El Amor que Renueva
El amor verdadero de Dios se manifiesta en el cumplimiento de sus mandamientos. Como dice Jesús en Juan 14,15: "Si me amáis, guardaréis mis mandamientos". El amor no es solo una emoción, sino que se convierte en acción cuando cumplimos los mandamientos de Dios.
La Importancia de los Mandamientos
El apóstol Juan nos recuerda que el amor a Dios se manifiesta en guardar sus mandamientos. En 1 Juan 5,3, escribió: "Pues en esto consiste el amor a Dios: en que guardemos sus mandamientos". Jesús también nos enseñó que cumplir los mandamientos es la garantía de permanecer en su amor. En Juan 15,10, dice: "Cumplir los mandamientos como Jesús ha cumplido los mandamientos de su Padre, es la garantía de permanecer en su amor".
El Mandamiento Nuevo
El mandamiento nuevo que nos dio Jesús es que nos amemos unos a otros. En Juan 13,34, nos dice: "Os doy, dice, un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros". Pero ¿por qué lo llama nuevo si ya estaba en la ley antigua? San Agustín, obispo, nos explica que es porque nos vio del hombre nuevo después de despojarnos del antiguo. Es el amor que nos renueva y nos hace ser hombres nuevos, herederos del nuevo Testamento.
La Iglesia como Cuerpo de Cristo
En la Iglesia, los miembros se preocupan unos por otros. Si padece uno de ellos, se compadecen todos los demás. La Iglesia escucha y guarda las palabras de Jesús: "Os doy un mandato nuevo: que os améis mutuamente". Es el amor que nos otorga el mismo que dijo: "Como yo os he amado, amaos también entre vosotros". Este amor nos hace posible que nos ligáremos estrechamente y formemos el cuerpo de tan espléndida cabeza.
El Amor que Satisface
El amor de Dios no tiene fin. En el Cantar de los Cantares, se dice: "¿Quién es ésa que sube del desierto vestida de blanco? Sí, vestida de blanco, porque ha sido renovada". La Iglesia, vestida de blanco, es renovada por el amor de Dios. No queda ningún anhelo por saciar cuando Dios lo sea todo en todos. Por eso, podemos decir que el amor es el fin último de nuestra existencia.