La vida eterna: un camino de perseverancia y fe
La vida eterna es un tema central en la fe católica. Comienza inmediatamente después de la muerte y no tendrá fin. Debemos pedir a Dios el don de la perseverancia para que, en su divina misericordia, sea reservada la gloria eterna a aquellos que se mantengan fieles hasta el fin.
Según el Catecismo de la Iglesia Católica: "Todos los fieles son llamados a la plenitud de la vida cristiana" (Cat 2028) y también se dice que "Todos los cristianos, de cualquier estado o condición están llamados cada uno por su propio camino, a la perfección de la santidad, cuyo modelo es el mismo Padre" (LG 11).
El juicio particular
El juicio particular es el juicio de retribución inmediata que cada uno recibe de Dios en su alma inmortal en el momento de la muerte. Esta retribución consiste en el acceso a la felicidad del cielo, inmediatamente o después de una adecuada purificación, o bien de la condenación eterna al infierno. (Catecismo de la Iglesia Católica # 1021-1022, 1051).
El cielo: un estado de felicidad suprema y definitiva
Por cielo se entiende el estado de felicidad suprema y definitiva. Todos aquellos que mueren en gracia de Dios y no tienen necesidad de posterior purificación, son reunidos en torno a Jesús, a María, a los ángeles y a los santos, formando así la Iglesia del cielo, donde ven a Dios "cara a cara" (1 Co 13, 12), viven en comunión de amor con la Santísima Trinidad e interceden por nosotros. (Catecismo de la Iglesia Católica # 1023-1026, 1053).
La vida subsistente y verdadera
La vida subsistente y verdadera es el Padre que, por el Hijo y en el Espíritu Santo, derrama sobre todos sin excepción los dones celestiales. Gracias a su misericordia, nosotros también, hombres, hemos recibido la promesa indefectible de la vida eterna. (San Cirilo de Jerusalén)