Evangelización en América – Bolivia
SÍNTESIS DE LA HISTORIA DE LA IGLESIA EN BOLIVIA.
En Bolivia, como en otros países de la América hispana, la evangelización comenzó prácticamente al mismo tiempo que la conquista.
La primera evangelización de Bolivia representó un esfuerzo enorme por la resistencia de los aborígenes y llevó al martirio a muchos evangelizadores.
Los Mercedarios, Dominicos, Franciscanos, Agustinos y Jesuitas, junto con clero diocesano llevaron adelante esta labor.
Ateniéndonos al título del tema los aspectos estudiados en cada punto son siempre referidos a la vida de la Iglesia católica en Bolivia.
En el siglo XV, el espíritu misionero de los franciscanos y jesuitas para evangelizar en tierras alejadas de América no tenía límites, por ello viajaban hasta llegar a zonas desconocidas como es el caso de Bolivia.
En ese periodo, los franciscanos se preocuparon por una igualdad social y por evangelizar a los oriundos, lo mismo sucedía con los jesuitas quienes llevaron la fe católica mediante la música barroca y la enseñanza del cristianismo dejando, además, un legado histórico con sus iglesias y que hoy está catalogada como Patrimonio de la Humanidad.
En el año de 1539 llegaron los misioneros franciscanos al departamento de Chuquisaca, en Bolivia, dónde el padre fray Francisco de Aroca construyó una enramada hecha de palos y hojas.
En este lugar catequizaba a los niños, y al verse impresionados los fieles por las palabras del sacerdote, en el año de 1540 iniciaron la construcción del Convento o casa para la Orden franciscana; posteriormente por el año de 1581 se concluye la construcción de la Iglesia, en cuyo interior se aprecian retablos en pan de oro, pinturas, entre otras riquezas.
En lo que va del siglo XVI, los misioneros franciscanos crearon también los conventos de San Antonio de Potosí y Nuestra Señora de los Ángeles de La Paz. En 1565 se crea la provincia de San Antonio de los Charcas, posteriormente se fundan los conventos de San Francisco de Pocona, San Francisco de Cochabamba, Nuestra Señora de los Ángeles de Mizque, Santa Ana de Chuquisaca, Nuestra Señora de Guadalupe de Oruro y Nuestra Señora de los Ángeles de Tarija.
Misiones de Tarija
El papa Gregorio XV creó en Roma la Congregación de Propaganda Fide, cuyo propósito era la propagación de la fe. A raíz de esta iniciativa los misioneros franciscanos, en 1755 crearon el primer Convento o Colegio Propaganda Fide en el departamento de Tarija, con el propósito de evangelizar a los mismos cristianos y a las personas que en ese entonces desconocían la religión católica; además servían para que los frailes misioneros pudieran aprender las diversas lenguas nativas, para catequizar y para formar grupos de oraciones.
El carisma evangelizador de ese entonces de los franciscanos fue vivir sin nada, solo tener una vida entre el huerto y recibir las limosnas. Los franciscanos tenían en su enfoque el aspecto socio-religioso y que se resumía en el templo, biblioteca, predicación, estudio y comunicación en la diversidad cultural.
En Bolivia, los misioneros sacrificaron su integridad para evangelizar en lugares desconocidos de mucho peligro. Fruto de este esfuerzo, también fundaron el colegio Fide en el año de 1796 en Tarata; en 1835 el Colegio de La Paz; en 1837 el Colegio de Sucre, y en 1853 el Colegio de Potosí.
Patrimonio de los jesuitas
Desde el año 1540 llegaron los misioneros de la Compañía de Jesús al país boliviano, cuyo propósito fue convertir al cristianismo a las personas que desconocían la fe católica. En el año de 1576, los jesuitas en conjunto con los pueblos de lengua Aimara (habitaban de las orillas del lago Titicaca) empezaron a crear las misiones, entre ellas las más importantes fueron las de Chiquitos y San Miguel.
Los jesuitas emprendieron su plan de expansión en el siglo XVI creando las misiones en siete pueblos de Bolivia: San José de Chiquitos, San Javier, Concepción, San Ignacio de Velasco, Santa Ana, San Miguel y San Rafael. Posteriormente en el año 1992, estos lugares de gran riqueza histórica y cultural fueron catalogados por la UNESCO como Patrimonio Cultural de la Humanidad.
Por el año 1640, los jesuitas infringen las “Leyes de Indias” al armar de fusiles y entrenar militarmente a los oriundos de las reducciones. Posteriormente en el año de 1645, el Virrey del Perú autoriza para que los jesuitas tengan legalmente armas de fuego para mantener toda una organización militar.
El 2 de abril de 1767, el Rey Carlos III ordena la expulsión de los jesuitas de todos sus dominios y el papa de ese entonces suprime a la Compañía de Jesús; solo en 1814 el papa Pío VII autoriza para que sigan funcionando.
La presencia de los españoles en América generó pobreza, desigualdad social y humillaciones, sin embargo, gracias a los miembros de las diversas congregaciones es que se evangelizó de pueblo en pueblo.
Los misioneros enseñaban la fe cristiana, incentivaban la estabilidad del núcleo familiar y la paz en una sociedad convulsionada. Por ello, muchos predicadores tuvieron que enfrentarse a las autoridades para defender al pueblo de las injusticias sociales.
Ahora, las iglesias, conventos y monasterios son testigos que acompañan la vivencia de una fe católica que se dispone a recibir en Bolivia al papa Francisco.
La Iglesia en América Latina: BOLIVIA
Valioso estudio del Observatorio Pastoral del Celam (OPC), que nos acerca a la realidad pastoral, social y devocional de los pueblos latinoamericanos
Nace el cristianismo en Bolivia
Los primeros misioneros llegados a tierras bolivianas con los españoles en el siglo XVI fueron mercedarios, dominicos, franciscanos, agustinos y jesuitas, quienes con el primer clero diocesano llevaron adelante la labor evangelizadora.
Según reporta el OPC, con el nombre de La Plata o Charcas, el 27 de junio de 1552, el papa Julio III erigió el primer obispado, nombrando al dominico Tomás de San Martín como primer obispo y con asiento en la ciudad de Chuquisaca. Recién en julio de 1609 fue elevada a la categoría de arquidiócesis por el papa Paulo V, confiándole el cuidado de la grey a Alonso de Peralta, primer arzobispo, quien vio cómo su jurisdicción cambiaba de nombre a Arquidiócesis de Sucre el 11 de noviembre de 1924.
Más adelante, el papa Paulo V erigió las diócesis de La Paz y Santa Cruz, el 4 y 5 de julio de 1605 respectivamente, separándolas de la diócesis de Sucre. Nuevos cambios y creaciones se darían a través de los años.
Organización actual
La Iglesia católica boliviana está organizada por cuatro arquidiócesis (Cochabamba, La Paz, Santa Cruz, Sucre), seis diócesis (Coroico, El Alto, Oruro, Potosí, San Ignacio de Velasco, Tarija), cinco vicariatos apostólicos (Camiri, El Beni, Ñuflo de Chávez, Pando, Reyes), dos prelaturas territoriales (Aiquile y Corocoro) y un ordinariato Castrense.
Bolivia cuenta con un cardenal, el arzobispo de Santa Cruz, Julio Terrazas Sandoval, de la congregación de los redentoristas, quien dejará el cargo en poco tiempo ante su renuncia por límite de edad.
Relación Iglesia-Estado
Según los datos proporcionados por el OPC, la anterior Constitución reconocía a la religión católica como la oficial en el país. Esto cambió con la reforma a la Carta en 2009, que la equipara a las demás creencias y cultos. En el artículo 4 se lee: “El Estado respeta y garantiza la libertad de religión y creencias espirituales, de acuerdo con sus cosmovisiones. El Estado es independiente de la religión”.
Si bien esta igualdad se definió en el texto contitucional, la Iglesia católica recibe constantes presiones y reacciones a sus posturas por parte del Gobierno Nacional. Según narra el OPC, “la Iglesia en su misión profética, no ha dejado de emitir su opinión sobre la coyuntura política, social y económica del país, preocupada por la realidad del pueblo boliviano y el respeto por la dignidad de los individuos y su pueblo.”
En los diferentes comunicados y declaraciones del episcopado y de los ordinarios de cada lugar, siempre se ha venido alertando sobre los problemas que acarrea “la extrema pobreza, el narcotráfico, el alza de precios de la canasta familiar, la democracia que a menudo han denominado formal, (pero) poco participativa y consensuada; visibilizando la grave contaminación y deterioro ambiental”, y con una preocupación especial por el cuidado de las comunidades y el medio ambiente.
Otras creencias
Con cifras de 2001, el OPC informa que el censo de ese año registró que el 78% de la población era católica, y que las denominaciones protestantes representan el 19% de la población, encontrándose un número más alto de católicos en las áreas urbanas que en las áreas rurales, donde la afiliación protestante alcanza un nivel aproximado del 20%.
Hay un 2.5% de la población que indicó no tener afiliación religiosa, y menos del 0.2% declaró tener una afiliación con otras confesiones religiosas, incluyendo el Islam, mormones, entre otros.
El mismo Informe señala que una buena parte de la población indígena practica diversas religiones “con elementos sincréticos o complementarios con el catolicismo desde sus cosmovisiones y tradiciones ancestrales”. Se conoce el tradicional culto a la “Pachamama” o Madre Tierra, que según el OPC se combina con la veneración a la Virgen de Copacabana, la Virgen de Urkupiña, la Virgen del Socavón o el Señor Jesús del Gran Poder.
Ante el deseo de algunos líderes indígenas, quienes han buscado reivindicar sus creencias ancestrales originarias, en el año 2009, un Decreto Supremo decidió reconocer el festejo del “Año Nuevo Aymara o Wilka Kuti” (retorno del sol), fiesta que celebra el inicio de un nuevo ciclo solar con la llegada del solsticio de invierno.
Enseñanza de la religión
Respecto a la educación, el OPC señala que el Gobierno Nacional ha introducido modificaciones al pensum de los colegios, frente a lo cual la Iglesia Católica encuentra restricciones para la libertad de educación. Esto es porque el modelo de educación en el que el Estado es el único educador en la sociedad, desconoce el derecho a elegir de los padres sobre el tipo de educación de sus hijos y los de la misma sociedad.
Al ser el Estado el único formador de los maestros, los profesores de religión pasan a ser “profesores de cosmovisiones tradicionales”.
El OPC informa que los obispos ven con esperanza el crecimiento de la autoestima de las diferentes culturas nacionales, en especial de las indígenas, así como el aprecio por sus valores y lenguas, reconociendo la complementariedad y riqueza de la diversidad e interculturalidad, “pero preocupa que, con el objetivo de reafirmar la propia identidad se caiga en la tentación de resaltar las diferencias y se pierda de vista que hay también lazos muy fuertes que los unen e identifican a todos como bolivianos”.
Una comunidad que sirve
Son dieciocho las jurisdicciones eclesiásticas que agrupan a 607 parroquias. Trabajan también un aproximado de 550 presbíteros diocesanos, 650 sacerdotes religiosos, 78 diáconos permanentes, 1.258 religiosos y 2.658 religiosas.
El OPC detalla que un servicio importante al país es la educación, con cerca de 1.900 instituciones educativas. Se ofrecen 635 obras de beneficencia, por medio de las cuales se atiende a los más necesitados, “a pesar de las dificultades frente a las nuevas políticas y reglamentaciones del Gobierno Nacional que buscan un mayor control de la fundamentación humana de la formación y la educación desde una perspectiva que margina la religión católica”.
Es así que la Iglesia boliviana acompaña a las comunidades “en los rincones más recónditos del país en su misión de anunciar el evangelio y compartir y acompañar a las comunidades en su caminar, hacía la realización del más alto grado de dignidad de sus pueblos, como hijos de Dios”.
Prioridades pastorales
Bolivia, como los demás países de la región, centra sus esfuerzos en realizar una pastoral de conjunto “que permita realizar más que actividades, procesos que conlleven a la realización de espacios de comunidad entre la sociedad y la vivencia cristiana en los diferentes ámbitos sociales y culturales de la vida del pueblo boliviano”, según el diagnóstico del OPC.
Se lee en el mismo documento, que la Conferencia Episcopal Boliviana, a partir de las conclusiones de Aparecida, ha elaborado un nuevo enfoque con directrices que se proyectaron hasta el año 2013. Esto a partir de seis prioridades, como son: una Iglesia al servicio del anuncio de Jesucristo vivo (Kerygma), al servicio de la Palabra de Dios y de la misión; con impulso a los itinerarios formativos de la fe, al servicio de la comunión y en la promoción y defensa de la vida.
Frutos de santidad
La Iglesia boliviana tiene muchos ejemplos de pastores y evangelizadores que ayer y aún hoy son un testimonio vivo de amor a Cristo y de heroicidad en el anuncio de sus enseñanzas salvíficas.
Es así que los fieles pueden venerar a la beata Nazaria Ignacia de Santa Teresa de Jesús, nacida en Madrid, España en 1889, y muerta en Buenos Aires el 6 de julio de 1943. Esta santa mujer llegó a Bolivia en 1916 para atender un asilo de ancianos, y fundó luego la comunidad Hermanas Misioneras Cruzadas de la Iglesia en 1925 en Oruro, primera congregación misionera de Bolivia.
Como relata el OPC, Juan Pablo II decidió proclamarla beata en septiembre de 1992, a raíz de un milagro ocurrido en un hospital de Argentina, donde gracias a oraciones que le dirigió una mujer que se encontraba desahuciada, recuperó la salud en la puerta del quirófano.
Actualmente, existen más de mil religiosas distribuidas en América, Europa y África y su fiesta se celebra el 6 de julio.
Son dos los siervos de Dios que van camino a los altares en Bolivia. Uno es Francisco Tito Yupanqui, indígena aimara nacido en Copacabana en 1550, y muerto en el Cusco en 1616. Los obispos conformaron una comisión para que reúna todos los antecedentes de sus milagros, y podría convertirse en el primer santo propiamente boliviano.
La otra sierva de Dios es Virginia Blanco Tardío, laica nacida en Cochabamba y reconocida por su piedad y labor comprometida con la comunidad. Vivió entre 1916 y 1990 y a la fecha tiene numerosos seguidores. Según se lee en el OPC, en 2006 la Congregación de las Causas de los Santos dio su visto bueno a la solicitud de beatificación y desde entonces el proceso continúa.
Se reconoce que Virginia Blanco ha realizado milagros en casos de recuperación de la salud. Cada domingo cientos de fieles se reúnen para rezar ante su imagen en una capilla del policonsultorio El Rosario, de Cochabamba, obra social que fuera inaugurada por ella en 1977.
Santuarios de la fe
Algunos de los santuarios que dan testimonio de la fe del pueblo boliviano son el de Cotoca en Santa Cruz, el de la Virgen del Socavón en Oruro, de la Candelaria en Copacabana, y el de Santa María de Urcupiña.
Por mencionar uno, el Santuario de la Virgen del Socavón se encuentra en la ciudad de Oruro, en el altiplano a 3.700 metros de altura. El culto a la Virgen del Socavón aparece en las últimas décadas del siglo XVI, es decir aproximadamente al tiempo en que se iniciaba la veneración a la Virgen de Copacabana.
La Virgen del Socavón ha sido declarada patrona de los mineros y folkloristas. Es la meta de peregrinaciones a lo largo de todo el año, sobre todo de parte de los pueblos del altiplano. Pero el periodo de mayor concurrencia es el tiempo de Carnaval, en que miles de danzarines bailan a la Virgen. El 18 de mayo de 2001 la UNESCO proclamó el Carnaval de Oruro como obra Maestra del patrimonio oral e intangible de la humanidad.
MÁS PRESENCIA MISIONERA.
El primer sacerdote que ingresó a la tierra de Moxos fue el carmelita Vázquez de Urrea que participo en las dos últimas expediciones militares que se internaron por esta región. Recorrió las tierras del actual departamento de Pando, entre 1560 y 1568, pereciendo junto a Gómez de Tordoya cuando su expedición fue atacada por los toromanas.
El cura de Mataca, Cabello de Balboa, con autorización de la Audiencia de Charcas, salió el año 1549 de La Paz dirigiéndose hacia el norte por la provincia de Lecos. Siguiendo la orilla izquierda del rio Beni atravesó la confluencia del Tuichi hasta llegar al Madre de Dios. Tres años más tarde, en 1579, el jesuita Juan de Urrea salió de La Paz por la ruta de Apolobamba hasta llegar a la región de los chunchos, siendo victimado por los indios.
A finales del siglo XVII comenzó la creación de las misiones jesuitas en el territorio boliviano, esencialmente en las regiones de Chiquitos, al norte del departamento de Santa Cruz de la Sierra, y en Moxos, ubicado en el territorio del departamento del Beni.
Primero se fundó la Misión de San Francisco Xavier en 1691, por el jesuita José de Arce. Seguidamente se creó la Misión de San Rafael en 1696, debida a los jesuitas Zea y Hervas. Posteriormente, en 1698 el jesuita Felipe Suárez fundó la Misión de San José. La Misión de San Juan Bautista data de 1699, y la Misión de Concepción de 1709.
La Misión San Ignacio de Zamucos fue creada en 1724, siendo abandonada en 1745. Posteriormente se fundaron la Misión de San Ignacio en 1748, la Misión de Santiago en 1754, y finalmente las últimas en fundarse fueron las Misión de Santa Ana en 1755 y la Misión de Santo Corazón en 1760.
El año 1767 serían expulsados los jesuitas . Desde el punto de vista de América, la obra de la compañía fue beneficiosa: incorporó a la civilización a cientos de tribus, revirtió a las misiones americanas cuanto de ellas se extraía, logrando un gran progreso material causante de resquemores de parte de las autoridades civiles.
Su labor educacional, tanto en colegios como universidades, fue amplia y efectiva, pero estos dos puntos (misional y de educación), sobre todo el primero, dio lugar a que se pasaran a España informes contrarios a su obra, entre los informantes estaba el virrey Amat. En 1767.