¿Porqué todos los Papas no son santos?
Cuando Jesucristo estableció su Iglesia, la construyó sobre los Apóstoles, aunque se sobreentiende que es el mismo Jesucristo el fundamento último, y que nadie puede poner otro fundamento, como dice la misma Biblia en 1Cor 3,11; pero la misma Biblia nos habla de los Apóstoles como de “columnas” o “fundamentos” o “piedras”, de modo que debemos entender que Jesús ha hecho participar a otros de su oficio – se puede ver como ejemplo Efesios 2,20.
Pero Jesús no hizo que los Apóstoles fueran “impecables” como lo era él, es decir, que fueran necesariamente santos. por ejemplo: el mismo San Pedro, elegido por el Señor para “confirmar a sus hermanos” y pastorear “a sus ovejas” y habiendo recibido ya la plenitud del Espíritu Santo en Pentecostés, fue reprochado por San Pablo (ver Gálatas 2) porque “fingía”, y fingir en cuestiones importantes como lo que se narra en Gálatas, es un pecado grave; ¡y atención que estamos hablando del Pedro que recibió el Espíritu Santo en Pentecostés! Pues bien, ese mismo Pedro, sin errar en su doctrina, ciertamente cayó en pecado por su modo de obrar. En el ejemplo anterior, se trataba de que no quería comer con los gentiles, por miedo a los judíos: evidentemente una acción corrupta que llevaba a un gran escándalo en los cristianos; San Pablo se enojó mucho con él y lo corrigió en público; no sabemos la respuesta de Pedro, pero se puede suponer que se arrepintió y cambió su modo de obrar.
Pues bien, si San Pedro cayó en esa corrupción no de doctrina, como sabemos, pues predicaba el evangelio correctamente; se trataba de una mala acción de él.
¿debemos pensar que Jesús renegó de él? ¿o que el evangelio de Pedro estaba equivocado? ¿o que la oración de Jesús falló cuando, según Lucas 22, 31-32, oró para que la fe de Pedro no caiga? ¿o que la Iglesia de Pedro no era la verdadera? O bien, ¿acaso Jesús “ampararía estos hechos”? ¿Amparó el fingir de Pedro? Ciertamente que no; pero entonces, la acción mala de Pedro ¿indica que el cristianismo del cual Pedro era sin duda un exponente principal estaba equivocado?
La solución a estas cosas es más sencilla de lo que a primera vista parece, y es esta: Jesús no prometió a ninguno de sus apóstoles, ni siquiera a Pedro, que habrían de ser IMPECABLES. Y la historia nos dice (ahí tiene el ejemplo de Pedro, ¡y habrá tantos otros!) que de hecho los pastores de la Iglesia han cometido pecados, quién más, quién menos. Todos eran (y son) pecadores.
Lo que Jesús le prometió a Pedro y en comunión con él a todos los pastores de su pueblo, es la INFALIBILIDAD, que es algo totalmente distinto: se trata del don del Espíritu Santo que hace que la Iglesia predique sin error, hasta el último día de la historia, el evangelio transmitido por el Hijo de Dios, Nuestro Señor Jesucristo; y hay que tener muy en cuenta que la promesa de la infalibilidad (“las puertas del infierno no podrán” contra la Iglesia, etc) se refieren SOLAMENTE a las cuestiones de fe y de moral, y a nada más. En otras palabras, usted y yo podemos estar tranquilos en cuanto sabemos que el Espíritu Santo no permitirá que la Iglesia, en cuestiones de fe y de moral, equivoque su enseñanza. Ahora bien, que el Papa sea un santo, y tal otro un pecador, no cambia nada. Claro está que el ejemplo de santidad es un testimonio vivo del evangelio, y la “corrupción” no lo es. Dios hubiese podido hacer de su Iglesia una sociedad de ángeles, pero no lo hizo. Es más, “quién dice que no tiene pecado hace a Dios mentiroso”, dice San Juan.
Algo que suelen repetir los evangélicos es que Jesús dijo que “el árbol bueno no puede producir frutos malos”, queriendo decir que los frutos malos de los católicos son una prueba clara de que el catolicismo es un “árbol malo”. Parece muy lógico e irrebatible, pero según ellos lo que interpretan es un grosero error. El mejor modo de destruir este sofisma es preguntarle, a cualquier evangélico, si él (o ella) NO TIENEN NINGÚN PECADO. Pues si lo tienen, entonces también el evangelismo es un árbol malo, y si dicen que no lo tienen, pues bueno, yo diría que con semejante respuesta está todo dicho. 1 Juan 1,10 lo dice de un modo clarísimo: “Si dijéremos que no hemos pecado, lo hacemos a él mentiroso, y su palabra no está en nosotros”. También los versículos siguientes ayudan a entender el contexto (se refiere a los pecados de los cristianos).
Otro ejemplo breve pero eficaz: en las primeras comunidades cristianas se cometían también muchos pecados (ver las dos cartas de Pablo a los Corintios). Ahora bien, ¿podemos concluir entonces que esas comunidades no estaban avaladas por Jesús, siendo que fueron fundadas por los mismos apóstoles? Ciertamente Jesús no avala el pecado, pero el hecho de que alguien cometa un pecado no quiere decir que la comunidad a la que pertenece sea desaprobada por Jesús.
Lo que Jesús estaba diciendo con eso de los frutos y el árbol era que todo lo bueno viene de Dios, lo malo no viene de Dios. De allí a concluir que la religión cristiana querida por Dios es aquella donde NADIE comete NINGÚN pecado, es un abuso, ¿no te parece? En todo caso, tal religión no existió nunca, ni existe hoy.
La historia de la Iglesia ciertamente tiene numerosos ejemplos de Papas, cardenales, obispos, sacerdotes, religiosos y laicos pecadores; también de Papas, cardenales, obispos, sacerdotes, religiosos y laicos santos; y más que en cualquier otra religión. Esos no nos espantan NI SE OCULTA en la Iglesia; la Iglesia nunca enseñó que sus pastores eran todos santos (aunque algunos cristianos que no conocen demasiado su fe puede que lo piensen así). Al contrario, sabemos que somos todos grandes pecadores, y que el deseo de santidad y la santidad misma son un regalo de la misericordia de Dios. Ojalá tengamos siempre papas santos, pero no necesariamente va a ser así. La potencia de Dios sea muestra “en la debilidad”, como misteriosamente lo dejaba claro San Pablo (2Cor 12, 9-10); no confiamos en nuestra santidad, sino en la de Dios. ¿Cómo puede ser que un Papa o un obispo sean grandes pecadores? Pues pregúntese primero: ¿cómo puede ser que usted y yo, bautizados, rescatados, nueva creación, nacidos de lo alto y de nuevo «por el agua y el Espíritu», creyentes en Jesús, experimentemos sin embargo todos los días los efectos del pecado? La respuesta es la misma para usted, para mí y para los Papas.
Todo es función de acuerdo a la gracia que nos constituye, pero esa gracia no es santificante o sea no por ser hijo de Dios somos santos.
Un Papa es infalible cuando ejerce su ministerio en la cátedra de pedro, es infalible porque enseña el magisterio que ya fue revelado, un Papa nunca define doctrina (osea que no puede modificar la revelación que es la biblia, el magisterio y la tradición apostólica), por lo tanto el orden santificante de un ser humano en este caso el Papa no viene dado por el carisma o ministerio que ejerce puesto que los carismas son gracias para la edificación de la iglesia y no para la edificación de sí mismo.
Lo que produce santidad es el crecimiento de la gracia recibida a través de los dones Isaías 11,1 y sus respectivos frutos Gálatas 5,22 y 23.