La cuaresma es bíblica
¿Cuál es su origen?
«La cuaresma nació como desarrollo pedagógico de un aspecto central del misterio cristiano celebrado en el triduo pascual. Destaca la perspectiva que se refiere a la muerte de Jesucristo.
La duración de este tiempo está fundada en el simbolismo de la cuarentena bíblica: Moisés, Elías y Jesucristo estuvieron cuarenta días por las montañas; cuarenta fueron también los años que pasó el pueblo de Israel en el desierto.
La cuaresma ha sido siempre el tiempo litúrgico más caracterizado del cristianismo. Es un conjunto de cuarenta días, cuya razón de ser originaria fue la de imitar el ayuno previo del Señor al comienzo de su ministerio apostólico. De este modo, el cristiano y la comunidad cristiana se preparan a las fiestas de la pascua. En la Iglesia de la Edad Antigua, el tiempo de cuaresma era aprovechado además para la intensificación de la iniciación y preparación doctrinal y moral de los candidatos al bautismo, que precisamente recibían este sacramento en la noche santa de la gran vigilia pascual».
¿Cuáles son sus notas litúrgicas?
Constitución
Número 109: «Puesto que el tiempo cuaresmal prepara a los fieles, entregados más intensamente a oír la Palabra de Dios y la oración, para que celebren el misterio pascual, sobre todo mediante el recuerdo o la preparación del bautismo y mediante la penitencia, dése particular relieve en la liturgia y en la catequesis litúrgica al doble carácter de dicho tiempo.
Número 110: “La penitencia del tiempo cuaresmal no debe ser sólo interna e individual, sino también externa y social. Foméntese la práctica penitencial de acuerdo con las posibilidades de nuestro tiempo y de los diversos países y condiciones de los fieles».
«Los formularios litúrgicos de la cuaresma tienen un claro sentido bautismal y penitencial. La revisión cristiana ha de hacerse siempre alrededor de un punto de referencia: la opción bautismal en la que orientamos nuestra vida según la palabra de Dios. Si hubiéramos roto esa opción, no tendríamos otro camino que volver a recomponerla por la penitencia realizada en la Iglesia. El camino de la conversión es siempre camino penitencial».
Cada día de este tiempo cuenta con formularios litúrgicos propios, riquísimos en contenido. Por ello van desfilando todos los acontecimientos de la historia de la salvación, desde la creación hasta la pasión de Cristo, pasando por el pueblo de Israel, el éxodo, la peregrinación por el desierto, la alianza, el exilio, el profetismo
¿Cuál es su sentido?
«La cuaresma está pensada para intensificar ese aspecto de la vida que exige superación, esfuerzo, reconstrucción, purificación, transformación. Imágenes de la cuaresma son el camino, la soledad, la prueba, la austeridad, el desprendimiento, la oración, el ayuno… Y todo ello para facilitar el encuentro transformador y transfigurador con Dios a través de Jesucristo, el auténtico cuaresmal.
Para ello, la Iglesia nos propone recorrer durante la cuaresma el camino de la propia conversión. Todos los días del año y especialmente en estos días de cuaresma, Cristo nos interpela desde los acontecimientos, desde nuestra propia conciencia, desde la vida cotidiana, desde la Palabra de Dios, desde los hombres nuestros hermanos: “¡Convertios! ¡Haced penitencia! ¡Cambiad de vida! Está cerca el Reino de Dios».
¿Cuáles son sus símbolos?
«Toda la liturgia de la cuaresma, tanto en sus aspectos rituales como en la misma liturgia de la palabra, está transida de hermosísimos símbolos que ayuden y hagan visible el camino cristiano de la conversión. Estos símbolos son:
– Desierto. Con toda su carga simbólica y metafórica de sequedad, soledad, austeridad, rigor, peligros, tentaciones. El desierto es protagonismo escénico en los evangelios el I domingo de cuaresma
– Luz, como se pone de evidencia, por ejemplo, en el evangelio del ciego de nacimiento (Jn. 9, 1-41. Domingo IV ciclo A). Es el tránsito de las tinieblas a la luz. Jesucristo es la luz del mundo.
– Salud. Este símbolo se evidencia en textos como la curación del paralítico (Jn. 5, 5-10. Martes de la IN Semana) o la sanación del hijo del centurión (Jn. 4,43-54).
– Liberación, Triunfo. Algunas figuras bíblica, que sufren graves peligros y vencen en la prueba, son José -Gn. 37-, la casta Susana -Dan. 13, 1 y ss.-, Ester -Est. 14, 1-14- o Jesús, tentado y transfigurado.
– Agua. De la sed al agua viva: el agua de Moisés al pueblo de Israel o de Jesús a la mujer samaritana.
– Perdón. La historia de Jonás y de Nínive y, sobre todo, la parábola del hijo pródigo, son ejemplos de ello.
– Cruz. Signo y presencia permanente durante la cuaresma. Prefigurada en el Antiguo Testamento y patentiza por Jesucristo como condición de cargar con ella para el seguimiento.
– Resurrección. Es la luz definitiva del camino cuaresmal. La escena de la transfiguración de Jesús, siempre prhesente en el evangelio del II domingo de cuaresma. Es la verificación de aquella máxima «por la cruz a la luz».
¿Quiénes son sus personajes de referencia?
– José hijo de Jacob, Ester, la casta Susana, Jeremías, el ciego de nacimiento, el hijo pródigo, el padre del hijo pródigo, la samaritana, la mujer adúltera y arrepentida, Zaqueo, el buen ladrón… y, sobre todo, Jesús de Nazaret.
La Cuaresma dura 40 días; comienza el Miércoles de Ceniza y termina antes de la Misa de la Cena del Señor del Jueves Santo. A lo largo de este tiempo, sobre todo en la liturgia del domingo, hacemos un esfuerzo por recuperar el ritmo y estilo de verdaderos creyentes que debemos vivir como hijos de Dios.
El color litúrgico de este tiempo es el morado que significa luto y penitencia. Es un tiempo de reflexión, de penitencia, de conversión espiritual; tiempo de preparación al misterio pascual.
En la Cuaresma, Cristo nos invita a cambiar de vida. La Iglesia nos invita a vivir la Cuaresma como un camino hacia Jesucristo, escuchando la Palabra de Dios, orando, compartiendo con el prójimo y haciendo obras buenas. Nos invita a vivir una serie de actitudes cristianas que nos ayudan a parecernos más a Jesucristo, ya que por acción de nuestro pecado, nos alejamos más de Dios.
Por ello, la Cuaresma es el tiempo del perdón y de la reconciliación fraterna. Cada día, durante toda la vida, hemos de arrojar de nuestros corazones el odio, el rencor, la envidia, los celos que se oponen a nuestro amor a Dios y a los hermanos. En Cuaresma, aprendemos a conocer y apreciar la Cruz de Jesús. Con esto aprendemos también a tomar nuestra cruz con alegría para alcanzar la gloria de la resurrección.
Porque 40 días?
La duración de la Cuaresma está basada en el símbolo del número cuarenta en la Biblia. En ésta, se habla de los cuarenta días del diluvio, de los cuarenta años de la marcha del pueblo judío por el desierto, de los cuarenta días de Moisés y de Elías en la montaña, de los cuarenta días que pasó Jesús en el desierto antes de comenzar su vida pública, de los 400 años que duró la estancia de los judíos en Egipto.
En la Biblia, el número cuatro simboliza el universo material, seguido de ceros significa el tiempo de nuestra vida en la tierra, seguido de pruebas y dificultades.
La práctica de la Cuaresma data desde el siglo IV, cuando se da la tendencia a constituirla en tiempo de penitencia y de renovación para toda la Iglesia, con la práctica del ayuno y de la abstinencia. Conservada con bastante vigor, al menos en un principio, en las iglesias de oriente, la práctica penitencial de la Cuaresma ha sido cada vez más aligerada en occidente, pero debe observarse un espíritu penitencial y de conversión.
Los 3 pilares principales: Ayuno – Oración y Limosna