El engaño de las sectas
Jesús nuestro Salvador nos advirtió sobre el peligro de las sectas, diciendo que no debemos dejarnos engañar cuando varios usurpen su nombre y dicen: "Yo soy el Mesías."
Cada día, son más las sectas que se crean y los episodios lamentables de sus integrantes. Actualmente existen muchas sectas que dicen ser cristianas y en las que la mayoría de ellas están dirigidas por líderes que se autodenominan "mesiánicos."
Una secta religiosa es un grupo de creyentes, separado del tronco originario y que sigue a un líder. La palabra secta proviene del latín "secare," que significa cortar y separar.
Es importante tener mucho cuidado con el engaño que las sectas proporcionan, especialmente con el desmedido interés del líder religioso por extraer dinero de sus seguidores. Muchos de sus líderes se autodenominan profetas o enviados de Dios, y exigen una obediencia ciega, lo que lleva a un auténtico "lavado de cerebro" que puede llevar, en algunos casos, al suicidio colectivo.
Un ejemplo lamentable de esto es el episodio que ocurrió en Brasil hace más de un año. Un grupo de personas fue detenido por asesinar a tres mujeres, comerse parte de los cadáveres y vender los restos en empanadas. Los integrantes formaban parte de una secta que pretendía purificar al mundo por considerar que estaba superpoblado.
El Papa Benedicto XVI se refirió a este problema en su viaje a África en marzo de 2009. Al ser preguntado sobre el auge de las sectas en África, respondió:
"En África, el problema del ateísmo casi no se plantea, porque la realidad de Dios es tan presente, tan real en el corazón de los africanos que no creer en Dios, vivir sin Dios no parece una tentación. Es verdad que existe el problema de las sectas: no anunciamos nosotros, como hacen algunas de ellas, un Evangelio de prosperidad, sino un realismo cristiano; no anunciamos milagros, como hacen algunos, sino la sobriedad de la vida cristiana."
La Iglesia Católica ha afirmado siempre en su profesión de fe que cree en Dios, aquel que "es la Verdad misma, sus palabras no pueden engañar. Por ello el hombre se puede entregar con toda confianza a la verdad y a la fidelidad de la palabra de Dios en todas las cosas."
Jesús nuestro Salvador fue muy claro al advertirnos acerca del peligro de las sectas, diciendo que "no se dejen engañar cuando varios usurpen mi nombre y digan: Yo soy el Mesías. Pues engañarán a mucha gente. Ustedes oirán hablar de guerras y de rumores de guerra. Pero no se alarmen; todo eso tiene que pasar, pero no será todavía el fin" (Mt 24,5-6). Luego nos sigue diciendo que se "presentarán falsos mesías y falsos profetas, que harán cosas maravillosas y prodigios capaces de engañar, si fuera posible, aun a los elegidos de Dios" (Mt 24,24).