¿Qué es la sucesión apostólica?
Jesús escogió a Simón-Pedro para que él fuera la piedra y tuviera las llaves del Reino. Ahora la pregunta es ¿cómo es que el Papa actual, tiene el mismo poder que Pedro?
La respuesta a esta pregunta es, que este poder fue transmitido a los papas a través de la historia. Esta transferencia fue prefigurada por los profetas Elías y Eliseo en el Segundo libros de los Reyes (2, 9 y 13-14): Cuando habían pasado, Elías dijo a Eliseo: Pide lo que quieras que haga por ti, antes que yo sea quitado de ti. Y dijo Eliseo: Te ruego que una doble porción de tu espíritu sea sobre mí…. Alzó luego el manto de Elías que se le había caído, y volvió, y se paró a la orilla del Jordán. Y tomando el manto de Elías que se le había caído, golpeó las aguas… y se apartaron a uno y a otro lado, y pasó Eliseo… Viéndole los hijos de los profetas… dijeron: El espíritu de Elías reposó sobre Eliseo. Y vinieron a recibirle, y se postraron delante de él (2 R 2, 9 y 13-15).
En el NT (Hch 1, 15-22) leemos que Pedro, como líder entre los Apóstoles, se levantó y tomó la palabra. Y dijo que los Apóstoles tenían que elegir a otro apóstol para reemplazar a Judas. Fíjate que nadie se opuso a la idea de Pedro. Nadie dijo: «Pedro, no tenemos el derecho, ni el poder de hacer ésto, porque solamente Jesús puede elegir a los doce». Nadie protestó, porque todos reconocieron la autoridad de Pedro y de ellos mismos para transferir el poder y la autoridad que recibieron de Jesús, y así lo hicieron en oración (como hoy en día). Los Apóstoles eligieron a Matías y a él le transfirieron toda la autoridad y responsabilidad de servir al pueblo de Dios como apóstol y obispo.
Las palabras de Pedro se basaron en lo que había dicho el Espíritu Santo:
Varones hermanos, era necesario que se cumpliese la Escritura en que el Espíritu Santo habló antes por boca de David acerca de Judas…. Tome otro su oficio (Hch 1, 16 y 20). ¿No sería absurdo suponer que el Espíritu Santo, que iluminó a Pedro para elegir un sucesor de Judas, se haya opuesto después a reemplazar a los demás Apóstoles y sus sucesores cuando murieran? ¿Por qué nos da problemas pensar en un sucesor para Pedro mientras aceptamos que los Apóstoles eligieron a un sucesor para Judas?.
Desde aquella elección, se le consideró a Matías como apóstol: Y el muro de la ciudad tenía doce cimientos, y sobre ellos los doce nombres de los doce Apóstoles del Cordero (Ap 21, 14). La Nueva Jerusalén (la Iglesia) tiene el fundamento con 12 Apóstoles. Según Ireneo, segundo obispo de Lyon, a Pedro lo reemplazó Lino quien es mencionado en 2 Ti 4, 21. Ireneo (año 180) testifica que los cristianos conservan la memoria del martirio de Pedro y Pablo en Roma.
Jesús había mandado a los Apóstoles a enseñar a todo el mundo (Mt 28, 19-20), y que el fruto de su predicación permaneciera: No me elegisteis vosotros a mí, sino que os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca (Jn 15, 16). Sin elegir sucesores era imposible que los Apóstoles pudieran predicar a todo el mundo y que sus frutos permanecieran: a fin de perfeccionar a los santos y la edificación del cuerpo de Cristo, Ef 4, 12. Las cosas que Jesús le encargó a Pedro: apacentar a las ovejas, confirmar a los colegas en el ministerio (Lc 22, 32), atar y desatar, etc., no pueden acabar con su muerte.
Si la autoridad de los Apóstoles era sólo para ellos, ¿por qué no afirmar lo mismo de otras obras eclesiales que Jesucristo les encomendó y que sin embargo, los hermanos mantienen como: el bautizar, enseñar, predicar, misionar (Mt 28, 19)? ¿Por qué Jesús hubiera dada tanto poder a Pedro y luego no querer que se transmitiera? En los primeros 250 años de la Iglesia, los emperadores romanos trataron de destruir a la Iglesia por medio de la persecución. En los primeros 200 años cada Papa, excepto uno, fue martirizado. ¡Los romanos sabían quién era la cabeza de la Iglesia! El emperador Decio (249-251 d. C.) dijo: «Preferiría recibir noticias de un rival a mi trono, que de otro obispo en Roma».
La lógica demuestra que si Jesús iba a preocuparse tanto para estructurar el oficio de Pedro (darle las llaves de autoridad y poder), esta misma seguiría durante la vida de la Iglesia. ¿Qué sentido establece tan alto papel si no tenía el deseo de que se continuara después de la muerte de Pedro?.
Los poderes por ejemplo, de atar y desatar que Jesús dio a los Apóstoles , no solamente se refieren a ellos mismos, sino a sus sucesores en el ministerio. Así, la INTEGRIDAD DE LAS ENSEÑANZAS DE JESÚS fue transmitida por los siglos:
Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros…. (Hch 2, 42). Obedeced a vuestros pastores, y sujetaos a ellos; porque ellos velan por vuestras almas, como quienes han de dar cuenta…(He 13, 17). Pablo ordena que el obispo sea: retenedor de la palabra fiel tal como ha sido enseñada, para que también pueda exhortar con sana enseñanza y convencer a los que contradicen (Tit 1, 9).
Otro ejemplo de transferir el poder se encuentra en 1 Ti 4, 14: No descuides el don que hay en tí, que te fue dado mediante profecía con la imposición de las manos del presbiterio. Y en Hechos leemos: Y constituyeron ancianos en cada iglesia, y habiendo orado con ayunos, los encomendaron al Señor en quien habían creído (Hch 14, 23). Ellos son los administradores de los misterios de Dios (1 Co 4, 1) [2]. Por eso Pablo subraya la necesidad de tener la autoridad para predicar: ¿Y cómo predicarán SI NO FUEREN ENVIADOS (Ro 10, 15). Y nada toma para sí esta honra, sino el que es llamado por Dios, como lo fue Aarón (He 5,4), sin embargo muchos ministros evangélicos andan predicando por su propia llamada.
En Hechos 1, Pedro dijo a los Apóstoles que para elegir al sucesor, éste debía haber estado con Jesús y los Apóstoles (vv. 21-22). ¿Por qué estos requisitos? Para que fuera confiable en su enseñanza.
Así, cuando los Apóstoles escogieron a los obispos para reemplazarlos, buscaron hombres que creían en la misma doctrina para poder preservar la fe.
El quería que su Iglesia guardara la verdad. Y esta Iglesia tendría que ser VISIBLE Y CONCRETA como lo es un cuerpo (Ef 1, 22-23) para que las personas puedan saber dónde hallar la verdadera doctrina y la salvación (Is 2, 2-3).
La Iglesia es: columna y baluarte de la verdad (1 Ti 3, 15).
Jesús no fue un vagabundo que predicara al azar. Constituyó un núcleo, los Doce, a quienes prometió que les enviaría el Espíritu Santo.
Igualmente, los apóstoles se preocuparon desde el principio, no dejando a cada comunidad ir a la deriva, siguiendo cada una su inclinación natural.
Pablo evoca a las comunidades que fundó y les envía cartas, las “epístolas”. Las epístolas a los Tesalonicenses, el primer escrito del Nuevo Testamento, unos veinte años después de Pentecostés, hablan ya de “Iglesias” y de los que están “a su cabeza”.
Él coloca a los “ancianos”, como se ve en Éfeso (Hechos 20,17). La primera carta de Pedro dirige recomendaciones a los ancianos que tienen una “grey de Dios que les está encomendada” (5,1-2).
Son bien conocidos dos de los colaboradores de Pablo, convertidos del paganismo, Tito y Timoteo : les envía a las comunidades fundadas por él, para evitar que vayan a la deriva. Ellos son destinatarios de tres epístolas, con consejos para el futuro. A Timoteo, Pablo le recuerda el “don espiritual que Dios ha depositado en ti por la imposición de mis manos”. El Apocalipsis de Juan empieza con dos cartas a las siete Iglesias de Asia Menor.
Los apóstoles se han preocupado por la unidad de la Iglesia, a través de los tiempos (“sucesión apostólica”) y en el espacio (“comunión»).
La insistencia, en la fe católica, de la sucesión apostólica no data del Concilio Vaticano II. Fue valorada, en el siglo II, por san Ireneo, obispo de Lyon, en su tratado Contra las herejías:
“Podríamos enumerar a los obispos que fueron establecidos por los apóstoles en las Iglesias, y a sus sucesores hasta nosotros… Pero como las sucesiones de todas las Iglesias serían demasiado largas de enumerar, tomaremos sólo una de ellas, la Iglesia más grande, más antigua y conocida por todos, que los dos apóstoles más gloriosos Pedro y Pablo fundaron y establecieron en Roma”.
San Ireneo cita entonces a los sucesores de Pedro y Pablo : Lino, Cleto, Clemente, Evaristo, Alejandro, Sixto, Telesforo, Higinio, Pío, Aniceto, Sotero “y ahora Eleuterio”, que fue obispo de Roma a partir del 175.
La Iglesia Católica reconoce y tiene un listado completo de los 266 Papas que a su debido tiempo se han encargado de la obra de Dios entregando sus vidas al servicio de los demás, iniciado con San Pedro y actualmente con el Papa Francisco tenemos el listado completo de los 266 Papas de la Iglesia Católica Apostólica Romana.