La Ascensión de Jesucristo: Un Poderoso Acto de Redención
La Ascensión de Jesucristo es un artículo fundamental del Credo, que nos permite profundizar en la fe y entender mejor los misterios de nuestra salvación. Después de creer en la resurrección de Cristo, es necesario también creer en su Ascensión a los cielos después de 40 días de la resurrección.
Cuando se dice "ascendió a los cielos", no se refiere al concepto general que nosotros comprendemos de cielo, que es la cúpula celestial dónde está reflejado las estrellas y los planetas. En cambio, se refiere a algo más profundo.
“Él le ha puesto por obra en Cristo resucitándole de entre los muertos y sentándole a su derecha en los cielos, por encima de todo principado, potestad, virtud y dominación y de todo cuanto existe, no sólo en este mundo sino también en el venidero. «Todo lo sometió bajo sus pies» y a él lo constituyó cabeza de todas las cosas en favor de la Iglesia, que es su cuerpo, la plenitud de quien llena todo en todas las cosas.” (Efesios 1,20-23)
En estos versículos de la Biblia, nos da a entender que los cielos es el trono de Dios Padre que está sobre todo cuando está creado. Todo aquello que constituye lo material que nosotros conocemos y al mismo tiempo nos hace saber que lo constituyó cabeza de la iglesia. Comprenderemos que la Ascensión se refiere al enaltecimiento que Jesucristo recibe por el sacrificio de la Cruz y la redención de los pecados de cada uno de nosotros.
También debemos de tener cuidado al querer comprender a qué se refiere "diestra de Dios". No lo debemos de entender de una manera corporal sino metafórica. Entonces, por qué se dice que se sentó a la derecha del Padre, esto se refiere a la igualdad del Hijo con el Padre, siendo un solo Dios.
”Cuando yo sea elevado de la tierra, atraeré a todos hacia mí.” (San Juan 12,32)
En estas palabras que nos da el mismo Jesús en el Evangelio de San Juan, se nos explica de que en el momento en el cual va a ser elevado en la cruz será elevado también a los cielos y como único sacerdote de la alianza nueva y eterna.
“Ahora bien, Cristo entró, no en un santuario hecho por los hombres, copia del auténtico, sino en el cielo mismo; y ahora se presenta ante Dios a favor nuestro.” (Hebreos 9,24)
Tampoco se debe entender de que Jesucristo al ascender a los cielos, ya no está haciendo nada en favor de los hombres. Todo lo contrario, el estar en la presencia de Dios Padre lo hace para abogar por la salvación de la humanidad. El hecho de que Él ya se ofreció como sacrificio no significa de que nosotros estamos automáticamente salvados, sino que debemos de acceder a la misericordia de Dios, pidiendo perdón de los pecados que se cometen y que nos alejan de la santidad y por ello Jesucristo sigue abogando por cada uno de nosotros para que alcancemos cada uno la plenitud en Él.
En el numeral 663 del catecismo de la Iglesia nos dice: “Cristo, desde entonces, está sentado a la derecha del Padre: «Por derecha del Padre entendemos la gloria y el honor de la divinidad, donde el que existía como Hijo de Dios antes de todos los siglos como Dios y consubstancial al Padre, está sentado corporalmente después de que se encarnó y de que su carne fue glorificada» (San Juan Damasceno, Expositio fidei, 75 [De fide orthodoxa, 4, 2]: PG 94, 1104).”
“A este Jesús Dios le resucitó; de lo cual todos nosotros somos testigos. Y exaltado por la diestra de Dios, ha recibido del Padre el Espíritu Santo prometido y ha derramado lo que vosotros veis y oís. «Sepa, pues, con certeza toda la casa de Israel que Dios ha constituido Señor y Cristo a este Jesús a quien vosotros habéis crucificado.»” (Hechos 2,32-33.36)
Con este anuncio que San Pedro da en el primer discurso pentecostal en Jerusalén, es elocuente y solemne en el cual proclama la elevación de Cristo crucificado y resucitado a la derecha de Dios, la Ascensión al cielo significa la participación de Cristo hombre en el poder y autoridad de Dios mismo. Tal participación en el poder y autoridad de Dios uno y trino se manifiesta en el envío del Espíritu Santo, el cual recibiendo de la redención llevada a cabo por Cristo realiza la conversión de los corazones humanos.
La Ascensión de nuestro Señor Jesucristo a los cielos es para hacernos partícipes del Espíritu Santo que nos va a dar la consolación, la fortaleza y la bendición de cada uno de los dones y carismas que solamente a través de él podemos recibir. Sin el Espíritu Santo tampoco podríamos comprender cada una de las verdades de fe que nos van guiando y fortaleciendo.
Cuando nosotros proclamamos en el Credo que subió al cielo y está sentado a la derecha del Padre, estamos proclamando el señorío de Jesús dentro de nuestras vidas, dentro de la iglesia y dentro de todo lo que existe. Al mismo tiempo le damos la glorificación que se merece por el sacrificio de la cruz, que nos da a cada uno la redención de los pecados y nos da el acceso para la salvación de nuestra alma.
El compromiso que debemos tener nosotros como católicos es de ir comprendiendo y profundizando cada una de las verdades de fe que la Santa Madre Iglesia nos entrega para nuestra formación y el crecimiento de nuestra fe. Por tanto, es necesario que cada uno estudie y comprenda la riqueza que contiene la iglesia católica, como la encargada de alimentar nuestra fe y llevarnos por el camino correcto. No dudemos que la iglesia quiere nuestro crecimiento y principalmente la salvación de todas las almas.