Creo en un solo Dios, Padre, Todopoderoso, creador del cielo y de la tierra
Nuestra vida, entonces, está determinada por la profesión de nuestra fe. Esto significa que en el Credo encontramos los motivos o las razones más grandes para edificar nuestra vida.
Al decir “un solo Dios» no estamos, de ningún modo, diciendo que nuestro Dios sea solitario. Creemos «en un solo Dios (…) no en un solo Dios como solitario, descartamos que nuestra fe sea solamente en una per¬sona, en alguien incapaz de realizar todo un proyecto de salvación en com¬pañía con otras; incapaz de entrar en plena comunión o de estar unida por vínculos que superan cualquier individualismo o formas de egoísmo.
La existencia en Dios de una comunidad perfecta permite confesar que entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo no hay diferencias ni desigualdades, no hay luchas de poder, ni de gloria, ni de inmortalidad , no hay mayor ni menor, «todo lo que tiene el Padre, lo tiene el Hijo y también el Espíritu Santo. Nunca dejó de existir en esta Trinidad tal comunión, pues en ella tener es existir siempre».
La originalidad de la divinidad (eso único de Dios) se encuentra en que cada una de las personas realiza el misterio de la ‘originalidad divina’, tan radical y tan divina, que permite que en Dios no haya ninguna división, oposición o lucha, dispersión o aniquilamiento de la persona.
Dios es Padre.
Creo en Dios, Padre. Nosotros no podríamos conocer el comportamiento del Padre al interno de tan divina, sublime y alta Familia si el Hijo no nos lo hubiera comunicado. Los hijos delatan a sus padres, también en nuestro caso. Sabemos que el Padre es «eterno, inmortal, omnipotente, rey, Dios, Señor, Creador (… porque existen) estas propiedades en su ‘Imagen’ (Cristo Jesús), a fin de que quien vea al Hijo vea al Padre (cf. Jn. 14,8)» .
El nombre ‘Padre’ «no es ni un nombre de sustancia, ni un nombre de acción, sino un nombre de relación, un nombre que indica la manera en que el Padre está en relación con el Hijo o el Hijo en relación con el Padre”. El Padre, por esto, no únicamente dispone todo sino que El es disposición total. Disposición que se manifiesta en el ofrecimiento de todo y por eso la donación absoluta de todas sus riquezas.
Dios Padre todopoderoso.
El Dios en quien nosotros creemos no tiene su fuerza en lo que es compatible con el egoísmo o el dominio que es intolerante. Lo que se opone a la generosidad es retener para sí las riquezas que se posee. La grandeza, por tanto, de Dios está en la donación (= generación) de todo el misterio de su vida.
Mientras los poderosos del mundo procuran subyugar, someter al hombre por la fuerza, el miedo y por el falso encanto, el Padre de Jesucristo, que es nuestro Padre, es omnipotente porque su poder se encuentra en que nada le puede quitar la vida, en que no puede morir y que su poder no se ejerce ni por el temor, ni por la violencia ni por falsos encantos para con el hombre. No sería omnipotente si no obrara en la historia el bien, si se dejara llevar por los impulsos de la violencia o por los arrebatos del deseo. Dios es absolutamente poderoso por su Sabiduría.
Solamente a quien es limitado y débil lo agotan. Ni lo uno ni lo otro es el Padre, nada lo agota, nada lo abarca y nada lo acaba. La perfecta capacidad de no verse agotado por nada le permite ejercer su poder en la tolerancia de todos y por la misma razón nada puede menguarle en la fuerza para dar la vida, entregar la gracia allí donde parece que el hombre se aferra a lo que no le trae Vida sino condena a la muerte.
Creador de cielo y tierra.
Dios es Omnipotente porque es generoso. La generosidad del Padre la manifiesta en la existencia de un Hijo, a quien le ha dado todo. De modo que alguien que es igual a El vive esta vida divina. Siendo la omnipotencia divina la donación de sus riquezas, llama a la vida divina a lo que no es igual a El, al mundo que crea. Es el colmo del amor. Fácil es entre iguales entenderse, entre aquellos que hablan igual. Muy difícil la comunicación entre quienes no son iguales o entre quienes no hablan el mismo lenguaje. Pero en esto radica la originalidad de Dios, en llamar consigo a la criatura a vivir la vida divina.
Dios no sólo es generoso para dar su vida, sus riquezas al generar un Hijo, sino que su generosidad ha hecho posible que alguien que no es igual a El, que es menor, inferior infinitamente, (nosotros), que no tiene la misma capacidad de responder a lo que El quiere y propone, sea llamado a vivir en esa vida divina.
Entre las grandes verdades que la fe confiesa, Cirilo de Jerusalén, se encuentran dos: el mundo que Dios preparó con sus manos y el hombre que Dios plasmó
«Para el hombre preparó Dios el mundo»
Dios no necesita de otras manos para crear al hombre, ni para hacer lo que quiera. El nos hizo… y, esto es de fe. Con la creación del hombre, Dios procura integrar a la vida comunitaria divina a alguien que sin ser Dios viene de El; a alguien que sin ser omnipotente domina sobre todos los seres y que siendo el compendio del universo supera la belleza de las creaturas.
El creó el cielo, pero no leo en la Escritura que se haya reposado; creó la tierra no leo que haya descansado; creó el sol y la luna y las estrellas, ni siquiera leo se haya reposado. Pero leo que creó al hombre y entonces se reposó, teniendo en él a quien perdonar los pecados» .
Dios reposó en el corazón del hombre, de modo que «Aquel, a quien ‘no contienen los cielos’ (II Clon. 6,18), lo contiene la estrechez del corazón humano»
La búsqueda que Dios hace del hombre se inicia ya en la etapa misma de su condición en el Paraíso. «El Jardín era tan bel lo y agradable que el Verbo de Dios se personaba con frecuencia en él; se paseaba y entretenía con el hombre prefigurando lo que había de suceder en el futuro; es decir, el Verbo de Dios se haría conciudadano del hombre y conversaría y habita¬ría con los hombres enseñándoles la justicia»
En resumen. La ‘originalidad’ de Dios («Dios es único o no es Dios») se encuentra en su vida divina. Divina porque en ella no hay desigualdades, no hay mayor ni menor, y no hay solitarios inactivos. Divina porque en el misterio de esta vida el Padre es generosidad total y absoluta. Porque es generoso tiene un Hijo, uno igual a Él; sin embargo, la generosidad absoluta lo hace llamar a alguien que es distinto a ellos (= Padre e Hijo) a compartir su vida y a compartir con él (= el hombre) todas sus riquezas. Cuando el hombre falló a tales intenciones divinas, Dios no se echó atrás, y continuó elevando a la Imagen hasta lo que es el modelo y procurando que la carne llegará a vivir la comunión con Dios, este es el Dios en que creemos.