Extremos en la Iglesia: Grupos que causan división o herejía
Los Leferbvistas
El cisma lefebvrista comenzó en 1988 cuando el Arzobispo Marcel Lefébvre ordenó cuatro obispos sin mandato pontificio, incurriendo él y los obispos ordenados en excomunión "latae sententiae". El problema comenzó mucho antes, cuando luego de repetidos actos de desobediencia a la Sede Apostólica se fijaron su posición: "Nos negamos y nos hemos negado siempre a seguir a la Roma de tendencia neomodernista y neoprotestante que se manifestó claramente en el Concilio Vaticano II y después del Concilio en todas las reformas que de éste salieron".
En resumen, los lefebvristas rechazaban la autoridad no solo de un Concilio Ecuménico, sino cualquier autoridad (incluso la del Papa) que según ellos no estuviera de acuerdo con su noción de Tradición. La Carta Apostólica en forma de "motu proprio" "Ecclesia Dei" de S.S. Juan Pablo II explica: "Las particulares circunstancias, objetivas y subjetivas, en las que se ha realizado el acto del arzobispo Lefebvre, ofrecen a todos la ocasión para reflexionar profundamente y para renovar el deber de fidelidad a Cristo y a su Iglesia".
La raíz del cisma
La raíz de este acto cismático se puede individualizar en una imperfecta y contradictoria noción de Tradición: imperfecta porque no tiene suficientemente en cuenta el carácter vivo de la Tradición. La Tradición está estrechamente ligada a la Escritura y la Iglesia la transmite a todas las edades lo que es y lo que cree.
Breve repaso: Tradición, Escritura y Magisterio
El Catecismo explica que la transmisión del evangelio se hizo de dos maneras: oralmente y por escrito (2 Tesalonicenses 2,15). Los apóstoles nombraron como sucesores a los obispos dejándoles a su cargo el magisterio. La Tradición y la Sagrada Escritura están íntimamente unidas y compenetradas porque surgen ambas de una misma fuente, se funden en cierto modo y tienden a un mismo fin.
Consecuencias del rechazo de la Tradición o el Magisterio
Si se rechaza la Tradición o el Magisterio, se corre el riesgo de malinterpretar las Escrituras, o de malinterpretar la Tradición, lo cual expone a un riesgo adicional: el de caer en la disidencia, herejía o incluso en cisma. Los padres de la Iglesia siempre alertaron sobre las desviaciones de quienes intentaban usurpar el lugar del Magisterio para imponer su propia concepción de la fe.
Paralelos en la historia
Examinando la historia, vemos que una y otra vez las herejías y cismas tienen este factor común: un cismático y/o heresiarca que se proclama dueño de la verdad y convence a otros de que lo es. La postura lefebvrista llevada a sus últimas consecuencias implica que la Iglesia Católica gobernada por el Papa y los Obispos en comunión con él se ha apartado decisivamente de la verdadera fe.
La importancia del asentimiento a las doctrinas del Magisterio
La adhesión de religioso asentimiento del fiel católico a las doctrinas enunciadas por el Magisterio se debe, no solo a aquellas doctrinas definidas con carácter definitivo. La Carta Apostólica dada en forma de "motu proprio" "AD TUENDAM FIDEM" de Juan Pablo II explica: "Me adhiero, además, con religioso asentimiento de voluntad y entendimiento, a las doctrinas enunciadas por el Romano Pontífice o por el Colegio de los Obispos cuando ejercen el Magisterio auténtico, aunque no tengan la intención de proclamarlas con un acto definitivo".
Conclusión
Al final de cuentas, tanto en Monseñor Lefevbre como en los Lefevbristas, se cumple lo que dice San Pablo en 1 Timoteo 3,6: "...no sea que, llevado por la soberbia, caiga en la misma condenación del diablo."