EL CREDO DE LOS APÓSTOLES Y EL CREDO DE NICEA-CONSTANTINOPLA
ORIGEN DEL CREDO.
A lo largo de la Edad Media se creía generalmente que el día de Pentecostés los Apóstoles, mientras estaban todavía bajo la inspiración directa del Espíritu Santo, compusieron nuestro credo actual entre ellos, y que cada uno de los Apóstoles contribuyó con uno de los doce artículos. Esta leyenda se remonta al siglo VI (Vea Pseudo-Agustín en Migne, P.L., XXXIX, 2189, y Pirminio, ibid., LXXXIX, 1034); y fue prefigurado todavía más temprano en un sermón atribuido a San Ambrosio (Migne, P.L., XVII, 671; Kattenbusch, I, 81), que señala que el credo fue “recopilado por doce trabajadores separados”. Rufino(Migne, P.L., XXI, 337) da un relato detallado de la composición del Credo, la cual profesa haber recibido de épocas anteriores (tradunt majores nostri). A pesar de que no asigna explícitamente cada artículo a la autoría de un apóstol separado, afirma que fue el trabajo conjunto de todos, e implica que la deliberación se llevó a cabo el día de Pentecostés. Además, declara que «ellos por muchas justas razones decidieron que esta regla de fe debería ser llamada el Símbolo», cuya palabra griega él explica que significa tanto indicium, es decir, una señal o contraseña mediante la cual los cristianos podrían reconocerse mutuamente, y collatio, es decir, una ofrenda compuesta por contribuciones separadas.
Hay vestigios muy sugestivos en el Nuevo Testamento del reconocimiento de una cierta “forma de doctrina” (typos didaches, Rom. 6,17) la cual moldeó, por así decirlo, la fe de los nuevos conversos a la ley de Cristo, y la que implicó no sólo la palabra de fe creída en el corazón, sino «con la confesión de la boca para conseguir la salvación» (Rom. 10,8-10). En estrecha relación con esto hay que recordar la confesión de fe en Jesucristo exigida al eunuco (Hch. 8,37) como paso previo al bautismo (Agustín, «De fide et operibus», cap IX; Migne, PL, LVII , 205) y la fórmula del bautismo en el nombre de las tres personas de la Santísima Trinidad (Mt. 28,19; y cf. la Didajé 7:2, y 9:5).
*EL CREDO*
El Catecismo de la Iglesia nos explica por qué tenemos un Credo (Rf. 185-197). Desde su origen, la Iglesia apostólica expresó su fe en fórmulas breves y normativas para todos los cristianos. Quiso recoger lo esencial de la fe en resúmenes orgánicos y articulados. A lo largo de los siglos, en respuesta a las necesidades de diferentes épocas, se han elaborado numerosos símbolos de nuestra fe, por ejemplo:
Los símbolos de las diferentes Iglesias apostólicas y antiguas, El llamado símbolo de San Atanasio, La profesión de fe de ciertos Concilios como los de Toledo, Letrán, Lyón, Trento, o de ciertos Papas como la «Fides Damasi» o «El credo del pueblo de Dios, del Papa Pablo VI»
Pero aunque basado en los textos sagrados, el Credo no se encuentra literalmente en la Biblia, ya que se trata de los principios fundamentales de la fe cristiana basados en los Evangelios y en las Cartas apostólicas principalmente.
*PARTES DEL CREDO*
El Credo está dividido en tres partes:
La primera parte habla de Dios Padre y de la obra de la Creación, La segunda parte habla de Dios Hijo y de la Redención de los hombres, La tercera parte habla de Dios Espíritu Santo y de nuestra santificación.
Estas tres partes contienen doce artículos que abarcan las principales verdades en las que creemos los católicos. Estos doce artículos son:
1. Dios Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la Tierra.
2. Jesucristo, Hijo único de Dios.
3. Jesús fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo y nacido de María la Virgen.
4. Jesús fue crucificado, muerto y sepultado.
5. Jesús descendió a los infiernos y al tercer día resucitó.
6. Jesús subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios Padre.
7. Jesús vendrá a juzgar a vivos muertos.
8. El Espíritu Santo.
9. La Iglesia una, santa, católica y apostólica y la comunión de los santos.
10. El perdón de los pecados.
11. La resurrección de los muertos.
12. La vida eterna.
*EL CREDO DE LOS APÓSTOLES O SÍMBOLO DE LOS APÓSTOLES.*
Es el corto, es llamado de los apóstoles porque es considerado con justicia como el resumen fiel de la fe de los apóstoles. Es el antiguo símbolo bautismal de la Iglesia Romana. Su gran autoridad proviene del hecho de que es el símbolo que guarda la Iglesia Romana, la que fue sede de Pedro, el primero de los apóstoles, y a la cual él llevó a la doctrina común.
Se le denomina Credo de los Apóstoles o Credo apostólico porque está basado en la doctrina que ellos mismos enseñaron. Está considerado como el resumen fiel de la fe de los Apóstoles.
*EL CREDO DE NICEA-CONSTANTINOPLA.*
Es más largo por ser más explícito y lo rezamos todos los domingos en la Misa. Debe su gran autoridad al hecho de que es fruto de los dos primeros Concilios ecuménicos, como su nombre lo indica respectivamente Concilio de Nicea año 325 y el Concilio de Constantinopla año 381. Sigue siendo hoy el símbolo común de todas las Iglesias de Oriente y Occidente. Con él se respondió en el siglo IV a la herejía arriana que negaba la creencia en la divinidad de Cristo y, por consiguiente, en el Espíritu Santo.
Por ello, en lo referente a Jesucristo este Credo dice: “Engendrado del Padre antes de todos los siglos. Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre”. Todas estas palabras quieren afirmar que Jesucristo, el Hijo de Dios, es también Dios, igual que el Padre. Confirma también que ha sido engendrado, indicando así el origen eterno del Verbo, por lo cual tiene un principio distinto al de las criaturas, que han sido creados.
En lo referente a la parte del Espíritu Santo, el Credo niceno dice así: “Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, y que habló por los profetas”. Con estas palabras se quiere reafirmar la divinidad del Espíritu Santo, que es igual al Padre y al Hijo, y también su papel en la historia de la salvación. La frase “y del Hijo” es un añadido que se hizo en la España visigoda de Toledo (siglos V al VIII) para reafirmar la divinidad de Jesucristo, en contra también de las creencias arrianas.
*CONCLUSIÓN*
Ambos Credos tienen en común que ambos están estructurados en tres partes, siguiendo la Santísima Trinidad: creo en Dios Padre creador; creo en Jesucristo, su Hijo, nuestro Salvador; creo en el Espíritu Santo y en la Iglesia. Poseen un lenguaje y una distinta forma de decir las cosas, pero al final manifiestan lo mismo.
La diferencia es que el Credo apostólico habla de Jesucristo enumerando sus acciones históricamente, como es su nacimiento, Pasión, muerte y Resurrección, usando expresiones bíblicas como la de resucitar al tercer día. El Credo niceno, en cambio, utiliza un lenguaje que no es bíblico en el sentido estricto, sino que ha sido tomado de la filosofía griega. No es que ello sea extraño al contenido de la fe, puesto que en el siglo IV la fe cristiana se había introducido en el Imperio Romano y se había amoldado a la cultura clásica; ya no era sólo una fe hebrea o semítica, sino que consiguió expresar las verdades de la fe con el lenguaje filosófico griego, el cual había sido adoptado mayoritariamente por muchas civilizaciones de aquel entonces.