Creo en el Espíritu Santo
Creo en el espíritu santo, cuando mencionamos el Espíritu Santo nos referimos a la tercera persona de la trinidad, vamos aclarando varios puntos:
La grandeza del misterio de la trinidad es imposible de comprender todos los aspectos y profundidades, «I Corintios, 2 ,10. Porque a nosotros nos lo reveló Dios por medio del Espíritu; y el Espíritu todo lo sondea, hasta las profundidades de Dios. 11. En efecto, ¿qué hombre conoce lo íntimo del hombre sino el espíritu del hombre que está en él? Del mismo modo, nadie conoce lo íntimo de Dios, sino el Espíritu de Dios.»
El espíritu santo es igual que Jesús un paráclito, abogado o consolador como menciona «y yo pediré al Padre y os dará otro Paráclito, para que esté con vosotros para siempre, (Juan 14, 16)» dice claro otro paráclito, significa que el también lo es, el paráclito o abogado antiguamente era el que susurraba en el oído del defendido, el defendido debía de hablar el según el abogado iba susurrando en el oído, era el que guiaba que debía hablar, como y que. Debía de responder para defender.
El Espíritu Santo no es una energía de Dios, tampoco es un ángel o una fuerza sin características propias o totalmente separada de las cualidades de Dios mismo, El hecho de que el Espíritu Santo es Dios, se ve claramente en muchas partes de las escrituras, incluyendo Hechos 5,3-4. En este versículo, Pedro confronta a Ananías por haber mentido al Espíritu Santo, y le dice que él «no había mentido a los hombres sino a Dios». Es una evidente declaración de que mentir al Espíritu Santo es mentir a Dios. También podemos saber que el Espíritu Santo es Dios, porque Él posee los atributos o características de Dios. Por ejemplo, Su omnipresencia se ve en Salmos 139:7-8 «¿A dónde me iré de tu Espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia? Si subiere a los cielos, allí estás tú; y si en el Seol hiciere mi estrado, he aquí, allí tú estás».
El catecismo de la iglesia católica muestra ejemplos desde el numeral 694- 701 son varios los simbolos: agua, uncion, fuego, sello, nube, luz, mano, dedo y paloma. Al buscar imágenes del espíritu santo gran parte de todas las imágenes es la paloma, aclaramos que el Espiritu Santo no posee forma material aun que si ha tomado formas, mas no es en si la imagen de lo que realmente es, la imagen tanto del Padre y El Espiritu Santo son revelados por medio de Jesucristo.
La gracias, dones, frutos, todo tipo de milagros, visiones e inspiraciones es la cualidad especial que se da por medio de la tercera persona de la trinidad, cualidad de Dios mismo. Por eso Cristo inaugura el anuncio de la Buena Nueva haciendo suyo este pasaje de Isaías (Lc 4, 18-19; cf. Is 61, 1-2): «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido. Me ha enviado a anunciar a los pobres la Buena Nueva, a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, para dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor».
El día de Pentecostés, los discípulos precisamente tuvieron por primera vez la experiencia de sentir la presencia de Dios «en ellos». Nunca más los creyentes se sintieron desamparados ni en medio de las luchas más difíciles. Estaban plenamente seguros de que el Espíritu Santo los «consolaba» y los «iba guiando a toda la verdad».
El Espíritu Santo es quien hace fecunda la Palabra de Dios en el corazón del hombre. Es quien nos hace comprender su Palabra y que la podamos vivir. Es también quien nos une con el Padre y con el Hijo en oración, nos mueve a alabar a Dios y a proclamarlo Señor de nuestras vidas:
«Nadie puede decir: «¡Jesús es Señor!» sino por influjo del Espíritu Santo» (1 Co 12, 3). «Dios ha enviado a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo que clama ¡Abbá, Padre!» (Ga 4, 6). Este conocimiento de fe no es posible sino en el Espíritu Santo. Para entrar en contacto con Cristo, es necesario primeramente haber sido atraído por el Espíritu Santo. El es quien nos precede y despierta en nosotros la fe. Mediante el Bautismo, primer sacramento de la fe, la Vida, que tiene su fuente en el Padre y se nos ofrece por el Hijo, se nos comunica íntima y personalmente por el Espíritu Santo en la Iglesia (Cat. Nº 683).
Creer en el Espíritu Santo es estar convencidos de que él va a renovar permanentemente nuestra vida, haciendo que de nuestro interior broten «ríos de agua viva» (Jn 7, 38–39)
Ciertamente las iglesias protestantes poseen ciertas influencias del espíritu santo, eso no le negamos, pero por ignorancia, por que aprendieron así, por equivocaciones o cualquier motivo no disfrutan de la gracia de Dios que es ser parte del cuerpo de Cristo que es su iglesia, ciertamente tocara sus corazones y buscara la unidad de fe, bautismo, doctrina y misión.
No podrán gozar de todos los sacramentos, de las bendiciones dadas por la obediencia, de una santidad profunda y conocimientos verdaderos de la palabra de Dios.
Debemos de acoger con misericordia, afecto y búsqueda, pero no doblegar esa verdad que es dada por medio de la iglesia, pues una es la verdad, no existe verdades y Santo Espíritu no es un espíritu de división.
Recordemos que el ángel de la luz lucifer, puede imitar todo menos la obediencia, fue la soberbia de querer estar igual que Dios o superarlo, a veces caemos en ese sentido, creer que alcanzamos una sabiduría superior a Dios y ponemos nuestras interpretaciones que no nos ha sido concebido por El Espíritu Santo sino por conocimiento humano limitado, se llegan a herejías hasta ofensas al Espíritu santo.
Isabel llena del espíritu santo dice a María, bendita tu eres sobre todas las mujeres y bendito el fruto de tu vientre Jesús, nos preguntamos cual es ese espíritu para llamar a María cualquiera, vaso desechable, hasta graserías fuertes que preferimos no mencionar.
Asi vemos como una de las característica que debemos de tener para discernir sobre si realmente es el Espíritu de Dios quien sopla o es otro espíritu de división y confusión
Dios nos cubra de su Santo Espiritu y nos permita una conversion permanente.