El peligro de los extremos en la Iglesia
En la Iglesia, los extremos siempre son perjudiciales. La desobediencia, las excusas y la justificación de que otro está haciendo mal pueden llevar a una actitud superficial y poco profundamente católica.
El falso modernismo se refiere a quienes han querido ser innovadores y creativos, pero han desvirtuado la sacramentalidad y la doctrina por corrientes de la nueva era. Esto se puede ver en misas celebradas en honor al orgullo gay, celebradas en casas porque se siente más bonito y más íntimo, o en la eucaristía llevada a la casa para ser consumida de manera individual y no comunitaria. También se ve en la pretensión de ser protagonistas en la comunidad, en la supresión de las funciones del sacerdote y en la consagración de la eucaristía sin ser sacerdote.
Además, encontramos a los iluminados que han tenido percepciones y interpretaciones por encima de la Iglesia y el magisterio, definiendo doctrinas personales y adaptando incluso la consagración de obispos, el concubinato, el aborto y el ordenamiento de mujeres sacerdotes y diaconisas. Estos grupos también celebran matrimonios del mismo sexo.
Lastimosamente, también se encuentran sacerdotes que han perdido la seriedad y la dignidad de su ministerio, vestidos de payaso, luchador o con presentaciones de dones a través de drones. Han inventado danzas litúrgicas, incorporado símbolos que no son religiosos propiamente y han profanado las representaciones de la Virgen con símbolos políticos y de la izquierda.
A pesar de todo, no debemos olvidar que la consagración de la eucaristía se encuentra en la presencia real de Jesucristo, carne y sangre y divinidad. Esto es posible gracias a la gracia de Dios por medio de su Santo Espíritu, y no por las cualidades o capacidades de la persona que la consagra.
El falso tradicionalismo también existe, y se refiere a grupos que han rechazado la presencia de Cristo en la eucaristía, como los sedevacantistas, los veterocatolicos y los lefebreristas. Estos grupos han rechazado el Concilio Vaticano II, los documentos y los papas que han venido después, y se han convertido en puritanos que se separan de la comunidad de la Iglesia por cuestiones menores.
De manera similar, el modernismo extremo puede llevar a herejías y a una actitud superficial y poco profundamente católica. Por otro lado, el tradicionalismo extremo también puede llevar a una actitud cerrada y fanática que se separa de la verdadera fe en Cristo Jesús.
La importancia de encontrar el equilibrio
Hermanos, no vayamos a ningún extremo. Enfoquemos nuestra mente, nuestros conocimientos y nuestra experiencia en la búsqueda de la verdad y la fe. No nos dejemos llevar por un sentimentalismo y un fanatismo cerrado que nos conducen a separarnos de la verdadera fe en Cristo Jesús. La Iglesia es la comunidad de los creyentes que buscan a Dios y se encuentran con Él en la eucaristía y en la comunidad. No nos separemos de la mano, del pie, del ojo, sino que seamos parte del cuerpo místico de Cristo, la Iglesia Una, Santa, Católica y Apostólica.