La autoridad de la Iglesia
¿Tiene la Iglesia autoridad? ¿Debo hacer caso al Cura, Obispo o Papa?, ¿por qué si son hombres como cualquiera, y hasta peores pecadores que muchos? Preguntas como éstas y más aún hemos escuchado con frecuencia, y tristemente no solo de cristianos no católicos, de muchos católicos, que en clara situación de resentimiento, según mi opinión, expresan su opinión olvidándose de la misma enseñanza de Jesucristo y de su palabra.
Quiero iniciar con una opinión particular sobre lo que son estructuras institucionales, como lo son las empresas particulares, asociaciones de todo tipo como la misma Cruz Roja Internacional y claro, la Iglesia Católica y muchas otras instituciones de orden religioso. En todas se establecen estatutos propios a través de los cuales se rigen cada una, incluyo aquí muchas pequeñas iglesias de sectas que se van formando, por cuanto muchas de ellas insisten que no es así, pero en la práctica es notoria la existencia de los mismos, pues alguien manda, casi siempre un pastor, y en algunos casos, una junta especial formada para tal efecto. En la Iglesia Católica existe particularmente el Código de Derecho Canónico por el cual se regula la organización de la Iglesia Latina, jerarquía, derechos y obligaciones de los fieles y mucho más, esto solo como ejemplo de ese orden necesario en cualquier institución y que es claro que se torna necesario, caso contrario, caos, desorden y sobre todo individuos que se aprovechan del mismo.
Quienes nacimos en países democráticos nos cuesta entender además lo que son las jerarquías, donde el que manda es el Rey, pues nos dejamos llevar por películas y medios poco objetivos en la formación al respecto. Para darme a entender, en las jerarquías la palabra del Rey se respeta y no se discute, no estoy de acuerdo o no, es así, simplemente, y el Rey podría decidir escuchar o no a la plebe, así como a sus propios consejeros. Ejemplo de ello es Saúl que tenía al profeta Samuel como consejero, que hasta después de muerto quiso buscarlo con las consecuencias conocidas.
Por último y sobre al respecto, ¿cuál hijo, siendo niño, se enfrenta a un papá amoroso? Se da mucho que el niño quiere una cosa distinta del papá, pero es el papá quien decide a fin de cuentas que se haría, si complace al niño por su amor, o por el contrario y siempre por el amor al hijo decide algo diferente, pero mejor. Dios nuestro Padre, padre bueno y amoroso y perfecto, ha puesto a Jesús como nuestro Rey, ese Rey perfecto que cuida su grey. Es fácil olvidar “Mateo 7: 11 Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan?”, y empezamos a hacer nuestra voluntad.
Ahora bien, partiendo de lo expuesto, ¿que tiene que ver con la Iglesia y su autoridad? Pues bien, es el punto exacto y con ayuda de hermanos en la fe, acompaño una serie de citas bíblicas donde expondremos esa autoridad que Dios, a través de su Hijo Jesucristo, da a la única Iglesia que él a fundado y dejó instituida una autoridad en la Iglesia, que es la encargada de determinar en última instancia qué enseñanza corresponde a la doctrina cristiana y cual no, o por otro lado, qué persona forma parte de la Iglesia o por el contrario, también determina quién es apartada de ella (como el caso de excomunión). La prueba de que siempre ha existido autoridad en la Iglesia, desde el principio del cristianismo, la podemos verificar con los siguientes textos:
Mt 18. 17 Si no los oyere a ellos, dilo a la iglesia; y si no oyere a la iglesia, tenle por gentil y publicano. (A cuál Iglesia acudirías???)
18 De cierto os digo que todo lo que atéis en la tierra, será atado en el cielo; y todo lo que desatéis en la tierra, será desatado en el cielo.” (Se las da a los discípulos, no a cualquiera)
Hch 15.23,28 ‘Los apóstoles y los hermanos con títulos de ancianos … Fue el parecer del Espíritu Santo y el nuestro no imponerles…’
Hch 15.41 (Pablo) recorrió Siria y Cilicia confirmando a las Iglesias y entregando las decisiones de los presbíteros.
Hch 20.17 Debido a eso, desde Mileto Pablo envió un mensaje a Efeso para convocar a los presbíteros de la Iglesia.
Hch 20.28 ‘Cuiden…de todo el rebaño en el que el Espíritu Santo les ha puesto como obispos (o sea, supervisores): pastoreen la Iglesia del Señor.
1 Cor 16.16 Ustedes, a su vez, acepten su autoridad así como la de cualquiera que coopere y se dedique al servicio con ellos.
2 Cor 2.9 En realidad les escribí para comprobar si podía contar con ustedes y con su total obediencia.
2 Cor 7.15 El (Tito) ahora, al recordar la obediencia de todos y el respeto lleno de humildad con que lo recibieron…
2 Cor 10.2 No me obliguen, cuando esté ante ustedes, a actuar con autoridad, como estoy decidido y como me atreveré a hacerlo.
2 Cor 10.6 Y estamos dispuestos a castigar toda desobediencia en cuanto contemos con la total obediencia de ustedes.
2 Cor 13.10 Se lo digo desde lejos, para no tener que mostrarme duro entre Uds. con la autoridad que el Señor me dio para edificar y no para destruir.
Gal 2.2 Fui para exponerles el evangelio que anuncio a los paganos … no sea que estuviese haciendo o hubiera hecho un trabajo que no sirve.
Gal 2.6 En cuanto a los dirigentes de más consideración … no me pidieron que hiciera marcha atrás.
Gal 2.9 Santiago, Cefas y Juan reconocieron la gracia que Dios me ha concedido. Estos hombres, que son considerados pilares de la Iglesia.
Ef 2.20 Están cimentados en el edificio cuyas bases son los apóstoles y los profetas.
Fil 2.23 Por eso pienso enviárselo (a Timoteo) apenas vea claros mis problemas.
Flm 8 Por eso, aunque tengo en Cristo plena libertad para ordenarte lo que tendrías que hacer, prefiero pedírtelo por amor.
Flm 21 Te escribo con plena confianza en tu docilidad.
1 Tes 5.12 Hermanos, les rogamos que se muestren agradecidos con los que trabajan para ustedes, los dirigen en el Señor y los corrigen.
1 Tes 5.27 Les ordeno, en el nombre del Señor, que se lea esta carta a todos los hermanos.
2 Tes 3.6 Hermanos, les ordenamos en nombre de Cristo Jesús, el Señor, que se aparten de todo hermano que vive sin control ni regla.
2 Tes 3.14 Si alguno no obedece lo que les mandamos en esta carta, señálenlo y no tengan más trato con él.
1 Tim 6.13 Ahora te doy una orden en presencia del Dios que da vida al universo entero, y de Cristo Jesús.
1 Tim 3.17 Exige a los ricos que no sean arrogantes ni confíen en las riquezas, que son siempre inseguras.
Tit 1.5 Te dejé en Creta para que solucionaras los problemas existentes y pusieras presbíteros…, de acuerdo con mis instrucciones.
Tit 2.15 Tú enseña estas cosas, aconsejando y reprendiendo con toda autoridad.
Heb 13.17 Obedezcan a sus dirigentes y estén sumisos, pues ellos se desvelan por sus almas, de las cuales deberán rendir cuenta.
1 P 5.5 También ustedes, los más jóvenes, sean sumisos a la autoridad de los Ancianos.
3 Jn 9 Convenía que yo escribiera a la Iglesia, pero a Diotrefes le gusta tanto el mando que no nos hace caso.
Ap 21.14 La muralla de la ciudad descansa sobre doce bases en las que están escritos los nombres de los doce Apóstoles del Cordero.
Creo suficientes criterios para determinar esa autoridad que nos dejó Jesucristo y su palabra, a pesar de nosotros, la Iglesia que le falla a Dios constantemente, por ello cuando me preguntan: Y aún al cura que se equivoca y es pecador? Yo le respondo con la palabra: “Mateo 23:1 Entonces habló Jesús a la gente y a sus discípulos, diciendo: 2 En la cátedra de Moisés se sientan los escribas y los fariseos. 3 Así que, todo lo que os digan que guardéis, guardadlo y hacedlo; mas no hagáis conforme a sus obras, porque dicen, y no hacen.” Hasta en ello vemos el Magisterio de la Iglesia y su autoridad, pues es en la Tradición, en el Magisterio, donde encontramos la interpretación y la verdad de las Sagradas Escrituras. Además y sin embargo, lo más extraordinario que hay en la Iglesia es que su fidelidad al Evangelio le obliga a juzgarse y a reformarse sin cesar. El Concilio Vaticano II ha recordado las exigencias evangélicas de servicio y las ha confrontado con la noción y el funcionamiento de la autoridad eclesiástica. Se vuelve a descubrir en la actualidad que la autoridad en la Iglesia no es el poder de imponer a los miembros las decisiones de un jefe, sino la capacidad de suscitar una conversión. No se trata de ordenar o de proscribir, sino de apelar a la conciencia y a la convicción. El jefe no es el que da órdenes, sino el que crea una atmósfera de fe, de amor y de respeto, una comunión de ideas y de aspiraciones.
Jesús no habló de que en la iglesia hubiera peligro de anarquía, pero denunció abundantemente el peligro de un poder eclesiástico ejercido como el poder civil. Jesús no dijo que los jefes tengan que gobernar, sino portarse como esclavos y servidores; que el verdadero jefe es aquel que más sirve a los demás.