los primeros siglos
Estos son algunos escritos de los primeros siglos que nos ayudarán a entender mejor lo sucedido.
1. "Parte de su mismo mundo"
Los primeros cristianos se consideraban parte constituyente de su mismo mundo: "lo que es el alma para el cuerpo, eso son los cristianos en el mundo" (Epístola a Diogneto).
No se distinguían de los demás hombres de su tiempo, ni por su vestido, ni por sus insignias, ni por tener una ciudadanía diferente. Cada uno de los primeros cristianos ocupaba un lugar en la estructura social de su tiempo, el mismo que tenía antes de convertirse. Si era esclavo no perdía su condición al hacerse cristiano, aunque su vida adquiriese una dimensión sobrenatural.
2. "La vida que llevan no tiene nada de extraño"
"Los cristianos no se diferencian ni por el país donde habitan, ni por la lengua que hablan, ni por el modo de vestir. No se aíslan en sus ciudades, ni emplean lenguajes particulares: la misma vida que llevan no tiene nada de extraño" (vid. Autor desconocido, Siglo II-III, Carta a Diogneto).
Vivían en ciudades griegas o extranjeras, según los casos, y se adaptaban a las tradiciones locales lo mismo en el vestir que en el comer, y dan testimonio en las cosas de cada día de una forma de vivir que, según el parecer de todos, tiene algo de extraordinario.
3. Cumplen las leyes
San Pedro decía: "Yo honraré al emperador, pero no lo adoraré; rezaré, sin embargo, por él. Yo adoro al Dios verdadero y único por quien sé que el soberano fue hecho" (SAN TEÓFILO DE ANTIOQUÍA, Siglo II, Libros a Autólico).
El emperador, por su naturaleza, debe ser honrado con legítima deferencia, no adorado. El no es Dios, sino un hombre al quien Dios ha puesto no para que sea adorado, sino para que ejerza la justicia en la tierra.
4. Viven la honestidad: Iguales que su contemporáneos
Tertuliano decía: "Se nos acusa de ser improductivos en las varias formas de actividad. Pero ¿cómo se puede decir esto de hombres que viven con vosotros, que comen como vosotros, que visten los mismos trajes, que siguen el mismo género de vida y tienen las mismas necesidades de vida?" (TERTULIANO, Siglo II-III, El Apologético).
Nosotros acordamos dar gracias a Dios, Señor y creador, y no rehusamos ningún fruto de su obra. Usamos las cosas con moderación, no en forma descomedida o mala. Convivimos con vosotros y frecuentamos el foro, el mercado, los baños, las tiendas los talleres, los establos, participando en todas las actividades.
Navegamos también juntamente con vosotros, militamos en el ejército, cultivamos la tierra, ejercemos el comercio, permutamos las mercaderías y ponemos en venta, para uso vuestro, el fruto de nuestro trabajo.